Las derechas de Europa
Las elecciones al Parlamento Europeo dentro de seis meses pueden resultar en una gran bancada euroesc¨¦ptica en Estrasburgo. No es posible sin embargo, situar a todos estos partidos en una sola familia pol¨ªtica.
Las elecciones al Parlamento Europeo dentro de seis meses ¨C en un contexto de Euro-crisis, declive de los partidos mayoritarios tradicionales y con riesgo de baj¨ªsima participaci¨®n ¨C pueden resultar en una gran bancada euroesc¨¦ptica en Estrasburgo. La derecha nacionalista encabeza los sondeos en Grecia, Francia, Reino Unido, Pa¨ªses Bajos y Polonia, y sube en Austria, Dinamarca, Eslovaquia, Finlandia y Suecia. El Parlamento Europeo podr¨ªa convertirse en plataforma privilegiada para los partidarios de la Europa de los patriotismos. Sin embargo, el panorama de la derecha populista en Europa es cada vez m¨¢s diverso, y no es adecuado situar a todos estos partidos en una sola familia pol¨ªtica. Tampoco el euroescepticismo es patrimonio de estos grupos y se extiende a lo largo de todo el espectro parlamentario, en particular en la derecha. Tal vez la mayor novedad del pr¨®ximo parlamento se sit¨²e precisamente en la derecha, o mejor dicho en las derechas cada vez m¨¢s fragmentadas y en su nueva configuraci¨®n en Europa.
El grupo m¨¢s amenazado en las pr¨®ximas elecciones europeas es precisamente el que m¨¢s poder acumula en esta legislatura: los cristiano-dem¨®cratas, agrupados en el Partido Popular Europeo - PPE. La ruptura del partido Conservador brit¨¢nico con el PPE cre¨® hace unos a?os una segunda opci¨®n de derecha euroesc¨¦ptica y con vocaci¨®n mayoritaria, a la cual se suman partidos como Justicia y Ley en Polonia y ODS en Rep¨²blica Checa. Incluso en el seno del PPE, algunos partidos han virado a posiciones desafiantes con la UE, en particular Fidesz en Hungr¨ªa y la nueva Forza Italia de Berlusconi (si es que permanece en el PPE). A su derecha se articulan partidos nacionalistas, euroesc¨¦pticos, anti-inmigraci¨®n, xen¨®fobos (los musulmanes y los gitanos son los blancos m¨¢s habituales), con un lenguaje que critica a las ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas. La principal caracter¨ªstica que une a los votantes de todos estos partidos no es el g¨¦nero, nivel de estudios o edad, sino una desconfianza significativamente mayor hacia todo tipo de instituciones. Por el resto, son partidos de naturaleza distinta.
En el noroeste de Europa triunfa el que el polit¨®logo Jean-Yves Camus ha denominado el ¡®nacionalismo de prosperidad¡¯, con UK Independence Party, UDC de Suiza, los Dem¨®cratas de Suecia, los ¡®Verdaderos Finlandeses¡¯, el Partido Neerland¨¦s para la Libertad ¨C PVV, el Partido Popular Dan¨¦s, o el Partido del Progreso Noruego. Estos partidos rechazan toda asociaci¨®n con el fascismo, evitan el racismo abierto y defienden su propia versi¨®n de los valores de la civilizaci¨®n europea, que incluyen derechos individuales, de las mujeres e incluso de las minor¨ªas sexuales, contraponi¨¦ndolos a los valores del Islam. Ego¨ªsmo econ¨®mico, excepcionalismo cultural, euroescepticismo y oposici¨®n a la inmigraci¨®n conforman el ideario com¨²n de este grupo radical, que no extremista.
En cambio, en el este del Viejo Continente, encontramos otra tipolog¨ªa de partidos que abundan en el racismo, sexismo, anti-semitismo, homofobia o cualquier otro discurso del odio, a menudo combinado con la acci¨®n de milicias violentas. Sus m¨¢s conocidos representantes son Jobbik en Hungr¨ªa o Aurora Dorada en Grecia, pero otros como el Partido Popular Nuestra Eslovaquia o Ataka en Bulgaria no les van a la zaga. Estos partidos despiertan el temor al no rechazar la asociaci¨®n con el pasado nazi y fascista.
Entre ambos grupos, partidos como el Vlaams Belang en Flandes, la Lega Nord en Italia, el Front National franc¨¦s o el FP? austr¨ªaco buscan parecerse a los primeros para evitar la suerte de partidos como el Partido Nacional Brit¨¢nico ¨C BNP o el Frente Nacional Belga, cuya imagen radical acab¨® por confinarles a la irrelevancia. La Alianza europea por la libertad suscrita por Marine Le Pen y el neerland¨¦s Geert Wilders para concurrir juntos a las elecciones europeas (con Vlaams Belang, FP? y los Dem¨®cratas de Suecia), es una apuesta de la primera por asociarse al nacionalismo de prosperidad, que asusta menos a las clases medias; faltar¨¢ ver si los partidos n¨®rdicos, con excelentes perspectivas electorales, se arriesgar¨¢n a aliarse a un Front National y otros partidos que no consiguen sacudirse el anti-semitismo ni los tics racistas. Por lo pronto, Marine Le Pen ya ha rechazado la alianza con Jobbik y con Ataka precisamente por su estridente anti-semitismo.
El populismo xen¨®fobo, en sus distintas encarnaciones, est¨¢ siendo el gran beneficiado del descontento con la construcci¨®n europea, pero Europa no est¨¢ de regreso a los a?os treinta. En la derecha, cada vez m¨¢s dividida, del espectro pol¨ªtico el euroescepticismo est¨¢ ganando posiciones y los discursos radicales seducen a un n¨²mero creciente de electores. En manos de la derecha tradicional est¨¢ recuperar su atractivo sin caer en la mera imitaci¨®n de las propuestas nacionalistas. Es adem¨¢s imprescindible que otras opciones ¨C nuevas o viejas, de derechas o de izquierdas ¨C formulen una alternativa cre¨ªble sin recurrir al discurso del miedo, del odio y de la insolidaridad.
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