China oce¨¢nica
La nueva direcci¨®n china no quiere obst¨¢culos en su salida mar¨ªtima al Pac¨ªfico occidental
Cuando el acuerdo provisional para congelar la amenaza nuclear del Ir¨¢n de los cl¨¦rigos nos hac¨ªa vislumbrar la posibilidad de un desbloqueo en Oriente Medio, los nacionalismos asi¨¢ticos se enfrentan en el mar de China rebobinando recuerdos de la guerra fr¨ªa en aguas del Pac¨ªfico. La historia no se detiene. China no est¨¢ dispuesta a hacer amigos en la regi¨®n y se siente lo suficientemente segura para retar a Jap¨®n y en cadena a su principal aliado y protector militar, Estados Unidos. Pek¨ªn cree llegado el momento de advertir a Washington de que el Pac¨ªfico ya no es solo un lago americano, que su desarrollo econ¨®mico le obliga a una proyecci¨®n oce¨¢nica lejos de sus costas, y que defender¨¢ con la fuerza, si es preciso, sus reclamaciones territoriales en sus mares contiguos.
La nueva direcci¨®n china no quiere obst¨¢culos en su salida mar¨ªtima al Pac¨ªfico occidental. Trata de cambiar un viejo status quo regional basado en el control por aliados de EE UU de la primera cadena de islas y pen¨ªnsulas que, desde Corea del Sur hasta Filipinas, enfrentan en un largo arco las costas chinas. Hay que desempolvar los viejos atlas para entenderlo, la geograf¨ªa vuelve a ser determinante. Rebobinamos recuerdos del Sandok¨¢n de Salgari. Es f¨¢cil comprender porqu¨¦ el estrecho de Malaca es un verdadero cuello de botella para la salida de las mercanc¨ªas chinas o la llegada de sus importaciones. Un vulnerable y angosto paso entre Malasia y la isla indonesia de Sumatra que conecta los oc¨¦anos ?ndico y Pac¨ªfico. Pero es ininteligible como cinco islotes deshabitados y tres pe?ascos semi sumergidos en el mar del Este de China, aunque ricos en recursos petrol¨ªferos, han provocado la crisis entre Jap¨®n y China y la m¨¢xima alerta en Washington.
La nueva direcci¨®n china no quiere obst¨¢culos en su salida mar¨ªtima al Pac¨ªfico occidental
Son las islas Sensaku para lo japoneses, que detentan su administraci¨®n, y Diaoyu para China, que reclama su soberan¨ªa, puntos casi invisibles en el mar a 400 kil¨®metros de Jap¨®n y a 330 de las costas chinas. El 23 de noviembre Pek¨ªn decidi¨® crear una zona de identificaci¨®n y defensa a¨¦rea sobre estas rocas en disputa; desde esa fecha son sobrevoladas por cazas chinos y japoneses y por centenares de aviones civiles que deben informar a China de su plan de vuelo. Incluso Estados Unidos envi¨® dos bombarderos B52, sin armamento, para mostrar la bandera y defender la libertad de vuelo sobre aguas internacionales. Una buena receta para provocar un accidente por un malentendido y una escalada militar.
El vicepresidente de EE UU, Biden, esta semana ha viajado a la regi¨®n para proteger la relaci¨®n con Pek¨ªn y dar seguridad a Jap¨®n. La China de Xi Jinping no va a poner en peligro su relaci¨®n con Estados Unidos por estos islotes; su c¨¢lculo es que Washington tampoco lo har¨¢, ya ha reconocido que la relaci¨®n con Pek¨ªn definir¨¢ este siglo, es su principal banquero y socio comercial indispensable y tiene mucho que decir sobre el cambio clim¨¢tico, el futuro de la econom¨ªa global y asuntos como Siria o Ir¨¢n. Xi puede pensar que EE UU se ver¨¢ obligado a aceptar que existe un conflicto territorial entre China y Jap¨®n que debe ser negociado y, en consecuencia, as¨ª se lo har¨¢ ver a Tokio. Ya habr¨ªa avanzado su causa que cuenta con otras reclamaciones territoriales chinas en la regi¨®n. El nuevo l¨ªder chino no est¨¢ emprendiendo una segunda larga marcha, pero si son tiempos de dejar atr¨¢s la paciencia estrat¨¦gica y la ocultaci¨®n del poder que hab¨ªa aconsejado hace tres d¨¦cadas el peque?o gigante Deng Xiaoping, el enterrador del mao¨ªsmo. Su "sue?o chino" es establecer con EE UU un nuevo tipo de relaci¨®n de superpotencias.
El momento es importante. Xi acaba de consolidar su poder tras un hist¨®rico Comit¨¦ Central que ha formulado reformas sociales de alcance y declarado esencial el libre mercado dando un paso m¨¢s en el capitalismo a la china. Con su ¨²ltima demostraci¨®n de fuerza compensar¨¢ las cr¨ªticas que su liberalismo pudiera suscitar. El presidente chino, que controla el ej¨¦rcito, trata de legitimar al partido comunista por otra d¨¦cada, combinando el desarrollo econ¨®mico y la afirmaci¨®n nacional. Nacionalismo que encuentra su espejo en el Jap¨®n de Sinzho Abe. China, que no ha sido una potencia naval excepto durante un corto periodo a inicios del siglo XV con las expediciones del almirante Zheng He, necesita asegurarse las l¨ªneas mar¨ªtimas de suministro por las que exporta y recibe las materias primas, el petr¨®leo y los minerales estrat¨¦gicos necesarios para el desarrollo de sus m¨¢s de 1.300 millones de habitantes. Todos los imperios que en el mundo han sido, desde el espa?ol al brit¨¢nico y despu¨¦s Estados Unidos, han pretendido y lo han conseguido en alg¨²n momento de su historia dominar los mares, gobernar las olas. ?Por qu¨¦ China ya emergida va a ser diferente?
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