Los proeuropeos refuerzan el pulso contra el presidente ucranio en la calle
"Tengo cuatro hijos y seis nietos y quiero que vivan en un pa¨ªs europeo", dice un manifestante
A media tarde del domingo, cuando grupos de manifestantes dejaron la plaza de la Independencia y comenzaron a subir la cuesta de la calle Hrushevskoho de Kiev para construir barricadas resultaba imposible predecir c¨®mo iba a concluir la tensa jornada en la capital de Ucrania y esta corresponsal pensaba que todas las posibilidades estaban abiertas. Pod¨ªa ser una fiesta en la que manifestantes se hermanasen con los agentes de la polic¨ªa con rosas y flores prendidos de los uniformes, o pod¨ªa ser la continuaci¨®n del bloqueo de los edificios gubernamentales por tiempo indefinido en una guerra de desgaste. Tambi¨¦n cab¨ªa la posibilidad de que se produjeran v¨ªctimas, se vertiera sangre y se repitiera de alguna manera la situaci¨®n del pasado domingo cuando las unidades antidisturbios, las Berkut, cargaron con virulencia sobre la multitud que hab¨ªa intentado bloquear la sede de la presidencia.
Por la noche, en el Euromaid¨¢n sonaba la m¨²sica y parec¨ªa que, de momento, lo peor se hab¨ªa evitado. En 2004 la Revoluci¨®n Naranja ense?¨® a los corresponsales que la cubrimos que los ucranianos son especialistas en crear tensiones dram¨¢ticas y tambi¨¦n, en disolverlas, pero en estos flujos y reflujos en los que ya intervienen generaciones m¨¢s j¨®venes, los riesgos son muy grandes y las apuestas se incrementan. En 2004, al presidente Leonid Kuchma se le dio una salida con ayuda de los mediadores internacionales. Hoy, Victor Yanuk¨®vich parece cada vez m¨¢s acorralado.
Centenares de miles de personas volvieron a salir a la plaza el domingo para pedir el cese del presidente, Victor Yanuk¨®vich, el cese del Gobierno y el castigo de los responsables de la represi¨®n del pasado fin de semana y tambi¨¦n la integraci¨®n a Europa. La bandera estrellada de la UE ondea en las plazas y calles de Kiev y da cobijo a una multitud ilusionada y resuelta, que est¨¢ simplemente harta y que quiere la ¡°revoluci¨®n¡± con un contenido sem¨¢ntico vago pero claramente positivo.
En el enfrentamiento que est¨¢ desarroll¨¢ndose en Ucrania convergen muchas l¨ªneas argumentales, desde las m¨¢s prosaicas a las m¨¢s globales y geoestrat¨¦gicas. Queda claro: Ni la guerra fr¨ªa ha concluido en Europa ni el imperio sovi¨¦tico en la mayor¨ªa de su territorio ha dejado paso todav¨ªa a pa¨ªses estables y democr¨¢ticos con instituciones capaces de encauzar reivindicaciones democr¨¢ticas.
Los l¨ªderes de la revoluci¨®n ucraniana no controlan a la multitud que quiere la revoluci¨®n. Esto puede asustar, pero todo depende de c¨®mo acabe el juego. Si los revolucionarios vencen y el r¨¦gimen de Yanuk¨®vich cae sin sangre y se encauza la calle en un proceso electoral, tal vez el que tenga m¨¢s motivo para inquietarse sea el l¨ªder de Rusia, Vlad¨ªmir Putin, por cuanto Ucrania puede ser un ejemplo de lo que puede ocurrir en su propio pa¨ªs si sigue apret¨¢ndole las tuercas.
Pero si los manifestantes fracasan y la violencia y la anarqu¨ªa se apoderan de un pa¨ªs como Ucrania y ello justifica una brutal represi¨®n policial asustarse pueden todos, desde Washington a Mosc¨² pasando por Bruselas. Y en ese caso, puede que tengamos que ponernos a analizar la perspectiva real del desgarramiento del pa¨ªs en una zona oriental y meridional de cultura rusa y otra occidental, que es la cuna del nacionalismo ucraniano. El fantasma de Yugoslavia se perfilar¨ªa entonces en el horizonte.
Pero cualquiera que sean los an¨¢lisis de la situaci¨®n a posteriori, la cantidad de gente madura y decidida a que caiga el Gobierno no deja lugar a dudas: los centenares de miles de personas que salen a la plaza en Kiev est¨¢n hartas.
En la calle Hrush¨¦vskoho, frente a la sede del Gobierno, grupos de manifestantes estaban levantando las rejas met¨¢licas de las jardineras en torno a los ¨¢rboles. Con una pieza de metal en la mano, un hombre ya maduro contestaba a las preguntas de esta corresponsal:
-?Por qu¨¦ tiene ese hierro en la mano?
-Este hierro es para construir una barricada. No tenemos nada m¨¢s. No tenemos otros m¨¦todos Tenemos palos y lo que hemos pillado y nos defenderemos de estas autoridades.
-?Y no puede ser que acabe usando este hierro para atacar?
-Creo que si estos dirigentes se quedan yo personalmente voy a ser castigado, porque ya han filmado a todos los que hemos participado en esto. No tenemos salida. Tenemos que vencer.
-?De d¨®nde es usted? ?Qu¨¦ edad tiene?
-Soy de Donetsk. Tengo 55 a?os
-?Es usted minero?
-No. Solo tengo cuatro hijos y seis nietos y quiero que vivan en un pa¨ªs europeo.
-Europa no necesita gente agresiva, sino gente que se ponga de acuerdo pac¨ªficamente entre ella.
-?Acaso necesitan ustedes a esos bandidos [hace una se?al en direcci¨®n a la sede de Gobierno]? Lo hemos intentado y no entienden. Pegan a nuestros ni?os que se manifiestan pac¨ªficamente. ?Hemos de esperar que nos peguen a todos? Nosotros no les pegamos y estas rejas son propiedad del Ayuntamiento, dice sacudiendo el trozo de jardinera que tiene en la mano.
?-Esto es un gran trozo de hierro
?-Y servir¨¢ para nuestras barricadas. No lo alzaremos contra ellos las fuerzas de seguridad] como ellos levantaron sus porras contra nosotros.
?-?C¨®mo se llama usted?
Mi interlocutor da el nombre completo:? nombre de pila, patron¨ªmico y apellido. Lo hace frente a la grabadora, tranquilo, decidido, con las rejas en la mano, con el rostro descubierto. Y ese rostro descubierto, ese nombre dado sin vacilaciones, son una afirmaci¨®n de responsabilidad que impone y que tambi¨¦n asusta. Todo depender¨¢ de c¨®mo acabe.
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