Martha Frayde, una vida por Cuba
Comprometida con la lucha por las libertades en la isla desde antes de la dictadura de Batista, purg¨® con una dura estancia en la c¨¢rcel su defensa de los derechos humanos frente a Castro
No es que Lenin fuese un proletario, pero a fin de cuentas los trabajadores estuvieron presentes en el proceso revolucionario ruso. La revoluci¨®n cubana ofrece una composici¨®n social bien diferente. En gran medida, fue un movimiento generacional surgido en el interior de las elites, frente a la crisis pol¨ªtica del pa¨ªs. Fidel era hijo de un gran terrateniente. Su amiga Martha Frayde, ahora fallecida, pertenec¨ªa al sector intelectual de la alta burgues¨ªa criolla y, como ella misma recuerda en su autobiograf¨ªa ¡ªEscucha, Fidel, publicada hace un cuarto de siglo en Francia¡ª, estaba destinada a culminar una brillante carrera como m¨¦dico, tras su formaci¨®n en Canad¨¢. A¨²n antes de que el 10 de marzo de 1952 Batista diera su golpe de estado, tanto Fidel como Martha y otros j¨®venes se entregaron a una militancia pol¨ªtica en el Partido Ortodoxo de Eduardo Chib¨¢s, l¨ªder de una cruzada anticorrupci¨®n, que al suicidarse el l¨ªder y llegar el batistato se convirti¨® en vivero para la lucha antidictatorial.
Como Nati Revuelta, la bella amante de Fidel, esposa de un prestigioso m¨¦dico, Martha debi¨® de participar en la preparaci¨®n del asalto al cuartel de Moncada, aunque de ello no habla en la autobiograf¨ªa, y su actividad fue muy intensa hasta la victoria castrista, convirti¨¦ndose finalmente en compa?era de viaje del partido comunista, cuando este abandona su oposici¨®n a la guerrilla. De hecho una serie de andanzas por tierras rojas la ha convertido ya antes en una ferviente admiradora de la China de Mao. Sin dejar de lado un permanente inter¨¦s por el arte y la escritura. De ah¨ª la amistad con Wifredo Lam y la cercan¨ªa a Lezama Lima, quien se referir¨¢ a ella como ¡°la dama de Florencia¡±.
La militancia ortodoxa hab¨ªa sido el tel¨®n de fondo de una estrecha relaci¨®n con Fidel, al que le gustaba salir de noche con su esposa Mirta, con ella y Aram¨ªs Taboada, destinado con el tiempo a morir en las c¨¢rceles de su examigo. Tambi¨¦n le gustaba a Fidel c¨®mo cocinaba Martha, y por ello se dejaba caer por casa de la m¨¦dica con mucha frecuencia para cenar. Y sin duda le gustaba tambi¨¦n su firmeza como intelectual y como militante, evocada hace poco por P¨ªo Serrano al relatar el episodio de 1965 en el que Martha se presenta en una reuni¨®n en la cual participan entre otros Cabrera Infante y Virgilio Pi?era, y les increpa: ¡°?Por qu¨¦ no son ustedes m¨¢s militantes? Lo que tienen que hacer es enfrentarse a la realidad¡±. Esto implicaba ¡°cuestionarlo todo y pedir explicaciones al Gobierno por lo que hace mal¡±. Es decir, pelear. Martha hab¨ªa peleado contra Batista, su compromiso le hizo ganarse la confianza de Fidel ¡ªque en enero de 1959 la dio un pase para acceder libremente a su presencia y la puso al frente del Hospital Nacional¡ª, pero otra cosa es que tolerase una discrepancia. La pelea acabar¨¢ con Martha Frayde purgando m¨¢s de tres a?os de c¨¢rcel, entre 1976 y 1979, sobre una condena de 29 a?os. En enero del 76 hab¨ªa fundado en La Habana el Comit¨¦ Cubano Pro-Derechos Humanos, al lado de Gustavo Arcos, veterano del Moncada, quien hasta su muerte asumi¨® la representaci¨®n del organismo en Cuba, y del excomunista Ricardo Bofill. Fue una estancia carcelaria terrible, puntualmente relatada en Escucha, Fidel. Las amistades pasadas contaban poco para el comandante.
En marzo de 1962 es Martha Frayde quien hace entrega en La Habana a Fidel Castro de la medalla del Premio Lenin de la Paz, otorgado por la URSS. La frase que Fidel dedica a Martha en el acto de imposici¨®n revela ya un incipiente malestar: ¡°?Cuidado Martha! No me pinches. Siempre eres muy dura conmigo¡±. El hecho es que Fidel se la quita cordialmente de en medio, envi¨¢ndola en agosto a Par¨ªs como delegada ante la UNESCO. En el viaje la acompa?ar¨¢ Beba Sifontes, su amiga inseparable, que desempe?¨® una labor incansable de apoyo en los tiempos de persecuci¨®n (incluida una fallida experiencia como balseras en 1972). Los tres a?os de estancia en Par¨ªs de Martha Frayde marcaron su viraje ideol¨®gico hacia la oposici¨®n a la dictadura y al comunismo. Al volver a Cuba en 1965, Fidel ya no la dejar¨¢ salir, hasta que en 1979 sea liberada de prisi¨®n.
En Espa?a, Martha Frayde desarroll¨® una constante actividad al frente del Comit¨¦ Pro-Derechos Humanos, en su triple vertiente de denuncia de las violaciones, ayuda a las v¨ªctimas y lucha en la esfera internacional para que el castrismo no escape a una condena. Mantendr¨¢ la edici¨®n de un bien documentado bolet¨ªn sobre el tema, hasta que casi nonagenaria sus facultades f¨ªsicas mermen, En todo este tiempo, Helen D¨ªaz cumpli¨® el abnegado papel de buena samaritana. Por fin, apenas obtenida el alta de una neumon¨ªa, fallece el 4 de diciembre. ¡°No he olvidado Cuba ¡ªescribi¨®¡ª. Soy una exiliada, pero siempre me negu¨¦ a entrar en una organizaci¨®n pol¨ªtica. El testimonio es mi ¨²nica arma. Lucho por los derechos humanos en el mundo y ayudo a los refugiados cubanos. No he perdido la esperanza de que un d¨ªa renazcan en mi pa¨ªs la libertad y la democracia¡±.
Una primera cesi¨®n de sus obras de arte tuvo lugar a¨²n en vida, al fondo Herencia Cubana de la Universidad de Miami. Tal ser¨ªa ahora el destino veros¨ªmil de sus documentos y escritos, entre los cuales se habla de una segunda y m¨¢s amplia autobiograf¨ªa, cuya existencia alguien niega. Lo importante es que lleguen a su destino universitario. Seg¨²n cuenta la propia Martha en el episodio de la amiga que la delata en su autobiograf¨ªa, las manos de Fidel eran y son alargadas.
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