Tiempos parad¨®jicos
En este momento de cambios, es cuando se est¨¢n afirmando por toda la Uni¨®n Europea los movimientos populistas
Entre los cambios que estamos viviendo, algunos son susceptibles de transformar radicalmente nuestro mundo. Estos cambios son a menudo parad¨®jicos, como demuestra hoy la situaci¨®n de Estados Unidos y de Europa. Si nos centramos en Estados Unidos, solo puede llamarnos la atenci¨®n el hecho de que nuestra vida est¨¢ completamente dirigida, encauzada y puede que tambi¨¦n vigilada por unas firmas norteamericanas convertidas, en algunos a?os, en los gigantes de este comienzo de siglo: Google, Facebook, Amazon, Apple, por citar solo aquellas con las que nos encontramos varias veces al d¨ªa.
Al mismo tiempo, Estados Unidos vuelve a ser un actor capital, es decir, independiente, del mercado m¨¢s decisivo estrat¨¦gica y militarmente: el de la energ¨ªa. Sobre todo, gracias a la explotaci¨®n del gas de esquisto. La consecuencia previsible es el debilitamiento del peso econ¨®mico y pol¨ªtico tanto de las monarqu¨ªas petroleras como tambi¨¦n de Rusia, cuya econom¨ªa es similar a la de un emirato, pues reposa exclusivamente en la explotaci¨®n y venta del gas y el petr¨®leo.
Parad¨®jicamente, esta dominaci¨®n tecnol¨®gica y este renacimiento econ¨®mico estadounidenses corren parejos con un debilitamiento pol¨ªtico cada vez m¨¢s patente.
En este terreno, el indicador ha sido, este a?o, el empeoramiento de la tragedia siria y el vuelco de la relaci¨®n de fuerzas a favor de Bachar el Asad, apoyado por Rusia e Ir¨¢n. Las vacilaciones de Barack Obama, que, al cabo de tres a?os, finalmente ha renunciado a toda acci¨®n, siguen siendo objeto de cr¨ªtica. En ese intervalo, Bachar el Asad se ha recuperado, mientras que la oposici¨®n ha sido presa de los yihadistas. El debilitamiento estadounidense tambi¨¦n es visible en la protesta generalizada provocada por el espionaje oficial del que han sido v¨ªctimas tanto la canciller alemana como la presidenta brasile?a. Y qu¨¦ decir de la situaci¨®n institucional que ha paralizado varias veces a la presidencia, especialmente bajo la influencia de los tea parties... El resultado de esta situaci¨®n es que actualmente las instituciones son disfuncionales.
Aunque de otra forma, Europa vive tiempos igualmente parad¨®jicos. La UE cierra 2013 con una victoria pol¨ªtica: el nacimiento de la uni¨®n bancaria, una consecuencia directa y una lecci¨®n de la crisis financiera que representa un avance esencial. Desde la perspectiva de una futura defensa europea -que ser¨¢ la pr¨®xima etapa indispensable para aquellos que han aprendido la lecci¨®n del repliegue estrat¨¦gico norteamericano iniciado por Barack Obama y que la nueva independencia energ¨¦tica estadounidense solo puede acelerar-, hay una reflexi¨®n en marcha y una promesa de una mejor coordinaci¨®n. Y, sobre todo, y pese a todos los malos augurios y a los especuladores de Wall Street y de la City, que persegu¨ªan el desplome del euro, este no se ha producido. Al contrario, el ingreso de Letonia ha agrandado la eurozona, que podr¨ªa verse ampliada a Polonia, actualmente candidata al ingreso.
Por ¨²ltimo, han aparecido los primeros signos de recuperaci¨®n, y la reactivaci¨®n se perfila en el horizonte del a?o que est¨¢ por comenzar.
La paradoja es que, en este momento de cambios, es cuando se est¨¢n afirmando por toda la Uni¨®n Europea unos movimientos populistas, o incluso, en ciertos pa¨ªses, neonazis o neofascistas, cuyo punto com¨²n es el rechazo -por no decir el "odio"- de Europa. Tanto es as¨ª que ciertos profesores universitarios y editorialistas reputados nos explican que el populismo y ciertas formas de fascismo que, durante la segunda mitad del siglo XX, fueron la marca de Latinoam¨¦rica, pueden llegar a ser una amenaza para el sur de Europa, Francia e Italia incluidas. Yo no comparto este pesimismo. Si bien es cierto que en casi todas partes, salvo en Alemania, se est¨¢n produciendo brotes populistas autoritarios y peligrosos, me parece que, aunque uniesen sus fuerzas, esos movimientos no conseguir¨¢n tener un verdadero peso en el Parlamento Europeo.
En realidad, nuestro problema es el siguiente: nos cuesta conciliar el amor por nuestros respectivos pa¨ªses con el amor por nuestra ¨¦poca. El rechazo hacia esta por parte de buen n¨²mero de nuestros conciudadanos es la fuente de muchas de nuestras dificultades. Dificultades que, en buena medida, solo ser¨¢n solubles en la Uni¨®n Europea.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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