Las empresas de EE UU dan la espalda a las v¨ªctimas de Bangladesh
Los grandes grupos rechazan otorgar indemnizaciones por el colapso de los talleres textiles del Rana Plaza
En la respuesta a la tragedia del colapso del edificio Rana Plaza de Bangladesh se va trazando una diferencia cada vez m¨¢s amplia entre las grandes empresas textiles europeas y las estadounidenses. Si hace unos meses las divergencias surgieron en el grado de compromiso en la mejora de la seguridad de los talleres de confecci¨®n, ¨²ltimamente lo han vuelto hacer en las compensaciones econ¨®micas a las familias de las 1.132 v¨ªctimas mortales y los cerca de 2.000 heridos por el derrumbe del pasado abril.
La cat¨¢strofe de Dacca el pasado 24 de abril sacudi¨® las conciencias de Occidente y de sus gigantes de la moda, que prometieron mejorar las condiciones laborales del que, gracias a sus salarios dram¨¢ticamente irrisorios, es el segundo productor mundial textil, por detr¨¢s de China. Ocho meses despu¨¦s las promesas han cristalizado en varios acuerdos de mejora a largo plazo, aunque unos m¨¢s concretos que otros; pero la mayor¨ªa de las v¨ªctimas siguen sin haber recibido ninguna indemnizaci¨®n. Es un escenario en el que parecen sentirse c¨®modas las compa?¨ªas de Estados Unidos, que se han desentendido de lo sucedido y han optado por mirar hacia adelante, centrando sus esfuerzos en evitar nuevos accidentes.
"Lamentablemente mientras algunas firmas europeas y canadienses est¨¢n al frente de los esfuerzos para pactar las indemnizaciones, ninguna norteamericana ha acordado participar en el proceso¡±, explica Liana Foxvog, directora de organizaci¨®n y comunicaci¨®n del Foro Internacional de Derechos Laborales (ILRF, por sus siglas en ingl¨¦s), una entidad civil con sede en Washington que integra la campa?a contra la precariedad laboral de los talleres de Bangladesh.
En el momento del derrumbe del Rana Plaza, levantado con materiales de p¨¦sima calidad sobre un terreno pantanoso, se confeccionaban prendas para dos empresas de EE UU: Children¡¯s Place y Chto Fashion. Hasta unos meses antes tambi¨¦n se tej¨ªa ropa para Wal-Mart, la mayor cadena minorista del mundo y el segundo mayor cliente de todas las f¨¢bricas de Bangladesh, por detr¨¢s del gigante sueco H&M. Tras el colapso, Children¡¯s Place, una marca popular de ni?os, prometi¨® otorgar una indemnizaci¨®n a las v¨ªctimas pero con el transcurso de los meses se ha ido desentendido, seg¨²n lamenta Foxvog en conversaci¨®n telef¨®nica.
En cambio, Wal-Mart rechaz¨® ¡°al instante¡± participar en cualquier proceso de compensaci¨®n alegando que ya no ten¨ªa ninguna l¨ªnea de producci¨®n en ese complejo. ¡°Sin embargo, hab¨ªan hecho ¨®rdenes significativas de pedidos en 2012, y teniendo en cuenta que se beneficiaron del lugar deber¨ªan haber cumplido su responsabilidad de identificar los problemas que hab¨ªa en el edificio e informar a los empleados de los riesgos que afrontaban trabajando all¨ª, en vez de simplemente redirigir sus ¨®rdenes a otras f¨¢bricas y marcharse¡±, denuncia.
De momento, la ¨²nica empresa que ha pagado una indemnizaci¨®n es la anglo-irlandesa Primark, una de las principales clientas del Rana Plaza. Ha abonado 16.000 taka (unos 200 d¨®lares) a cada uno de los supervivientes y a los familiares de los fallecidos. Se trata del equivalente a cerca de seis meses de salario, teniendo en cuenta que Bangladesh sigue pagando el sueldo m¨ªnimo m¨¢s m¨ªsero del mundo. Esos tristes 38 d¨®lares al mes que han atra¨ªdo en masa a las firmas occidentales y han enquistado la precariedad en el pa¨ªs asi¨¢tico a cambio de surtir la ropa barata de medio mundo.
Recientemente, explica Foxvog, Primark se comprometi¨® a hacer un segundo pago de la misma cantidad, a la vez que el minorista canadiense Loblaw hac¨ªa una promesa similar. Ambos grupos junto al italiano Benetton, el espa?ol El Corte Ingl¨¦s y el brit¨¢nico Bonmarch¨¦? -que tambi¨¦n ten¨ªan prendas fabricadas en el inmueble derrumbado- son los ¨²nicos que han firmado el acuerdo global de compensaci¨®n que preparan desde septiembre la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo, el Gobierno de Bangladesh -al que se ha acusado de ser c¨®mplice de la tragedia-, los sindicatos y las organizaciones civiles. Todas estas cadenas comerciales, salvo Benetton, anunciaron el martes, coincidiendo con los ocho meses de la cat¨¢strofe, un acuerdo preliminar para crear un fondo de indemnizaci¨®n que deber¨ªa alcanzar los 40 millones de d¨®lares. Al margen de las tres estadounidenses, tambi¨¦n se han opuesto a suscribirlo grandes empresas europeas, como la espa?ola Mango, que hab¨ªa hecho un pedido de prueba, y la francesa Carrefour.
Mientras se libra la batalla por las reparaciones, el conjunto del sector lucha por mejorar las condiciones laborales de su d¨ªa a d¨ªa. A mediados de noviembre, alrededor de 200 f¨¢bricas a las afueras de Dacca hicieron un d¨ªa de huelga para exigir un aumento salarial. Una comisi¨®n integrada por representantes gubernamentales, empresariales y sindicales propuso elevar el sueldo un 77%, de los 38 d¨®lares actuales a 68, pero los empleados del textil reclaman que llegue hasta los 104. Se trata, no obstante, de un precario c¨ªrculo vicioso de oferta y demanda, pues los empresarios locales argumentan que ese incremento es imposible si las multinacionales extranjeras no les pagan m¨¢s como proveedores, algo a lo que estas no parecen estar nada dispuestas. En junio la Administraci¨®n de EE UU suspendi¨® algunos privilegios comerciales de los que gozaba Bangladesh como presi¨®n a las autoridades, lo que contrasta con la posici¨®n de tibieza de las empresas estadounidenses.
Pero m¨¢s all¨¢ del sueldo desolador, muchos de los heridos del Rana Plaza no pueden ni siquiera volver a trabajar, como consecuencia de las graves secuelas -como amputaciones- e intensos dolores derivados del colapso. De hecho, pr¨¢cticamente la totalidad de los supervivientes no lo han hecho, seg¨²n una encuesta de la ONG Action Aid. ¡°Se encuentran en una situaci¨®n extremadamente desesperada¡±, advierte la portavoz del Foro Internacional de Derechos Laborales. El derrumbe del edificio ha empobrecido a los empleados -la inmensa mayor¨ªa eran mujeres j¨®venes, que cobraban entre 38 y 102 d¨®lares al mes- y est¨¢ lastrando su futuro m¨¢s inmediato y el de sus allegados: ¡°Es extremadamente importante que reciban alguna compensaci¨®n porque hay familias que han tenido que sacar a sus hijos del colegio y mandarlos a trabajar porque no tienen otro modo de conseguir comer. Algunos trabajadores no pueden costearse las visitas de seguimiento con los m¨¦dicos, por lo que no se recuperan de sus lesiones y no tienen ninguna posibilidad de encontrar otro empleo¡±.
Seg¨²n algunos analistas, la oposici¨®n frontal de todas las empresas estadounidenses -que importan el 30% del tejido que produce Bangladesh, a¨²n por detr¨¢s de los niveles de las europeas- a participar en el proceso de reparaci¨®n a las familias se debe al temor de que al hacerlo estar¨ªan admitiendo su participaci¨®n en posibles negligencias, lo que podr¨ªa acarrearles acciones judiciales y ensuciar m¨¢s su imagen. Pese a ello, en casos como el de Wal-Mart, su reputaci¨®n ya ha quedado muy en entredicho por su profunda dependencia de las f¨¢bricas textiles de Bangladesh -a las que compra cada a?o cerca de 1.000 millones de d¨®lares en ropa- y por estar muy salpicado por otros accidentes en el pa¨ªs.?
Seguramente el mejor ejemplo es el incendio de la f¨¢brica de Tazreen, en noviembre de 2012, en el que fallecieron 112 trabajadores. En el momento del suceso, cinco de las catorce l¨ªneas de producci¨®n estaban confeccionando prendas para Wal-Mart, seg¨²n revelaron documentos hallados en los talleres tras el fuego. Sin embargo, la mayor cadena minorista del mundo se sacudi¨® cualquier responsabilidad, adujo que la producci¨®n no estaba autorizada y se ha negado, igual que en el desastre del Rana Plaza, a participar en el proceso de indemnizaci¨®n global, que puede rondar los seis millones de d¨®lares. En Tazreen tambi¨¦n se elaboraban prendas para otras cuatro empresas de EE UU, entre ellas Sears. Todas se han opuesto a conceder compensaciones.
Hay otro caso m¨¢s reciente: el pasado octubre se desat¨® otro incendio en una f¨¢brica de Bangladesh, en el que murieron ocho personas. Y en ella tambi¨¦n se tej¨ªan textiles para Wal-Mart, as¨ª como para la estadounidense Gap y H&M. El ILRF ha pedido, sin ¨¦xito, a todas estas ense?as de EE UU que participen en las compensaciones por los tres sucesos, aunque ha puesto m¨¢s ¨¦nfasis en Wal-Mart por su implicaci¨®n en todos ellos y por su envergadura empresarial. Y ante todos los reclamos, el l¨ªder de los hipermercados ha optado por la misma estrategia: mirar solo hacia el futuro, limit¨¢ndose a un compromiso de mejora de los talleres. ¡°Nuestro objetivo es impactar positivamente en las pr¨¢cticas globales de la cadena de suministro, incrementando nuestros propios est¨¢ndares y asoci¨¢ndonos con otros para mejorar las condiciones del conjunto de trabajadores del sector. Seguiremos invirtiendo en programas proactivos para prevenir tragedias¡±, respondi¨® Rajan Kamalanathan, vicepresidente de asuntos ¨¦ticos de Wal-Mart, al correo electr¨®nico que le envi¨® la organizaci¨®n para urgirle a participar en las indemnizaciones por el colapso del Rana Plaza. El departamento de comunicaci¨®n de la empresa no contest¨® al correo electr¨®nico de este peri¨®dico en el que se ped¨ªa su posicionamiento respecto al proceso de indemnizaci¨®n.
En los ¨²ltimos meses, Wal-Mart ha anunciado que ha intensificado sus inspecciones a sus f¨¢bricas en Bangladesh. Gap, que trabaja con 70 talleres en el pa¨ªs, ha hecho comunicaciones similares. Los dos gigantes se aliaron en mayo para desmarcarse de la iniciativa de las compa?¨ªas europeas e impulsar su propio acuerdo para mejorar la seguridad en el sector textil, que emplea a cerca de cuatro millones de personas. Crearon la Alianza por la Seguridad de los Trabajadores de Bangladesh, a la que se han sumado la mayor¨ªa de las grandes empresas de EE UU que tienen prendas producidas all¨ª, como Target, Sears o J.C.Penney. Su rechazo al convenio europeo -denominado Plan Contra Incendios y por la Seguridad, y promovido por la espa?ola Inditex y H&M- lo justificaron en el recelo a posibles demandas judiciales por parte de los sindicatos.
La principal diferencia entre ambos acuerdos, seg¨²n explica Foxvog, es que el impulsado por las europeas es legalmente vinculante al obligar a las compa?¨ªas a costear parte de las mejoras de seguridad requeridas en los talleres textiles, mientras que el estadounidense no lo es e incluye pr¨¦stamos. ¡°Al final es una cuesti¨®n de tener que pagar m¨¢s dinero en seguridad¡±, subraya. Adem¨¢s, el pacto europeo -al que se han sumado 125 empresas, algunas de ellas norteamericanas, como Abercrombie & Fitch, American Eagle o Fruit of the Loom- da m¨¢s voz a los sindicatos mientras que el estadounidense sigue dejando todo el poder en manos de las compa?¨ªas.
No es un asunto nada balad¨ª si se echa un vistazo a los tr¨¢gicos antecedentes. En el incendio de Tazreen los trabajadores, tras alertar del olor a humo, fueron obligados a volver a sus puestos porque los patronos creyeron que era una falsa alarma, aunque por si acaso, para evitar huidas, les cerraron con llave las puertas de esa planta, lo que acentu¨® la cat¨¢strofe cuando ya fue evidente que el fuego era bien real. O qu¨¦ decir del Rana Plaza: tras ver grietas en la pared los empleados pidieron no volver al d¨ªa siguiente pero sus superiores los amenazaron con retirarles un mes de sueldo si lo hac¨ªan. Al d¨ªa siguiente el edificio, repleto de personas, se colaps¨®. Con estos antecedentes de fondo, la representante del ILRF resume muy n¨ªtidamente su sentir: ¡°Dar a los trabajadores la posibilidad de tener voz puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte en Bangladesh¡±.
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