Maduro hace de Ch¨¢vez, por ahora
El Presidente de Venezuela se fortaleci¨® durante 2013, pero la crisis econ¨®mica puede cambiar su suerte en cualquier momento
Es cierto: no tiene el carisma de su padre pol¨ªtico Hugo Ch¨¢vez y quiz¨¢ tampoco concita en torno a s¨ª la unanimidad de todo el chavismo. Pero nadie podr¨¢ negarle al presidente de Venezuela Nicol¨¢s Maduro que culmina 2013 mucho m¨¢s fortalecido en lo pol¨ªtico que como estaba a comienzos de a?o. Hoy tiene la fuerza para convocar a un di¨¢logo condicionado con la oposici¨®n. La base de ese posible entendimiento ser¨¢ el programa de gobierno, llamado Plan de la Patria, escrito por el l¨ªder bolivariano en 2012, y que, seg¨²n sus cr¨ªticos, contradice a la Constituci¨®n.
Su actual situaci¨®n es una suma de aciertos propios y errores de sus contrarios. Hoy, tras nueve meses en el poder, se permite no ya imitar sino hacer de Hugo Ch¨¢vez. El di¨¢logo implica la aceptaci¨®n de un modelo que reduce la propiedad privada como motor de la econom¨ªa mediante el desarrollo de empresas comunales de propiedad social, y avala la creaci¨®n de las comunas, un ente de gobierno local controlado por el poder central, que resta competencias a las alcald¨ªas y gobernaciones. Valga este otro ejemplo: el fin de semana pasado el jefe del Estado apareci¨® en La Habana para conversar con los hermanos Castro. Fue una corta y no anunciada visita, no autorizada por la Asamblea Nacional, tal como las que sol¨ªa hacer su predecesor. ¡°Tuvimos largos encuentros de conversaci¨®n y trabajo con el comandante Fidel Castro¡±, agreg¨® Maduro en su mensaje de v¨ªsperas de Navidad desde el palacio de Miraflores.
M¨¢s que un gesto que ratifique los estrechos lazos que Ch¨¢vez forj¨® en vida con los Castro, la visita representa un hito personal para Maduro. El d¨ªa de Navidad parec¨ªa como si el tiempo hubiera retrocedido a los meses previos del diagn¨®stico de la enfermedad de Ch¨¢vez. Es esa sensaci¨®n de que este Presidente tampoco tiene l¨ªmites en el ejercicio del poder y que las formalidades son prescindibles.
Maduro hab¨ªa al menos disimulado el desprecio por los formalismos cuando su gobierno apenas se sosten¨ªa. En abril, tras una p¨ªrrica y cuestionada victoria sobre el abanderado opositor Henrique Capriles Radonski, hab¨ªa rebajado el perfil arrogante del movimiento que le apoya y tendi¨® puentes con el sector privado en aras de encontrar soluciones al cr¨®nico desabastecimiento que azota a este pa¨ªs. Mientras tanto el pragm¨¢tico ministro de Finanzas, Nelson Merentes, suger¨ªa una flexibilizaci¨®n del r¨ªgido control de cambio para oxigenar la econom¨ªa. Incluso hubo un acercamiento con Estados Unidos en la Asamblea General de la OEA en Antigua celebrada en junio. Al d¨ªa de hoy todos esos indicios lucieron como una manera de ganar tiempo mientras el reclamo en tribunales de la oposici¨®n, que considera que gan¨® los comicios, era desestimado por el Tribunal Supremo de Justicia, cuyos 32 magistrados tienen como primera credencial su foja chavista. Tres meses despu¨¦s de su elecci¨®n Maduro retom¨® la costumbre de gobernar a espaldas del pa¨ªs que se le opon¨ªa, que en ese entonces era de 49%.
El elevado gasto p¨²blico es quiz¨¢ la principal raz¨®n por la cual el chavismo mantiene tantas simpat¨ªas entre la mayor¨ªa de los venezolanos. Las constantes elecciones -19 en los ¨²ltimos quince a?os- son la excusa para mantener el frenes¨ª de repartir dinero a trav¨¦s de programas clientelares y mantener movilizada a la base afecta al proceso bolivariano. A pesar de todo esto Maduro comenz¨® un lento declive hasta el mes de noviembre. Las encuestas mostraban un rechazo a su gesti¨®n. La encuestadora Hinterlaces aseguraba que en su medici¨®n de octubre 69% de la poblaci¨®n consideraba que el pa¨ªs no iba por buen camino. Los asesores oficialistas tomaron nota del declive. El 8 de noviembre Maduro dio un golpe en la mesa y orden¨® la ocupaci¨®n de la tienda de electrodom¨¦sticos Daka para confiscar y rematar su existencia a valores fijados por el gobierno. Fue el inicio de un plan ambicioso que pretende regular los precios de todos los bienes y servicios que se ofertan en el pa¨ªs, con el argumento de que los comerciantes especulan e inducen un incremento artificial de la inflaci¨®n, que en un a?o alcanz¨® 54,3%. El margen m¨¢ximo de ganancia a¨²n no ha sido establecido de forma oficial, pero ronda el 30%.
Una medida como esta permiti¨® a Maduro recuperar 12 puntos y coronar una victoria del Gran Polo Patri¨®tico, la alianza de organizaciones oficialistas, en las elecciones municipales del 8 de diciembre. Pese a que la oposici¨®n avanz¨® conquistando importantes capitales de provincia y aument¨® el n¨²mero de alcaldes, la suma de los votos nacionales mostr¨® una brecha similar a la ¨²ltima victoria obtenida por Hugo Ch¨¢vez en octubre de 2012 (alrededor de 10 por ciento). La diferencia entre esas dos Venezuelas ha vuelto a manifestarse. Ni los sectores populares parecen dispuestos a pasar masivamente del lado de la oposici¨®n, ni las clases medias han logrado ser conquistadas por el chavismo.
La gran pregunta es si esa porci¨®n que hoy es mayor¨ªa circunstancial ya ha asumido como hoja de ruta el modelo propuesto por el gobierno. Maduro tiene el reto de lidiar con el negro vaticinio del corto plazo. La escasez, derivada de los controles de los precios de los alimentos e insumos b¨¢sicos, la ineficiencia y la falta de recursos, amenaza con alcanzar niveles nunca antes vistos. El gobierno, que ha demostrado su ineficiencia como administrador, ahora asumir¨¢ la reposici¨®n de inventarios de muchos otros rubros porque el empresariado, temeroso de importar y vender por las regulaciones impuestas a la ganancia, ahora se mueve con m¨¢s cautela. El fin de la resaca navide?a marcar¨¢ el inicio de una in¨¦dita etapa en la vida republicana de Venezuela.
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