La movilidad laboral ahonda la polarizaci¨®n en la UE
Los pa¨ªses ricos pugnan para evitar presuntos abusos de sus sistemas de bienestar. La Comisi¨®n pelea con firmeza contra los intentos de restricci¨®n de libertades
Algo m¨¢s de 27 millones de rumanos y b¨²lgaros, el 5% de la poblaci¨®n de la UE, tienen desde esta semana derecho a ganarse la vida en cualquiera de los 28 Estados miembros. La afirmaci¨®n sugiere grandes cambios en la movilidad interna del continente, pero en la pr¨¢ctica las novedades son m¨ªnimas. Porque de todos los miembros del club comunitario, solo nueve aplicaban restricciones a estas dos nacionalidades. Y las trabas afectaban exclusivamente a los empleados por cuenta ajena, que necesitaban permiso de trabajo para establecerse. Adem¨¢s, la mayor¨ªa de los que quer¨ªan emigrar a otro pa¨ªs comunitario ya lo han hecho (m¨¢s de tres millones de personas, seg¨²n la Comisi¨®n).
Con este escenario de fondo, solo el oportunismo pol¨ªtico explica la desproporci¨®n entre los peque?os cambios que implica el fin de la moratoria y la gran controversia suscitada, especialmente cuando el calendario de libre circulaci¨®n se conoc¨ªa desde hace casi 10 a?os.
La posibilidad de cerrar temporalmente el acceso a los nuevos europeos se fij¨® en las condiciones de adhesi¨®n de Ruman¨ªa y Bulgaria, que ingresaron en la UE en 2007. El objetivo era proteger los mercados laborales de los miembros m¨¢s antiguos del club frente a unos ciudadanos cuyas condiciones de vida distaban mucho de las de la Europa pr¨®spera. Excepciones similares, poco compatibles con el llamado esp¨ªritu comunitario, se hab¨ªan establecido tambi¨¦n para algunos de los pa¨ªses de la gran ampliaci¨®n que Europa hizo hacia el Este en 2004. Y, mucho antes, para espa?oles, portugueses y griegos. En ninguno de esos casos la apertura definitiva de puertas gener¨® un malestar similar al que se ha creado con rumanos y b¨²lgaros. Y ello a pesar de que el n¨²mero de emigrantes potenciales era mayor.
Crisis econ¨®mica y populismo han radicalizado el debate sobre inmigraci¨®n
Aunque seguramente nadie calibr¨® las consecuencias, esas pr¨¢cticas abrieron la puerta a observar a los reci¨¦n llegados como ciudadanos de segunda en la UE. La crisis y la demonizaci¨®n a la que someten los populismos todo lo que suene a extranjero, aun con la ciudadan¨ªa europea en el pasaporte, han radicalizado el debate y la polarizaci¨®n entre ricos y pobres. Parad¨®jicamente, los m¨¢s pasivos en este proceso han sido los m¨¢s afectados: rumanos y b¨²lgaros. Salvo para contrarrestar alg¨²n exceso verbal de los gobernantes brit¨¢nicos, Bucarest y Sof¨ªa no han movido ficha para orientar el debate hacia sus intereses, aseguran fuentes comunitarias.
El motivo hay que buscarlo en la firmeza que ha mantenido la Comisi¨®n Europea en este proceso. A pesar de las quejas, temores e incluso amenazas veladas que han lanzado algunos pa¨ªses ricos en los ¨²ltimos meses, Bruselas no ha cedido. Al principio su reacci¨®n fue defensiva, recordando cada vez que hab¨ªa ocasi¨®n que la libre circulaci¨®n es un pilar b¨¢sico de la UE y que las restricciones terminaban sin posibilidad de pr¨®rroga el 1 de enero de 2014. A medida que el debate sub¨ªa de tono, el Ejecutivo comunitario pas¨® a la ofensiva con estudios que demostraban que el impacto del nuevo escenario era m¨ªnimo y que rumanos y b¨²lgaros hab¨ªan tra¨ªdo prosperidad a los grandes pa¨ªses de la UE desde que se convirtieron en sus socios.
Bruselas se opuso a pr¨®rrogas en las restricciones a b¨²lgaros y rumanos
Seg¨²n esos trabajos, el PIB de la UE crece a largo plazo un 0,3% adicional al a?o gracias a la aportaci¨®n de los rumanos y b¨²lgaros desplazados (una d¨¦cima m¨¢s en el caso de los pa¨ªses m¨¢s antiguos y ricos del club). Si se ampl¨ªa el foco a todos los ciudadanos que se desplazan por el territorio comunitario sin un empleo de por medio (no solo rumanos y b¨²lgaros), la Comisi¨®n reduce su peso al 1% de la poblaci¨®n de la UE. Y la movilidad intracomunitaria (la inmensa mayor¨ªa, por razones laborales) solo afecta al 2,6% de todos los ciudadanos. Unas cifras bastante modestas para la polvareda que han suscitado.
Con esos mensajes oficiales, Ruman¨ªa y Bulgaria han preferido ponerse de perfil en un debate dominado por las incongruencias: Espa?a e Italia, con alrededor de un mill¨®n de rumanos y b¨²lgaros cada uno en su territorio ¡ªy una grave crisis a cuestas¡ª no se han pronunciado en contra de la libre movilidad. Reino Unido, con 149.000 ciudadanos de esos dos pa¨ªses y una situaci¨®n econ¨®mica mucho m¨¢s holgada, lo interpreta como una amenaza a su Estado de bienestar.
Estas piezas solo encajan cuando se incorpora el populismo como factor que extrema las posturas. El pa¨ªs m¨¢s beligerante ha sido Reino Unido, que se lanz¨® a pedir una extensi¨®n de las medidas temporales y amenaz¨® con restringir el acceso a las prestaciones sociales a los nuevos europeos. Le siguieron Holanda, Austria y Alemania, que estamparon su firma junto a la brit¨¢nica para pedir a Bruselas que frenara lo que consideraban abusos de la libre movilidad. La ¨²ltima voz altisonante ha sido la del territorio m¨¢s acaudalado de Alemania, el Estado de Baviera. El partido hegem¨®nico all¨ª, la CSU (hermano de la CDU de Angela Merkel), ha propuesto limitar la seguridad social para los rumanos y b¨²lgaros en la regi¨®n.
Hartos de agravios, algunos de los pa¨ªses que se sienten indirectamente aludidos por las sospechas de abusos en el Estado de bienestar de la Europa m¨¢s desarrollada decidieron responder. Poco antes de final de a?o, Polonia, Hungr¨ªa, Rep¨²blica Checa y Eslovaquia enviaron una carta a sus socios comunitarios en la que recordaban que la riqueza generada por sus ciudadanos en territorio brit¨¢nico superaba con creces el gasto en prestaciones. Ruman¨ªa y Bulgaria apoyaron el escrito. Y la mayor¨ªa de los Estados miembros rehusaron respaldar el alarmismo de Londres, cuya voz suena m¨¢s pero est¨¢, al menos de momento, en minor¨ªa.
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