A un a?o de mi destituci¨®n
La OEA como organizaci¨®n defensora de la democracia y de los derechos humanos est¨¢ m¨¢s silente que nunca
Hace un a?o fui destituido como Embajador en la OEA. Me distinguieron con el cargo 3 de julio del 2009; urg¨ªa estuviera en Washington al d¨ªa siguiente: se discutir¨ªa suspensi¨®n de la OEA de Honduras por destituci¨®n de Zelaya. En los tres a?os y medio que estuve all¨ª, Panam¨¢ se hizo sentir. Mi compromiso era defender la democracia continental: las actas de la OEA testimonian ese reiterado esfuerzo en casos emblem¨¢ticos en Venezuela, Ecuador, Honduras, Paraguay, Nicaragua, Bolivia, Cuba y Argentina.
Definitivamente que el tema de Venezuela se volvi¨® el m¨¢s repetitivo: Persecuci¨®n de periodistas, aislamiento de opositores, abusos en uso de recursos del Estado, negativa en cumplir fallos de Corte Interamericana de Derechos Humanos. Rehusar permitir visitas in situ de la CIDH, que supervisaran sus elecciones y salida de la CIDH. Aunque no las conoc¨ª todas, repetidas quejas de Caracas se dieron a mi gobierno por mis actuaciones.
Lo peor fue cuando Ch¨¢vez estaba muriendo. Las elecciones de diciembre 2012 se adelantaron para octubre ante temor que no llegara vivo. Mintieron de que sobreviv¨ªa al c¨¢ncer; hizo la campa?a desde un cami¨®n; no pod¨ªa caminar. Se cometieron miles de abusos, reportados por los pocos que pudieron observar esas elecciones. Ch¨¢vez desapareci¨® el 9 de diciembre cuando se fue a operar a Cuba; no se volvi¨® a ver. Hasta fotos falsas con las hijas se publicaron para ¡°demostrar¡± que estaba vivo.
Ten¨ªa que tomar posesi¨®n de su nuevo periodo el 10 de enero del 2013. Al se?alar la Constituci¨®n venezolana que en ausencia del Presidente deb¨ªa asumir el Presidente de la Asamblea, ninguno otro, algo irregular se cocinaba. Encargaron al Vicepresidente Maduro hasta la toma de posesi¨®n, pero en enrevesada interpretaci¨®n el Tribunal Supremo decidi¨® que Maduro pod¨ªa asumir por encima de lo que dec¨ªa la Constituci¨®n. El Secretario General de la OEA, Jos¨¦ Miguel Insulza, sin nadie ped¨ªrselo, se abalanz¨® a apoyar tan absurda interpretaci¨®n.
Seis d¨ªas despu¨¦s hab¨ªa Consejo Permanente. Desde el 11 de enero, mi Canciller¨ªa sab¨ªa que hablar¨ªa ese d¨ªa. El lunes 14 mostr¨¦ mi discurso a varios colegas, entre ellos la norteamericana. Iniciado el Consejo Permanente el 16, recib¨ª llamada de Canciller¨ªa: ¡°No puede hablar hoy; recibir¨¢ instrucciones escritas¡±. Escuch¨¦ y dije: ¡°Que me llame el Presidente¡±; colgu¨¦. Poco despu¨¦s llam¨® el Canciller R¨®mulo Roux. La petici¨®n de que no hablara hab¨ªa nacido el d¨ªa anterior por reuni¨®n sostenida con el Embajador norteamericano Jonathan Farrar; ped¨ªa prudencia para tratar el tema. Ante lo absurdo de esa excusa y tras larga discusi¨®n le confirm¨¦ que iba a hablar, ateni¨¦ndome a las consecuencias. Me dijo que el Presidente Martinelli me llamar¨ªa. Su respuesta: ¡°Ni los gringos quieren que hables¡±.
De acuerdo a mis convicciones democr¨¢ticas habl¨¦. Al d¨ªa siguiente me destituyeron, sin antes recibir la nota donde me instru¨ªan no lo hiciera. ?Me arrepiento de lo hecho ese 16 al denunciar que la democracia en Venezuela estaba enferma? En lo absoluto. Impusieron a Maduro; anunciaron la muerte de Ch¨¢vez el 5 de marzo 2013, cuando estaba muerto hac¨ªa m¨¢s de 35 d¨ªas; nunca han podido mostrar su certificado de defunci¨®n; lo denunci¨¦ ese 28 de febrero. Descaradamente se robaron las elecciones del 14 de abril con un candidato que a¨²n no prueba que naci¨® en Venezuela. Uno no se arrepiente de decir la verdad y de asumir una posici¨®n c¨®nsona con sus convicciones. Ese 17, en cadena nacional Maduro felicit¨® a ¡°su amigo¡± Martinelli por haberme destituido. Lo aplaud¨ªan a rabiar los que le acompa?aban.
A un a?o de este episodio, Panam¨¢ ya no se oye en la OEA; es uno m¨¢s del mont¨®n. La OEA como organizaci¨®n defensora de la democracia y de los derechos humanos est¨¢ m¨¢s silente que nunca; ya no es motivo de noticia. Sin embargo, la situaci¨®n de Venezuela est¨¢ peor que antes. La excusa esgrimida por algunos de que mis actuaciones afectaban los negocios en la Zona Libre de Col¨®n se desvanecen con los cientos de millones que desde all¨¢ adeudan todav¨ªa sin esperanza de cobrarlos. El chantaje funcion¨®, pero, lo m¨¢s importante, no me dobleg¨®. Mi compromiso democr¨¢tico sali¨® fortalecido. Que satisfacci¨®n produce el ser destituido por principios y no por otra raz¨®n.
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