Kaique y los 'rolezinhos': cada uno en su lugar
La l¨®gica que criminaliz¨® los 'rolezinhos' es la misma que llev¨® a la polic¨ªa a registrar la muerte del adolescente Kaique Augusto Batista do Santos como suicidio, antes de cualquier investigaci¨®n
La muerte del adolescente Kaique Augusto Batista do Santos y los rolezinhos, convocatorias masivas de j¨®venes de la periferia en centros comerciales, no coinciden solo en el calendario. Hablan de un lugar: donde es ¡°natural¡± encontrar un joven negro y pobre, donde no es ¡°natural¡± encontrarlo. La l¨®gica que determina la criminalizaci¨®n previa de los rolezinhos y la no criminalizaci¨®n previa de la muerte de Kaique ¨C acontecimientos que agitaron S?o Paulo y parte del pa¨ªs en los ¨²ltimos d¨ªas ¨C es la misma. Esa l¨®gica se adentra en territorios y revela leyes no escritas.
Primero, qui¨¦n es Kaique, ya que sobre los rolezinhos estamos mucho m¨¢s informados. El adolescente fue encontrado muerto el s¨¢bado d¨ªa 11, cerca de un puente de la Avenida Nueve de Julio, en la regi¨®n central de S?o Paulo. Ten¨ªa los dientes y los dedos rotos y una herida en una pierna. Para la familia, una barra clavada, que despu¨¦s habr¨ªa sido retirada. Para los polic¨ªas, una fractura expuesta. Ten¨ªa 16 a?os ¨C y son los j¨®venes los que m¨¢s mueren por asesinato en Brasil. Era homosexual ¨C las muertes por homofobia crecieron un 11% en 2012, comparado con el a?o anterior. Era negro, como m¨¢s del 70% de las v¨ªctimas de homicidio en el pa¨ªs. Es razonable esperar que sus circunstancias, as¨ª como las circunstancias en que su cuerpo fue encontrado, motivaran sospechas de que pudiera haber sido asesinado. No fue, sin embargo, lo que sucedi¨®. La polic¨ªa de S?o Paulo registr¨® en su informe: ¡°suicidio¡±.
No se puede, en este momento, afirmar se Kaique fue asesinado o se suicid¨®. Para afirmar, tanto un homicidio como un suicidio, es necesaria una investigaci¨®n. Y seria. Hay suicidios que, por las circunstancias y por las evidencias, son f¨¢cilmente comprobables. No parece ser el caso de Kaique. La cuesti¨®n que se impone es: ?por qu¨¦ fue registrada como suicidio una muerte que hasta hoy, m¨¢s de una semana despu¨¦s, no se ha aclarado?
El viernes 17, centenares de personas organizaron un acto contra la homofobia, en el centro de S?o Paulo, exigiendo explicaciones sobre la muerte de Kaique. Entre las pancartas, una se refer¨ªa al mantenimiento, sin ninguna alteraci¨®n, del papel de la polic¨ªa de la dictadura civil-militar en la actual democracia: ¡°Desde el 64 qui¨¦n es torturado y asesinado fue suicidado¡±. La verdad ¨C o por lo menos parte de ella ¨C es que, si no fuese por la inconformidad de la familia, la divulgaci¨®n del caso por la prensa y, principalmente, la revuelta masiva en las redes sociales, la muerte de Kaique jam¨¢s ser¨ªa investigada. Aunque la polic¨ªa niegue que funcione as¨ª, ¡°suicidio¡±, en el acta policial, significa, en la pr¨¢ctica, caso resuelto. Concluido, por lo tanto, sin investigaci¨®n.
Presionada por la familia de Kaique y por activistas de la lucha contra la homofobia, la polic¨ªa paulista sigue repitiendo que no hay indicios de asesinato, como repet¨ªa desde el momento en que los agentes pusieron los ojos en el cuerpo del chico y concluyeron el suicidio. La Secretar¨ªa de Derechos Humanos, ligada a la presidencia de la Rep¨²blica, envi¨® a S?o Paulo al coordinador de Promoci¨®n de los Derechos de los LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transsexuales) para acompa?ar el caso. En un comunicado afirm¨®: Kaique fue ¡°brutalmente asesinado¡± y hay indicios de que ¡°se trata de otro crimen de odio e intolerancia motivado por la homofobia¡±.
Presionada por la familia y por activistas de la lucha contra la homofobia, la polic¨ªa paulista sigue repitiendo que no hay indicios de asesinato
En este momento, hay una ministra del Partido de los Trabajadores (Maria del Ros¨¢rio, de la Secretar¨ªa de Derechos Humanos) desmintiendo a la polic¨ªa del PSDB, que comanda el Estado, en a?o de elecci¨®n. Ni siquiera as¨ª, las pruebas irrefutables que podr¨ªan respaldar la hip¨®tesis del suicidio aparecieron. Incluso aunque, a pesar de las apariencias y la creencia de la mayor¨ªa, la polic¨ªa paulista consiga probar que Kaique se suicid¨®, la cuesti¨®n crucial de esa historia contin¨²a siendo rigurosamente la misma. No se trata solo de saber si la muerte de Kaique fue asesinato o suicidio, lo que est¨¢ cerca de convertirse en un derbi pol¨ªtico-partidario, si no de cuestionar aquello que ya est¨¢ probado: no era posible saber la causa de la muerte de Kaique cuando la polic¨ªa la registr¨® como ¡°suicidio¡±.
?Y por qu¨¦ lo hizo?
Hay varias hip¨®tesis, incluso la de reducir las estad¨ªsticas de violencia, una preocupaci¨®n constante de las autoridades, que arrecia en periodos preelectorales. Pero hay una explicaci¨®n que puede ayudarnos a reflexionar sobre ese momento agudo que vive Brasil y que est¨¢ marcado por los rolezinhos, el fen¨®meno m¨¢s interesante del momento, por la riqueza (inclusive contradictoria) de sus significados.
Del crimen, [los negros] no son v¨ªctimas, pero s¨ª autores
Es en esta esquina simb¨®lica, en la indagaci¨®n sobre el territorio de cada uno, que el caso Kaique y los rolezinhos se encuentran. Al depararse con un joven negro y homosexual muerto, el cuerpo flagelado, cerca de un puente, la polic¨ªa tiene, sin ninguna investigaci¨®n, la convicci¨®n de que no hubo crimen. Al encontrar un grupo de j¨®venes de la periferia, la mayor¨ªa negros, bien vivos dentro de un centro comercial, la polic¨ªa tiene la certeza de que, s¨ª, es un crimen. Si a¨²n no cometieron hurtos, robos y asaltos, ciertamente lo har¨¢n. Del crimen, no son v¨ªctimas, pero s¨ª autores.
En el primer caso, si Kaique fue de hecho asesinado, el crimen quedar¨ªa impune, si no fuera por la presi¨®n de las redes sociales. En el segundo caso, se castig¨® un crimen que no sucedi¨®, al acusar j¨®venes que no hicieron nada adem¨¢s de tontear. Se discrimin¨® a otros cientos, que fueron invitados a retirarse de centros comerciales por su color y su apariencia, y se impidi¨® la entrada de otros cientos, tambi¨¦n por su color y su apariencia. Sin olvidarse de aquellos que, como se ve en varios v¨ªdeos, fueron inmovilizados y recibieron pu?etazos, patadas y empujones de la polic¨ªa por osar entrar en un centro comercial.
?Por qu¨¦?
Las respuestas son muchas y no tengo la m¨¢s peque?a oportunidad de agotarlas aqu¨ª. Pero hay una que merece la pena reflejar con bastante atenci¨®n en un momento en que el apartheid del Brasil se manifiesta con el fen¨®meno de los rolezinhos, independientemente del hecho de esta ser o no la intenci¨®n de los chicos que los promueven. Lo que une el caso Kaique y los rolezinhos es no solo el lugar, pero s¨ª principalmente. La naturalizaci¨®n del lugar de cada uno en una sociedad escindida, como contin¨²a siendo la brasile?a.
Para los rolezeiros, el delito era estar dentro, cuando se esperaba que continuaran en el lado de fuera
Bajo un puente, un joven negro muerto no llama la atenci¨®n. Si es posible darse cuenta por la vestimenta, el cabello y los accesorios que es gay, menos a¨²n. No es lo suficientemente extra?o para que la polic¨ªa considere que tiene que extra?arse. Es, tal vez, donde parte de la polic¨ªa y parte de la sociedad espera ¨C y muchos hasta cruzan los dedos, como prueban los comentarios homof¨®bicos y racistas que tambi¨¦n proliferan en Internet ¨C que acabe un adolescente negro y homosexual que sali¨® de una discoteca gay del centro de S?o Paulo. Para tanto, basta escribir en el acta del suceso, ya que hay que poner algo: ¡°suicidio¡±. Y despachar el cuerpo para el Instituto M¨¦dico Legal (IML) como indigente, ya que Kaique habr¨ªa perdido los documentos y el celular. Vale registrar incluso que, debido a la ¡°superpoblaci¨®n del IML¡±, el cuerpo estuvo ¡°fuera de la nevera¡± durante d¨ªas, alcanzando un estado de deformaci¨®n que no permiti¨® a la madre darle un velatorio a su hijo muerto. Kaique, por lo tanto, estaba en el lugar naturalizado para adolescentes con la apariencia de Kaique.
Ya dentro de un centro comercial, un grupo de j¨®venes pobres y, en su mayor¨ªa negros, est¨¢ fuera de lugar para esa misma polic¨ªa y la sociedad que la gesta, evoca y respalda. El desplazamiento, por s¨ª solo, pasa a ser interpretado como un crimen, en la medida en que esa movilidad es criminalizada por leyes no escritas, pero profundamente interiorizadas. Tan interiorizadas que el aparato de seguridad p¨²blica y la judicatura se accionan para mantenerlos en el lado ¡°correcto¡± ¨C el lado de fuera. Tan interiorizadas que el hecho de no existir delito ha sido espantosamente insuficiente para impedir la criminalizaci¨®n de un movimiento de ni?os y ni?as que quieren divertirse y darse unos besos, pero que, incluso aunque se vistan de marca, jam¨¢s son reconocidos como ¡°iguales¡±, teniendo la ¡°apariencia correcta¡±, la tarjeta invisible que garantiza la entrada por la puerta de delante.
Para los rolezeiros, el delito era estar dentro, cuando se esperaba que continuaran en el lado de fuera. Para Kaique, no hab¨ªa sospecha de crimen, porque, para una parte de la polic¨ªa y de la sociedad que la legitima, ¨¦l estaba en el lugar previsto (debajo de un puente) y en la condici¨®n prevista (muerto). Para Kaique y para los rolezeiros hay un lugar naturalizado para la muerte, hay un lugar naturalizado para la vida.
Vivimos tiempos mejores porque, hasta hace pocos a?os (o tal vez meses), el registro de la muerte de Kaique como suicidio no ser¨ªa cuestionado
Simb¨®licamente, es la misma polic¨ªa que pone ¡°suicidio¡± en el acta del suceso, ante el cuerpo flagelado de un chaval negro, y aquel que, como cont¨® la periodista Vanessa Barbara en la Folha de S. Paulo, repet¨ªa en el o¨ªdo de los chicos en el centro comercial de Itaquera: ¡°Voy a reventaros¡±, e inmediatamente propin¨® una patada a un chico. Incluso aunque, por estrato social, la mayor¨ªa de los polic¨ªas est¨¦ m¨¢s cerca de los rolezeiros que de los clientes habituales de los centros comerciales, como muestra la brillante vi?eta de Angeli, en la que uno de los chicos, puesto contra la pared por la polic¨ªa durante un rolezinho, mira hacia atr¨¢s y dice al polic¨ªa militar: ¡°??Padre?!¡±. A¨²n ¨C o tal vez a causa de eso.
Nuestra polic¨ªa est¨¢ muy enferma. Porque nuestra sociedad est¨¢ muy enferma. Nos pudrimos en la plaza p¨²blica, la mayor¨ªa, otros en sus b¨²nkers privados. Pero creo que vivimos tiempos mejores porque, hasta hace pocos a?os atr¨¢s (o tal vez meses), el registro de la muerte de Kaique como suicidio no se cuestionar¨ªa. Y nunca sabr¨ªamos lo que ocurri¨® porque no existir¨ªa presi¨®n suficiente para que la polic¨ªa hiciera, de hecho, una investigaci¨®n. Hasta hace pocos a?os la decisi¨®n de los ni?os y ni?as de la periferia de tontear masivamente en los centros comerciales tal vez produjera solo represi¨®n, pero no cuestionamiento y reflexi¨®n sobre Brasil. Incluso que los mismos de siempre intenten descalificar y reducir la importancia del fen¨®meno, por los motivos obvios, el embate hoy cuenta con m¨¢s narradores y el nivel se elev¨®. Por parad¨®jico que parezca, creo que mejoramos porque comenzamos a sentir cu¨¢nto apestamos. Antes, el olor estaba ah¨ª, pero no lo reconoc¨ªamos como nuestro.
El a?o de 2014 comenz¨® apresurado. Me aparece un buen augurio. Si hay alguna esperanza, a¨²n fr¨¢gil, delicada, de que alcancemos una estado civilizado m¨ªnimamente aceptable, est¨¢ en la capacidad de espantarnos con el informe policial de Kaique y con la reacci¨®n violenta y discriminatoria contra los rolezinhos. Con la? descriminalizaci¨®n previa de la muerte de uno y la criminalizaci¨®n previa de la vida de otros. Hay momentos ¨C y este es uno de ellos ¨C que solo el espanto nos salva.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentarista. Autora de los libros de no ficci¨®n La Vida Que Nadie ve, El Ojo de la Calle y La Ni?a Quebrada y del romance Una Dos. Correo electr¨®nico: elianebrum@uol.com.br. Twitter: @brumelianebrum
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