Rojos de verg¨¹enza
Si China de verdad quiere combatir la corrupci¨®n, necesita prensa libre y tribunales independientes
El esc¨¢ndalo de las fortunas ocultas de la ¨¦lite china admite dos lecturas. Una primera y obvia, el reproche ¨¦tico y la indignaci¨®n por la hipocres¨ªa e impunidad del Partido Comunista Chino, que considera su pa¨ªs como una barra libre en la que enriquecerse sin l¨ªmite. Es cierto que las reformas emprendidas por Deng Xiaoping y continuadas por sus sucesores han sacado a varios cientos de millones de personas de la pobreza, pero tambi¨¦n es evidente que lo han hecho a costa de unas desigualdades sociales extremas y privando de derechos pol¨ªticos y civiles a uno de cada cinco habitantes del planeta. Con todo lo que repugna la corrupci¨®n, hay algo peor a¨²n en las revelaciones que hemos conocido gracias a los Chinaleaks: la evidencia de la formaci¨®n de una oligarqu¨ªa basada en v¨ªnculos familiares donde los padres tienen el poder pol¨ªtico y los hijos y cu?ados el poder econ¨®mico. Como en el caso de Asia Central, parece que las rep¨²blicas comunistas no necesariamente utilizan el capitalismo para evolucionar hacia democracias de mercado, sino que pueden darse la vuelta y, con la excusa de la liberalizaci¨®n econ¨®mica, regresar a un sistema aparentemente de libre mercado pero en la pr¨¢ctica de corte feudal-hereditario. ?Qu¨¦ futuro tiene un pa¨ªs donde el crecimiento econ¨®mico no trae la democracia, priva de derechos, aumenta la desigualdad y donde el m¨¦rito y capacidad son sustituidos por los lazos de sangre y la corrupci¨®n?
La segunda lectura contextualizar¨ªa las revelaciones sobre la corrupci¨®n en el marco de las primeras fases de evoluci¨®n de las econom¨ªas capitalistas. Dicho de otra forma: China no ser¨ªa excepcional, sino normal (en el sentido de recurrente). La China de hoy ser¨ªa muy parecida al EE?UU que se industrializaba en la segunda mitad del siglo XIX o, si se quiere, a cualquiera de los pa¨ªses emergentes de nuevo cu?o (Brasil o India) que, pese a ser democr¨¢ticos, al menos formalmente, tampoco se han librado de la corrupci¨®n. La experiencia muestra que en casi todas las econom¨ªas emergentes, un r¨¢pido y desordenado crecimiento econ¨®mico salpica de corrupci¨®n tanto a la sociedad como al sistema pol¨ªtico. ?Han o¨ªdo hablar de los ¡°barones ladrones¡± (robber barons)? Son los 24 potentados que reg¨ªan los destinos de EE?UU gracias a sus fortunas y contactos pol¨ªticos. Rockefeller, Morgan, Carnegie, Mellon o Vanderbilt fueron en su momento los due?os del petr¨®leo, los ferrocarriles, el acero o las finanzas, tambi¨¦n de los pol¨ªticos, que no se atrev¨ªan a oponerse a ellos. Todo ello a la par que los ni?os trabajaban en las f¨¢bricas, los negros carec¨ªan de derechos civiles y zonas enteras del pa¨ªs viv¨ªan sumidas en la pobreza.
?C¨®mo se rompi¨® esa din¨¢mica y se evit¨® la oligarqu¨ªa? Con dos instituciones que China, si de verdad quiere combatir la corrupci¨®n, tendr¨¢ que adoptar incluso antes que las elecciones: prensa libre y tribunales independientes. El presidente Xi Jinping deber¨ªa saber que la corrupci¨®n se combate dando a la sociedad los instrumentos para defenderse, no esperando que el poder pol¨ªtico se controle voluntariamente a s¨ª mismo.
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