Obama, en busca de la credibilidad perdida
El presidente intenta con su discurso sobre el estado de la Uni¨®n recuperar la iniciativa para no ser irrelevante antes de tiempo
En un momento cr¨ªtico de su gesti¨®n, cuando se juega su relevancia como presidente y su influencia dentro de su partido, Barack Obama ha presentado en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n nuevas ideas y nuevos m¨¦todos con los que tratar de recuperar la credibilidad perdida. Hoy mismo respald¨® sus palabras con una gira en la que insiste en que est¨¢ dispuesto a actuar por decreto para restablecer la igualdad de oportunidades y una mayor justicia distributiva.
Su intervenci¨®n el martes por la noche ante el pleno de ambas c¨¢maras del Congreso y la representaci¨®n de todos los poderes de la naci¨®n ¨Cla tradicional demostraci¨®n anual de unidad y vigor del sistema pol¨ªtico de Estados Unidos- fue convincente y brillante, tal vez el mejor de los cinco discursos sobre el estado de la Uni¨®n que ha pronunciado hasta ahora Obama. Pero la firmeza de sus promesas no se corresponde con su capacidad actual para hacerlas cumplir, y el presidente corre un gran riesgo de que sus palabras, de nuevo, se las lleve el viento.
¡°Estoy dispuesto a trabajar con todos ustedes¡±, dijo el presidente a los congresistas, ¡°pero Estados Unidos no puede quedarse parado ni yo me quedar¨¦. As¨ª es que, cuando sea y como sea, yo voy a dar los pasos sin legislaci¨®n para extender las oportunidades a m¨¢s familias norteamericanas; eso es lo que voy a hacer¡±.
Las palabras de Obama reflejan su comprensible frustraci¨®n con el comportamiento de la oposici¨®n en el Congreso, que ha entorpecido durante estos ¨²ltimos cinco a?os muchas de las principales iniciativas de la Casa Blanca
Uno de los pasos que va a dar sin legislaci¨®n es el de aumentar el salario m¨ªnimo a los empleados del Gobierno federal. Poco m¨¢s se sabe de lo que va a hacer ¨Calgunas sugerencias vagas sobre la protecci¨®n del medio ambiente o la reforma educativa- y poco m¨¢s puede hacer.
Las palabras de Obama reflejan su comprensible frustraci¨®n con el comportamiento de la oposici¨®n en el Congreso, que ha entorpecido durante estos ¨²ltimos cinco a?os muchas de las principales iniciativas de la Casa Blanca, desde el cierre de Guant¨¢namo hasta la reforma migratoria, y trata de satisfacer la ansiedad de sus seguidores, que constantemente le piden m¨¢s arrojo.
Sin embargo, fuera de esa descarga emocional, en realidad es poco lo que puede esperarse que Obama haga sin el respaldo del Congreso, especialmente en lo que ata?e a la pol¨ªtica nacional, donde sus manos est¨¢n constitucionalmente muy atadas. Esa misma decisi¨®n de aumentar el salario m¨ªnimo, tendr¨¢ que limitarse a los funcionarios federales porque para extenderla a todos los trabajadores es precioso una ley a la que se niegan los republicanos.
Los republicanos se niegan tambi¨¦n a aprobar en la C¨¢mara de Representantes la legalizaci¨®n de inmigrantes indocumentados que ya fue aprobada en el Senado, y han paralizado otras propuestas de la Casa Blanca para el desarrollo de energ¨ªas alternativas o algunos incrementos de impuestos a los ricos en busca de un mayor equilibrio fiscal.
El respaldo a Obama apenas se mantiene ya sobre el 40%, con menos del 30% de la poblaci¨®n optimista sobre el rumbo del pa¨ªs
Ese obstruccionismo, que no ha llegado a impedir la reforma sanitaria aunque s¨ª ha deslucido su entrada en vigor, ha oscurecido en t¨¦rminos generales la gesti¨®n de Obama y amenaza ahora con hacer irrelevantes los tres a?os que a¨²n le quedan por delante. Pocas concesiones puede esperar Obama en este tiempo ¨Ca menos que los republicanos sufran una derrota estrepitosa, pero improbable, en las elecciones legislativas del pr¨®ximo noviembre- y pocos movimientos pol¨ªticos pueden esperarse.
No puede descartarse que la oposici¨®n acabe pagando un precio en las urnas por su actitud de hoy. Pero lo que es seguro es que Obama est¨¢ sufriendo ya un fuerte quebranto de su credibilidad por esta situaci¨®n. Si las cosas no avanzan, el ¨²ltimo responsable a los ojos de los ciudadanos es el presidente, que ha sido incapaz de encontrar los mecanismos para hacerlas avanzar.
El respaldo a Obama apenas se mantiene ya sobre el 40%, con menos del 30% de la poblaci¨®n optimista sobre el rumbo del pa¨ªs. Aunque no puede decirse a¨²n que su nombre empiece a ser t¨®xico, es llamativa la falta de inter¨¦s de muchos candidatos dem¨®cratas de contar con la presencia del presidente en sus campa?as electorales.
Este que el presidente llam¨® en su discurso del martes ¡°un a?o de acci¨®n¡±, puede ser tambi¨¦n su ¨²ltima oportunidad de robustecer su legado. Quedan pocos meses para que Obama consiga sacar adelante proyectos relevantes. Despu¨¦s de las elecciones legislativas ambos partidos se concentrar¨¢n en extraer las lecciones adecuadas de cara a las presidenciales de 2016. Dentro de la precipitaci¨®n diab¨®lica con que se viven los ciclos pol¨ªticos en la actualidad, Obama podr¨ªa convertirse en lame duck a final de este a?o, dos antes de acabar su presidencia. En los medios de comunicaci¨®n ya vende m¨¢s la imagen de Hillary Clinton.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.