¡°Los suizos saben que nos necesitan¡±
Pol¨ªticos, empresarios, trabajadores y sindicalistas se preguntan qu¨¦ va ser de Suiza, un pa¨ªs cuya econom¨ªa se nutre de la mano de obra extranjera
En el and¨¦n del tranv¨ªa n¨²mero 12, el que va y viene de Ginebra a la frontera con Francia, se respira incertidumbre, aturdimiento y algo de rencor. Lo frecuentan algunos de los cientos de miles de m¨¦dicos, inform¨¢ticos o alba?iles europeos que a diario entran a Suiza para trabajar. El trayecto que hasta el pasado domingo ¡ªcuando los suizos votaron en refer¨¦ndum ¡°contra la inmigraci¨®n masiva¡±¡ª era una rutina, empieza a ser un camino plagado de interrogantes tambi¨¦n para los trabajadores fronterizos, cuyo futuro, como el de los europeos que viven en Suiza, pende ahora de un hilo.
Su perplejidad la comparten pol¨ªticos, empresarios y sindicalistas, a los que les toca ahora reinventar un pa¨ªs, cuya econom¨ªa se asienta en buena parte en la mano de obra extranjera y en un profundo entendimiento pol¨ªtico-comercial con la UE. Ambos pilares saltaron el domingo por los aires.
¡°Llevo siete a?os cruzando para venir a trabajar y ahora tengo miedo de que cambien las leyes. Cada vez nos sentimos menos bienvenidos. Los suizos no quieren reconocerlo, pero saben que su econom¨ªa nos necesita¡±, explica en este and¨¦n fr¨ªo y ventoso In¨¦s Nouvelle, una secretaria francesa treinta?era, que forma parte de los 263.000 ¡°fronterizos¡± que trabajan en Suiza. El 50% de los m¨¦dicos, enfermeras y resto del personal del principal hospital de Ginebra cruzan tambi¨¦n la frontera a diario.
Como ellos, los inmigrantes que viven en Suiza ¡ªel 23,3% de la poblaci¨®n y la gran mayor¨ªa europeos¡ª deber¨¢n someterse ahora a un sistema de cuotas, permisos y restricciones contrarios a la libre circulaci¨®n de personas que la Confederaci¨®n Helv¨¦tica pact¨® en 2002 con Bruselas. No est¨¢ claro a¨²n c¨®mo ni cu¨¢ndo se traducir¨¢ en leyes el refer¨¦ndum impulsado por la extrema derecha y secundado por el 50,3% de los votantes. El texto aprobado concede al Gobierno hasta tres a?os para redise?ar parte del ahora desechado ADN helv¨¦tico.
Los alemanes son la comunidad m¨¢s numerosa en Suiza junto con los italianos. Y ellos tambi¨¦n, por muy cualificados y muy vecinos que sean, se ver¨¢n afectados por el refer¨¦ndum. ¡°La comunidad en Z¨²rich est¨¢ muy sorprendida¡±, dice Franz Uebe, un joven alem¨¢n que trabaja en la banca privada suiza. Rara es, explica, la reuni¨®n de banqueros en Z¨²rich en la que no haya un alem¨¢n. Cerca del 25% de la plantilla de los bancos es de pa¨ªses de la UE.
Las asociaciones empresariales contienen la respiraci¨®n ante el futuro de una industria que destina el 56% de sus exportaciones a la UE. Los sindicatos temen tambi¨¦n la nueva era. ¡°No sabemos c¨®mo va a reaccionar Europa, qu¨¦ va a ser de nuestro comercio¡±, se pregunta Veronique Polito, secretaria pol¨ªtica de la confederaci¨®n de sindicatos.
Uebe comprende, aunque no comparte algunas de las razones que han animado a los suizos a tratar de poner diques al mar de trabajadores procedentes de una Uni¨®n en crisis. ¡°Un suizo de clase media ya no puede vivir en el centro de Z¨²rich porque los precios se han disparado¡±. El encarecimiento de la vivienda o la supuesta saturaci¨®n de carreteras, trenes, hospitales y escuelas han sido los principales argumentos de la ultraderecha de la UDC para pedir el fin de la ¡°inmigraci¨®n masiva¡±.
Lo curioso sin embargo es que es en los cantones fronterizos que supuestamente m¨¢s sufren la presi¨®n migratoria ¡ªa excepci¨®n de Tesino, en la frontera con Italia, considerado caso aparte por el dumping laboral y la fiscalidad¡ª es en los que menos apoyo ha recibido la iniciativa. Ha sido en las zonas rurales y german¨®fonas donde la ultraderecha ha recibido mayor apoyo. ¡°Ha sido un voto emocional¡±, sentencia Jean-Fran?ois Besson, secretario general de la Asociaci¨®n de Fronterizos Europeos. Explica que el n¨²mero de extranjeros ha crecido, s¨ª, pero al ritmo de la econom¨ªa suiza y que el paro se ha mantenido en torno a un 3,5%; es decir, nadie ha venido a quitarle el trabajo a nadie.
Las reflexiones m¨¢s o menos sesudas no acaban de resolver sin embargo los interrogantes que se acumulan en el and¨¦n de la frontera. Solo el tiempo y la elaboraci¨®n de unas leyes que se adivinan peliagudas aportar¨¢n algo de claridad a la confusi¨®n generalizada en la que se encuentra sumida Suiza. Hasta entonces, al tranv¨ªa 12 no le faltar¨¢n clientes.
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