Bruselas reclama reformas a Roma
La UE ve peligrar la estabilidad econ¨®mica italiana de los ¨²ltimos tiempos
Aquel ex cantante de cruceros que era Silvio Berlusconi jur¨® y perjur¨® ante el mism¨ªsimo BCE que har¨ªa reformas en uno de los momentos ¨¢lgidos de la crisis; pasado el susto, no hizo nada. Su sucesor, el profesor Mario Monti, ungido por los socios europeos para sacar a Italia del marasmo, puso las cuentas p¨²blicas m¨¢s o menos en orden pero tampoco aprob¨® medidas de calado. La socialdemocracia sigue por esa senda: el primer ministro Enrico Letta no consigui¨® aprobar la reforma de la ley electoral y tampoco ha sacado adelante nada realmente sustancioso. La izquierda italiana se suicid¨® este jueves, con un Matteo Renzi llevando al precipicio a Letta para dejar paso a una ¡°nueva fase¡±, ¡°a un programa radical de reformas¡±. Reformas: esa es la palabra m¨¢gica, mil veces prometida; tambi¨¦n desde Bruselas el vicepresidente Olli Rehn explicaba esta semana que Italia ¡°debe poner en marcha de una vez por todas reformas serias¡±. Ahora, las cosas se complican.
M¨¢s all¨¢ de ese ensalmo de las reformas invocado para acabar con una d¨¦cada larga de estancamiento, Bruselas teme que el l¨ªo pol¨ªtico en Italia desempolve una crisis europea que los m¨¢s optimistas daban por zanjada. El euro ha entrado en una fase de tranquilidad. No hay crecimiento, pero tampoco jaleo en los mercados; no mejora el paro, aunque tampoco hay algaradas en las calles; no se ve la salida del t¨²nel, pero al menos se ha esfumado esa agon¨ªa apocal¨ªptica de anta?o. En fin, calma chicha (o puede que estado de negaci¨®n) que sabe a gloria tras varios a?os de ir y venir del abismo, y ante la perspectiva de las elecciones de mayo. ¡°Hay una posibilidad de que todo eso pueda volver a estar en peligro¡±, apuntan fuentes diplom¨¢ticas.
Italia no es f¨¢cil de resumir; as¨ª suele ocurrir con las cosas interesantes. Sigue siendo el pa¨ªs del dise?o, del estilo, de las firmas mundiales de lujo, un lugar con regiones inmensamente ricas, cargado de brillo y energ¨ªa. Pero a la vez el PIB italiano es hoy inferior al de hace 10 a?os. Su competitividad no ha resistido el embate de la competencia global. Casi ning¨²n otro pa¨ªs tiene un historial reciente tan estropeado; seg¨²n el FMI, la ¨²ltima d¨¦cada italiana es un desastre solo comparable al de Zimbabue y Portugal. Y, a la vez, Italia no sufri¨® burbujas inmobiliarias, su d¨¦ficit est¨¢ en torno al 3% del PIB y el paro se mantiene en un admirable (desde la perspectiva espa?ola) 13%. Aunque ese largo estancamiento ha dejado secuelas: la banca italiana est¨¢ en el punto de mira de los mercados y la deuda p¨²blica asciende al 130% del PIB. Las dudas est¨¢n ah¨ª.
Con ese mar de fondo y anticipando lo que ven¨ªa, Letta ¡ªun pata negra de Bruselas, como Monti¡ª hizo el mi¨¦rcoles un movimiento a la desesperada. Anunci¨® un paquete de reformas dotado de un fuerte perfil europeo: pidi¨® un cambio en las reglas de d¨¦ficit p¨²blico, que a pesar de las sucesivas flexibilizaciones de la Comisi¨®n han funcionado como una especie de cors¨¦ durante la crisis. Roma asumir¨¢ la presidencia rotatoria de la UE en julio, y Letta pretend¨ªa dar entonces un volantazo (con escasa probabilidad de ¨¦xito) para dotar de reglas fiscales m¨¢s generosas a la eurozona, junto con otras medidas pol¨¦micas para un socialdem¨®crata, como el contrato ¨²nico. El ataque de Renzi ha impedido ver hasta qu¨¦ punto esta vez iba en serio, y abre un horizonte peligroso por el flanco de la estabilidad pol¨ªtica. Renzi, adem¨¢s, est¨¢ menos comprometido con Letta para con el proyecto europeo, algo que en los c¨ªrculos de Bruselas se ve con suspicacia ante la cercan¨ªa de los comicios.
¡°Italia necesita lo que no han sabido darle sus ¨²ltimos l¨ªderes: un programa reformista ambicioso y a la vez pol¨ªticamente aceptable por los sectores m¨¢s reacios al cambio¡±, explicaban fuentes europeas minutos antes de consumarse el petardazo. Necesita eso y, probablemente, otra pol¨ªtica econ¨®mica europea, con est¨ªmulos desde el centro y con una uni¨®n bancaria m¨¢s ambiciosa de la que se perfila. Pero ni Alemania est¨¢ por la labor ni Italia ha hecho demasiado al respecto, salvo alg¨²n intento de Monti al principio.
La estrategia de Roma ha consistido en no aparecer en los radares de los mercados; en usar todo tipo de t¨¢cticas de distracci¨®n para esconderse detr¨¢s de otros pa¨ªses con problemas. Un ejemplo: Italia envi¨® a Bruselas un presupuesto bien armado para 2014, con el objetivo de pasar el examen de la Comisi¨®n; una vez pasado el peligro, acord¨® un paquete complementario de 400 millones. Otro: Letta descart¨® la creaci¨®n de un banco malo con el peregrino argumento de que podr¨ªa despertar recelos en el mercado. Prefiri¨® armar una operaci¨®n extra?a para regalar 3.500 millones a sus bancos (a trav¨¦s de una ampliaci¨®n de capital del Banco de Italia), ante la sospecha de que sufrir¨¢n en el examen del BCE. De cara a los socios, los italianos son ¨²nicos maquillando sus crisis. Pero todo Aquiles tiene su tal¨®n: la falta de energ¨ªa de Letta para imponer reformas o la ambici¨®n de Renzi ¡ªtanto monta¡ª abocan a Italia a su en¨¦sima crisis pol¨ªtica, que se superpone a una crisis econ¨®mica de baja intensidad pero tan prolongada que hace pensar en nuevos incendios. Arde Roma, y Bruselas ve peligrar esa quietud enga?osa de los ¨²ltimos tiempos.
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