Un mes de esc¨¢ndalos sacude a las fuerzas militares en Colombia
Las escuchas ilegales de los negociadores de paz con las FARC y la corrupci¨®n en las contratas del Ej¨¦rcito provocan un zafarrancho de cambio de mandos
Las supuestas escuchas ilegales a las personas que negocian la paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, el espionaje de los correos de los periodistas que cubren esas negociaciones y la interceptaci¨®n de los correos del presidente Juan Manuel Santos han provocado un cisma en la c¨²pula militar. Lo peor es que a¨²n hay mucho que aclarar y la crisis amenaza con ahondarse a medida que se tire de la manta.
¡°Estos 23 d¨ªas han sido una pesadilla¡±. La frase la pronunci¨® el ministro de Defensa colombiano, Juan Carlos Pinz¨®n, el jueves pasado, durante un foro en Washington, y resume la reciente tormenta que han vivido las Fuerzas Armadas por cuenta de los esc¨¢ndalos revelados por la revista Semana, que ya se han cobrado la cabeza de una docena de generales.
El primero de esos esc¨¢ndalos estall¨® el 4 de febrero, por las supuestas escuchas ilegales que habr¨ªan hecho algunos militares a los negociadores de paz del Gobierno desde un centro camuflado del servicio secreto que operaba en Bogot¨¢. El asunto est¨¢ por resolverse, pero entretanto dos generales fueron relevados de sus cargos. Uno de ellos, el general Jorge Zuluaga, jefe de inteligencia t¨¦cnica del Ej¨¦rcito, ha defendido la operaci¨®n cuestionada, diciendo que todo all¨ª fue l¨ªcito. Sin embargo, la fiscal¨ªa ya encontr¨® correos que fueron pirateados desde ese centro de operaciones.
El segundo esc¨¢ndalo se conoci¨® una semana despu¨¦s y est¨¢ relacionado con lo que podr¨ªa ser una red de corrupci¨®n en la contrata de servicios del Ej¨¦rcito, cuyo protagonista es un coronel que se encuentra detenido. Al mismo militar se le investiga por el asesinato de dos campesinos que fueron presentados como guerrilleros muertos en combate. Este esc¨¢ndalo ya ha costado el puesto a siete generales del Ej¨¦rcito y dos altos mandos de la polic¨ªa. Algunos hablaron de un ¡°complot contra las Fuerzas Militares¡±.
Uno de ellos fue el comandante de las Fuerzas Militares general Leonardo Barrero, y no porque fuera corrupto sino porque se mof¨® de la justicia colombiana en una conversaci¨®n que sostuvo hace dos a?os con el coronel ahora detenido, a prop¨®sito del caso, que en Colombia se conoce como falso positivo, civiles ejecutados que eran disfrazados como guerrilleros muertos en combate. El presidente Juan Manuel Santos no tuvo otra opci¨®n que destituirlo, pero llam¨® la atenci¨®n que al entregar su cargo, Barrero hiciera una referencia al proceso de paz que se adelanta con las FARC en La Habana. ¡°Con la uni¨®n y el compromiso que nos caracteriza, nuestra instituci¨®n no ser¨¢ objeto de negociaci¨®n en escenario alguno, presente o futuro, y bajo ninguna circunstancia¡±, dijo.
Tanto las posibles escuchas ilegales a los negociadores de paz como esta advertencia de Barrero han dejado sobre la mesa la preocupaci¨®n de que existe un sector de los militares molesto por lo que se est¨¢ negociando con la guerrilla. Para el analista H¨¦ctor Riveros se trata de una especie de desconfianza ¡°que hace que algunos sectores crean que puede haber acuerdos por debajo de la mesa para reestructurar o reformar las fuerzas militares tras el final del conflicto. Pero resolvieron usar herramientas ileg¨ªtimas para tratar de saber e incluso para filtrar informaci¨®n que puede terminar afectando al proceso de paz¡±.
Tambi¨¦n hay preocupaci¨®n por el futuro jur¨ªdico que se les pueda dar a los militares que han cometido delitos en el marco del conflicto. Temen que se pacten beneficios jur¨ªdicos para la subversi¨®n y a cambio se termine sacrificando a las fuerzas militares que han sido fundamentales en el ¨¦xito reciente de la lucha contra las guerrillas, en particular la de las FARC. ¡°Pero hay una distorsi¨®n y es creer que los casos de militares sindicados de delitos en el marco del conflicto son una injusticia y eso es inaceptable porque es evidente que se han cometido violaciones de derechos humanos por parte de agentes oficiales¡±, dice Riveros. Una cosa son los soldados que han enfrentado la violencia en el marco de la ley y otra quienes han delinquido.
El presidente Santos ha insistido en que los militares no son parte de la agenda de negociaci¨®n con las FARC y que es precisamente gracias a los duros golpes que le han dado a esa guerrilla por lo que hoy est¨¢n negociando el fin del conflicto. El reci¨¦n comandante del Ej¨¦rcito, el general Jaime Lasprilla, tambi¨¦n ha salido a defender la fidelidad de la instituci¨®n castrense ante los di¨¢logos de paz, donde Santos tiene sentados a dos generales retirados que fueron comandantes, uno del Ej¨¦rcito y otro de la polic¨ªa, para generar confianza.
Por otro lado, esta crisis tambi¨¦n ha destapado varios hechos que dejan muy mal parados a los militares, ya que las denuncias de la prensa mostraron que en el seno de la instituci¨®n hay redes de corrupci¨®n que manejan a su antojo una parte del enorme presupuesto del Ministerio de Defensa, que supera los 5.300 millones de euros al a?o, parte del cual, seg¨²n se divulg¨®, en algunos casos es asignado a contratistas sin ning¨²n tipo de licitaci¨®n y mediante tr¨¢fico de influencias.
Santos ha tenido que tomar decisiones dr¨¢sticas en conjunto con el ministro de Defensa, en aras de su pol¨ªtica de ¡°cero tolerancia¡± frente a la corrupci¨®n. ¡°Cr¨¦anme que no es c¨®modo sacar generales¡±, acept¨® Pinz¨®n en Washington. Pero algunos analistas piensan que esto no es suficiente. Frente a los dos esc¨¢ndalos faltan las respuestas de fondo que tendr¨¢n que dar las investigaciones que se adelantan.
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