La derrota de las Berkut
La disoluci¨®n de las fuerzas de asalto ucranias, s¨ªmbolo de la represi¨®n, deja en el aire a sus 4.000 miembros
El cuartel de las Berkut, las fuerzas de asalto ucranias, est¨¢ a unos 20 minutos en coche desde el centro de Kiev. Es una zona de altos bloques de pisos, cada uno diferente del anterior y todos sovi¨¦ticamente grises. Un muro blanco de unos dos metros de alto rodea el recinto, donde no hay ning¨²n letrero ni escudo. Junto a la puerta trasera, un grupo de hombres fuma y charla en voz baja a la entrada de un edificio de viviendas. Llevan gorros de lana y ropa oscura. Una de las primeras decisiones que tomaron las nuevas autoridades fue el desmantelamiento de este cuerpo de ¨¦lite, s¨ªmbolo de la brutalidad de la represi¨®n de las protestas donde murieron decenas de personas. Desde la semana pasada ya no existe la estructura, pero nadie sabe bien qu¨¦ hacer con quienes la integraban. Ellos tampoco.
Alexander Vetrov, de 22 a?os, no comprende por qu¨¦ los ucranios ven a los activistas del Maid¨¢n ¡°como h¨¦roes¡± y a ¨¦l y a sus compa?eros como salvajes y hasta asesinos. La semana pasada, Kiev todav¨ªa enterraba a los muertos. Las calles de los enfrentamientos est¨¢n llenas de flores. En la Rada Suprema, el Parlamento, hay fotograf¨ªas de los ca¨ªdos con coronas de espinas, y varios carteles en la ciudad se preguntan por qu¨¦ no est¨¢n en la c¨¢rcel los responsables. ¡°La gente no entiende que luchamos contra tipos que ten¨ªan arsenales, que estaban muy organizados, montaban barricadas y lanzaban c¨®cteles molotov y ladrillos¡±, dice Vetrov en un bar cerca de la base donde viven 70 familias de agentes.
"Nos ven como traidores. ?Qu¨¦ pa¨ªs protegimos?", plantea un agente
Las Berkut se crearon en 1992 y est¨¢n compuestas por unos 4.000 miembros. Con la ca¨ªda del expresidente V¨ªctor Yanuk¨®vich, algunos se han fugado. Un centenar, conscientes del odio que les tiene la poblaci¨®n, pidieron perd¨®n de rodillas en la ciudad de Lviv, al oeste del pa¨ªs. La mayor¨ªa trata de pasar desapercibida y dice tener prohibido dar entrevistas. ¡°Van a seguir cobrando el sueldo durante tres meses. No podemos destruir la organizaci¨®n de la noche a la ma?ana¡±, explica el diputado independiente Sergei Mishenko, un antiguo fiscal que ahora forma parte del comit¨¦ legal de la Rada Suprema. ¡°En ese tiempo hay que decidir una reorganizaci¨®n, darle otro nombre y quiz¨¢ otras funciones. Por ahora est¨¢n en su base, bajo control, y tendr¨¢n que pasar ex¨¢menes¡±. Mishenko cree que ¡°algunos ser¨¢n despedidos y los asesinos ser¨¢n investigados¡±, pero admite que todav¨ªa no hay ning¨²n plan.
La decisi¨®n de disolver la tropa de asalto la anunci¨® el 25 de febrero en su Facebook el ministro del Interior, Arsen Avakov, 72 horas despu¨¦s de ser nombrado. No hay hueco para los que intentaron aplastar con sa?a la protesta, en un momento de convulsi¨®n pol¨ªtica y vertiginosos relevos en todos los ¨¢mbitos de poder.
De la ventana del bar cuelgan luces de navidad azules, suena m¨²sica tecno, la tele est¨¢ puesta. Vetrov luch¨® del lado opuesto al de la mayor¨ªa de su generaci¨®n, y tiene en la cabeza una pel¨ªcula muy distinta sobre las protestas. Cree que alguien pagaba a los grupos violentos del Maid¨¢n ¡ª¡°cobraban en un d¨ªa lo que yo en dos meses, dice¡±¡ª y que la prensa ¡°ha demonizado a las Berkut¡±. Junto a ¨¦l est¨¢ una teniente psic¨®loga del mismo cuerpo. No quiere dar su nombre. Ella ayuda a los agentes a superar el estado de shock en que se encuentran muchos, en parte por el rechazo de la sociedad. ¡°Un compa?ero fue con su mujer embarazada al m¨¦dico, y cuando vieron que ¨¦l era de las Berkut les dijeron que no les atend¨ªan¡±, se queja. Ahora ayuda a aplacar la agresividad interna, la frustraci¨®n y la incertidumbre de los que llama ¡°mis chicos¡±. ¡°Ellos vieron c¨®mo sus colegas murieron, a uno lo lincharon y nadie dio una orden para evitarlo. No les dejaban avanzar ni retroceder¡±, se queja la teniente, que dice haber visitado La Rioja el a?o pasado para entrenarse con la Guardia Civil.
"Habr¨¢ despidos y los asesinos ser¨¢n investigados", afirma un diputado
Vetrov cobra unos 500 d¨®lares al mes (364 euros) al cambio de hace una semana, cuando se hundi¨® la grivna. Es un sueldo decente en un pa¨ªs donde la media es de unos 300 euros. Los agentes iban vestidos de negro. El uniforme y las protecciones se las compraban ellos. ¡°S¨®lo nos dan las armas, el casco y el chaleco¡±, dice. Lleva un forro polar negro de Adidas, un pantal¨®n de ch¨¢ndal gris de la misma marca y zapatillas de deporte.
Vetrov entr¨® en las Berkut hace dos a?os. Viene de un pueblo del centro de Ucrania y es hijo ¨²nico. ¡°Mi padre muri¨® cuando yo ten¨ªa 17 a?os. Me met¨ª en la academia de polic¨ªa. Eso me permiti¨® tener un plan de vida a cinco a?os vista¡±, cuenta. De vez en cuando sale a fumarse un cigarrillo. ¡°Muchos prefieren vivir con sus padres, estudiar y beber cerveza los fines de semana¡±, ejemplifica, siempre mirando a un lugar indefinido a la derecha. ¡°Hice todo lo que ten¨ªa que hacer¡±, afirma con la espalda muy recta, los brazos cruzados. Ayuda con dinero cada mes a su madre, peluquera. ¡°Ahora mi trabajo est¨¢ en peligro, es dif¨ªcil pensar en el futuro¡±, reflexiona. ¡°Nos ven como traidores, como asesinos¡ Me pregunto qu¨¦ tipo de pa¨ªs protegimos¡±.
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