Las cintas de Sarkozy confirman sus maniobras contra los jueces
Mediapart publica los fragmentos que prueban que un magistrado del Supremo amigo del expresidente presion¨® a tres colegas El exjefe del Estado fing¨ªa tener conversaciones por su m¨®vil oficial para despistar a los polic¨ªas que le escuchaban
La p¨¢gina web Mediapart ha revelado el contenido de las escuchas judiciales al tel¨¦fono clandestino de Nicolas Sarkozy, un m¨®vil de prepago que el exjefe del Estado franc¨¦s usaba para hablar con su abogado, Thierry Herzog, a sabiendas de que el m¨®vil oficial estaba intervenido. Los fragmentos revelan que Sarkozy ten¨ªa un peque?o gabinete negro en la magistratura que se ocupaba de vigilar y neutralizar a los jueces que investigan los esc¨¢ndalos en los que est¨¢ implicado. Las escuchas confirman adem¨¢s que el juez del Supremo Gilbert Azibert presion¨® a tres colegas que deb¨ªan validar las agendas del expresidente a cambio de la promesa de una sinecura en M¨®naco, y que el abogado de Sarkozy, que en un momento dado llama a los jueces del caso Bettencourt ¡°esos bastardos de Burdeos¡±, tambi¨¦n recib¨ªa filtraciones de un topo sobre el caso Gadafi.
Las siete conversaciones transcritas por la polic¨ªa entre el 28 de enero y el 11 de febrero pasados muestran que Sarkozy y Herzog organizaron una conspiraci¨®n para tratar de escapar a la investigaci¨®n de unos jueces y para enga?ar a otros. Tras escuchar esas charlas bochornosas, la fiscal¨ªa financiera abri¨® una investigaci¨®n contra el expresidente por tr¨¢fico de influencias y violaci¨®n de secreto judicial.
Pero las cintas constituyen un esc¨¢ndalo pol¨ªtico aun mayor porque revelan que Sarkozy mantiene en privado una actitud m¨¢s digna de un peque?o traficante que de un ex jefe del Estado de la quinta potencia mundial. Hablando a trav¨¦s de los m¨®viles que compr¨® su abogado en una tienda de SFR de Niza bajo la identidad falsa de Paul Bismuth, antiguo compa?ero de instituto del letrado que hoy vive en Israel, Sarkozy anima un d¨ªa a Herzog a ¡°dar la impresi¨®n de tener una conversaci¨®n¡± por el m¨®vil oficial.
Seg¨²n informa la edici¨®n de Le Canard Enchain¨¦ del mi¨¦rcoles, varios amigos de Sarkozy han presionado en los ¨²ltimos d¨ªas a Bismuth para que desista de su idea inicial de denunciar al expresidente por suplantaci¨®n de personalidad.
El s¨¢bado 1 de febrero, Sarkozy est¨¢ inquieto. Una fuente an¨®nima le informa sobre una posible redada en sus oficinas relacionada con el caso Gadafi ¨Csupuesta financiaci¨®n ilegal de su campa?a electoral de 2007-, y el expresidente pide a su abogado que contacte, dice, ¡°con nuestros amigos para que sean cuidadosos¡±. ¡°Nunca se sabe¡±, a?ade Sarkozy.
El abogado le calma diciendo: ¡°Voy a llamar a mi corresponsal esta ma?ana porque (los polic¨ªas) est¨¢n obligados a pasar por ¨¦l¡±. Sarkozy le pregunta si es segura su forma de comunicar con el topo, y Herzog dice: ¡°Tenemos un discurso preparado. Entiende enseguida de qu¨¦ se trata¡±.
El 5 de febrero, Herzog le cuenta a Sarkozy que el juez ¡°Gilbert¡± va a hablar con un colega suyo sobre la crucial decisi¨®n del Supremo, que debe fallar si las agendas del expresidente deben ser devueltas al presidente o pueden ser usadas en las distintas causas abiertas. El juez amigo es optimista sobre el resultado final de la deliberaci¨®n de la Sala de lo Penal del Supremo y le dice a Herozg que se lo cuente a Sarkozy. El abogado le dice que Sarkozy le va a recibir porque sabe ¡°perfectamente¡± lo que hace por ¨¦l. El juez le recuerda que opta a un cargo en M¨®naco, y Herzog asegura que Sarkozy le ayudar¨¢. ¡°?Est¨¢s de broma? Con todo lo que haces...¡±, dice.
Una semana m¨¢s tarde, Herzog le cuenta a Sarkozy que el juez ¡°ir¨¢ de caza ma?ana¡±. Pese a todas estas maniobras poco acad¨¦micas, la historia no termina bien para el expresidente. El Supremo acabar¨¢ dejando sus agendas en manos de la justicia, y los jueces abri¨¦ndole una nueva investigaci¨®n por tr¨¢fico de influencias. A la vista del tenor de sus conversaciones, el regreso a la pol¨ªtica activa de Sarkozy parece hoy m¨¢s que nunca una quimera. O, si se mira desde el punto de vista de la inmunidad, una necesidad cada d¨ªa mayor.
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