Una lluvia fina populista
El populismo arrecia a medida que la fecha de las elecciones europeas se aproxima
La lluvia fina populista arrecia a medida que la fecha de las elecciones europeas se aproxima. La marea antiinmigraci¨®n tambi¨¦n cala hondo incluso en Alemania, el pa¨ªs de los trabajadores invitados, los gastarbeiters, y en el que a diferencia de Francia u Holanda no hay un gran partido de extrema derecha. Los gobernantes alemanes han enviado un mensaje claro a aquellos europeos que est¨¦n pensando en abandonar sus pa¨ªses y asentarse en Alemania en busca de un futuro mejor. Solo podr¨¢n quedarse aquellos que consigan encontrar trabajo en un plazo de entre tres y seis meses. La inspiraci¨®n viene de la mano de la CSU, el ala b¨¢vara y m¨¢s conservadora del partido de la canciller Angela Merkel. Y la idea que subyace es el mantra que recorre Europa y que exige acabar con el ¡°fraude¡± de los inmigrantes, considerados una suerte de par¨¢sitos que se nutren de los generosos subsidios de los Estados de bienestar de la rica Europa del norte.
Confundir la parte por el todo y convertir al conjunto de emigrantes europeos en defraudadores en potencia parece haberse convertido en la f¨®rmula de moda entre buena parte de una clase pol¨ªtica agarrotada por el auge populista. Nunca la palabra fraude hab¨ªa estado tan asociada a la inmigraci¨®n, al margen de que haya, o m¨¢s bien no haya, datos que refrenden los miedos que impregnan el discurso pol¨ªtico.
La gran coalici¨®n de Gobierno alemana trata, al igual que otros Ejecutivos europeos, de alcanzar un complicado equilibrio. Por un lado, pretenden rentabilizar en las urnas las ansiedades de un electorado temeroso de los efectos de la debacle econ¨®mica de algunos pa¨ªses de la UE y supuestamente deseoso de blindarse ante el que viene de fuera. Por otro, tratan de preservar y respetar la sacrosanta libre circulaci¨®n de trabajadores, uno de los grandes pilares de la Uni¨®n, de la que en parte dependen sus econom¨ªas. El resultado son una serie de contorsiones pol¨ªticas y ling¨¹¨ªsticas evidentes. El anuncio de este mi¨¦rcoles del Ministerio de Interior alem¨¢n result¨® ser un buen ejemplo. Por un lado anunci¨® que eliminar¨ªa subsidios para trabajadores europeos que no cotizaran y que no otorgar¨ªan la residencia a los que no encuentren trabajo. Por otro, el texto del informe establec¨ªa que ¡°la inmigraci¨®n europea es bienvenida en Alemania¡±.
Los suizos, que no pertenecen a la Uni¨®n, pero que mantienen una privilegiad¨ªsima relaci¨®n de convivencia con el bloque europeo, se atrevieron el pasado febrero a golpe de refer¨¦ndum a dinamitar la hasta hace poco venerada libre circulaci¨®n de trabajadores europeos. Los adinerados suizos optaron por restringir con cuotas la entrada a su pa¨ªs de trabajadores de la UE. Sent¨ªan que en sus pueblos y ciudades hab¨ªa demasiados inmigrantes. Y como el reino de los sentimientos no acostumbra a obedecer a razones, lo sent¨ªan sobre todo aquellos que menos lo padec¨ªan, es decir, aquellos en cuyos cantones apenas trabajan inmigrantes.
A falta de refer¨¦ndum, los pol¨ªticos europeos hacen sus pinitos con la vista puesta en las temidas elecciones europeas, sin que de momento hayan surgido voces con fuerza suficiente para dar la vuelta al debate. Para proponer, por ejemplo, alternativas a la concentraci¨®n de inmigrantes en ciertas ciudades, algo de lo que se quej¨® ayer el ministro alem¨¢n de Interior. O para reforzar infraestructuras y servicios saturadas por la llegada de trabajadores europeos. La ¨²nica soluci¨®n posible parece ser la de levantar barreras migratorias. Mientras Reino Unido airea todo tipo de medidas disuasorias para los aspirantes a inmigrantes, Francia se enfrenta a la Comisi¨®n por la repatriaci¨®n de gitanos y B¨¦lgica expulsa a los europeos que representen una ¡°carga excesiva¡± para el sistema.
Dicen los analistas que las elecciones europeas est¨¢n plagadas de interrogantes. Uno de ellos desde luego ser¨¢ ver si una vez contados los votos, amainar¨¢ la tormenta o si por el contrario, el fortalecimiento de las fronteras nacionales pasa a formar parte del ADN de los grandes partidos europeos.
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