El cisma ucranio atraviesa Donetsk
El anhelo de acercarse a Europa y el desaf¨ªo neoimperial de Putin se enfrentan en la regi¨®n
La regi¨®n de Donetsk tiene el tama?o de Sicilia, una poblaci¨®n de 4,5 millones de habitantes ¡ªel 10% de la de Ucrania¡ª y genera una quinta parte de la producci¨®n industrial del pa¨ªs gracias al hierro y el carb¨®n. Su capital, hom¨®nima, ronda el mill¨®n de personas y es una mezcla de desolaci¨®n postsovi¨¦tica, centros comerciales anodinos y la joya de la ciudad, el estadio del Shaktar FC, una corola de cristal y acero que de noche resplandece como una gema multicolor. El due?o del club, el magnate Rinat Ajmetov, es el hombre m¨¢s rico de Ucrania, con una fortuna de 12.000 millones de d¨®lares en campos tan variados como los medios de comunicaci¨®n, la metalurgia o la construcci¨®n.
Viene a cuento la menci¨®n de Ajmetov, cuyos tent¨¢culos llegan hasta Crimea, porque en la procelosa pol¨ªtica local nada se mueve sin su aquiescencia o la de otros multimillonarios de menor rango, pero igual influencia, como el gobernador de la ciudad, Serhiy Taruta, reci¨¦n nombrado por el Gobierno de Kiev. Junto a los oligarcas ¡ªcasi todos de pasado dudoso¡ª, una casta de bur¨®cratas y miembros de los servicios de seguridad manejan los hilos de un escenario donde hoy se enfrentan cara a cara el Maid¨¢n de Kiev y la poblaci¨®n rusa de Ucrania; el anhelo de Europa y el desaf¨ªo neoimperial de Putin. Donetsk es tambi¨¦n el basti¨®n del expresidente prorruso V¨ªctor Yanuk¨®vich.
Que en la zona, con una importante minor¨ªa rus¨®fona, resuenen estos d¨ªas tambores de guerra es algo obvio: a solo 70 kil¨®metros al este, Mosc¨² tiene desplegados miles de hombres, y m¨¢s de uno da por seguro que las elecciones convocadas por las nuevas autoridades de Kiev para mayo no llegar¨¢n a celebrarse porque antes Putin cruzar¨¢ el Rubic¨®n de la frontera, tras el bocado de Crimea. Para calentar el ambiente, los prorrusos se manifiestan desde hace d¨ªas pidiendo un refer¨¦ndum similar al de la pen¨ªnsula del mar Negro, o como m¨ªnimo una estructura federal que preserve sus caracter¨ªsticas culturales ¡ªel idioma, en especial¡ª y atesore una riqueza que, denuncian, revierte mayoritariamente en la centralista Kiev. Parecidas ansias autonomistas vive Lugansk, el otro feudo ruso en Ucrania.
¡°Esta regi¨®n ha sido tradicionalmente prorrusa¡±, afirma Ihor Todorow, profesor de la Universidad Nacional de Donetsk, ¡°pero estudios recientes matizan el grado de adhesi¨®n a Mosc¨². Frente a un 12% de sentimiento prorruso en el pa¨ªs, y un 42% en Crimea, en Donetsk habr¨ªa un 30%, aunque puede haber aumentado por la crisis. Alrededor del 60% de la poblaci¨®n es ucrania ¨¦tnica¡±.
A vuelapluma, podr¨ªa decirse que en el campo pro-Maid¨¢n militan universitarios, profesionales o empleados, y a favor del Kremlin, obreros, parados y pensionistas, por no hablar, a?ade Todorow, confeso partidario de Kiev, de los titoshki, j¨®venes de barrios deprimidos que engrosan previo pago las filas prorrusas o revientan las del enemigo, as¨ª de enconada es la lucha. Dos mundos, dos lenguajes: seg¨²n la trinchera desde que se dispare, ¡°fascistas¡± (pro-Kiev) frente a ¡°separatistas¡± (pro-Mosc¨²), o viceversa.
Pero en el fondo nada, salvo las adhesiones ¡ªviscerales, sin un gramo de disimulo¡ª, resulta evidente en esta ciudad gris y densa, perfilada por un skyline de gr¨²as e invadida por el humo t¨®xico y acre de las f¨¢bricas, por el olor a cieno en las tuber¨ªas. ¡°Crimea es transparente en comparaci¨®n con Donetsk, un c¨ªrculo cerrado que da vueltas sobre s¨ª mismo¡±, dice Alexander Kliuzhev, del Comit¨¦ de los Votantes de Ucrania, que vela por la transparencia en procesos electorales. ¡°El Partido de las Regiones [de Yanuk¨®vich] y las ¨¦lites locales no han permitido hasta ahora un juego pol¨ªtico libre, y el cambio de Gobierno en Kiev hac¨ªa albergar esperanzas de que esto pudiera cambiar. Pero tras la anexi¨®n de Crimea ahora no depende de ellos, sino de Rusia¡±, se?ala Kliuzhev.
¡°Parte del poder local sigue en manos de hombres de Yanuk¨®vich¡±, advierte el profesor Todorow. ¡°La regi¨®n siempre ha sido prorrusa, pero su partido ha contribuido a azuzar emocionalmente el hecho de la identidad¡±, subraya. En la plaza Lenin, presidida por una estatua del l¨ªder sovi¨¦tico, hay banderas con la hoz y el martillo, pero tambi¨¦n muchos leales al presidente expulsado por el Maid¨¢n, a quien el oligarca Ajmetov apoy¨® en 2010 y, supuestamente, ha dejado caer ahora. Su vuelta al poder es el otro leit motiv de la protesta prorrusa, que ayer solo congreg¨® a 300 personas.
Donetsk es la ciudad m¨¢s rica de Ucrania, aunque no hay ni un dato ¡ªde prosperidad, de paro, de desigualdades¡ª que cimente los distintos argumentos de los bandos, solo ciegas embestidas contra el contrario. Pero es la crisis econ¨®mica lo que, aseguran sus partidarios, espolea las protestas prorrusas. ¡°El Maid¨¢n era en un 70% una revuelta social, y el resto, un movimiento pol¨ªtico. Aqu¨ª hay algo parecido: gente muy pobre que se manifiesta ante el neocolonialismo oligarca; trabajadores que ganan 250 euros al mes, por no hablar de todos los parados no oficiales sin subsidio¡±, explica Andrei Purgin, l¨ªder del grupo prorruso Rep¨²blica de Donetsk.
El papel de los oligarcas, esa ¨¦lite que no solo nada en dinero, sino que adem¨¢s lo exhibe obscenamente, empapa todas las conversaciones. ¡°Los locales tienen muchas conexiones con Rusia, porque parte de las exportaciones de sus f¨¢bricas van all¨ª. Los grandes empresarios esperan m¨¢s cooperaci¨®n de la UE para compensar la p¨¦rdida de esos socios¡±, afirma el periodista Sergey Harmash, coordinador del Comit¨¦ de Fuerzas Patri¨®ticas de la regi¨®n de Donetsk (pro-Kiev). ¡°Lo que se plantean ahora los empresarios es una dicotom¨ªa muy simple: perder un poco [los negocios con Rusia] o perderlo todo¡±, a?ade Harmash.
La demostraci¨®n de fuerza de los prorrusos da se?ales de astenia, pero no por eso decae el encono. Para Sasha Sheremet, ingeniero en paro de 25 a?os af¨ªn al grupo prorruso Rep¨²blica de Donetsk, ello se debe a la falta de l¨ªderes. ¡°Hab¨ªa uno con tir¨®n, Pavel Gubarev, y por eso est¨¢ en la c¨¢rcel¡±, afirma Sheremet. ¡°Pero razones para el descontento hay muchas. La gente est¨¢ muy enfadada con Kiev, y ninguno de los partidos del nuevo Gobierno va a sacar votos aqu¨ª. El ¨²nico que puede hacerlo es el candidato de las Regiones¡±, un exministro cercano a Dmytro Firtash, otro oligarca.
Como en toda guerra, la de la propaganda alcanza una intensidad cardiaca, ante la que resulta imposible protegerse. En la protesta, los jubilados prorrusos esgrimen sus m¨ªseras pensiones ¡ª100 d¨®lares de media¡ª para mostrar su adhesi¨®n a Mosc¨², igual que m¨¢s al sur hacen los crimeos. ¡°En Rusia las pensiones son cuatro veces m¨¢s altas. Ahora Kiev nos va a subir el gas un 50%, pero no las pensiones. ?Y Europa y EE UU? Con una mano nos ayudan y con la otra nos ahogan. Esto es un genocidio contra el pueblo ucranio. Queremos vivir junto con Rusia y Bielorrusia. No pararemos hasta lograrlo¡±, advierte Anatoly Kukushkin, de 61 a?os. De los altavoces que vomitan consignas (¡°Putin¡±, ¡°Rusia¡±, ¡°Yanuk¨®vich¡±), sale una versi¨®n m¨¢quina del himno ruso mientras el cielo nieva con precisi¨®n sovi¨¦tica.
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