Cuidado, el tren anda por San Jos¨¦
A empellones, el sistema de trenes se hace su lugar entre las saturadas calles metropolitanas de Costa Rica. A su lado, Panam¨¢ acaba de estrenar el ¨²nico metro de Centroam¨¦rica
En uno de los 42 cruces de l¨ªnea ferroviaria con calles en esta ciudad, dos hombres ven venir el tren a diario y se colocan en mitad de la v¨ªa con unos r¨®tulos amarillos y un doble prop¨®sito: pedir a los choferes detener sus autos y a los maquinistas les ruegan no pitar para no molestar a los hu¨¦spedes del hotel que les paga por este servicio. Ellos son ¡°se?ales de tr¨¢nsito¡± pagadas por el due?o de un hotel en el barrio capitalino Otoya; muestra de un sistema ferroviario rudimentario en una ciudad que parece aun no acostumbrarse al retorno del tren metropolitano.
Si el maquinista no pita, aumenta el riesgo de un nuevo accidente en este cruce, uno de los 42 a lo largo de los 14 kil¨®metros de recorrido del tren que se reactiv¨® hace ocho a?os a lo ancho de San Jos¨¦ entre Pavas, una zona populosa e industrial, y Montes de Oca, ¨¢rea de universidades al este dela capital. Es el ¨²nico servicio de tren de pasajeros en Centroam¨¦rica. Se trata de una locomotora vieja que funciona m¨¢s como tranv¨ªa en medio de los atascos viales, exponi¨¦ndose a autom¨®viles como los 70 que el a?o pasado se cruzaron con la l¨ªnea ferroviaria y colisionaron.
Los reportes del tr¨¢fico en la radio de costarricense suele estar atentos con la pregunta ¡°?choc¨® hoy el tren?¡±. Es posible. Ha ocurrido ya 20 veces en 2014. Es el precio de la reactivaci¨®n del sistema de trenes en una ciudad que hab¨ªa olvidado convivir con ellos. Tras el cierre definitivo en 1995, en el gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Figueres Olsen, el Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer) fue poco menos que una caparaz¨®n vac¨ªa hasta que en 2005 lleg¨® a su mando un ingeniero que se atrevi¨® a la quijotada de ofrecer una opci¨®n de movilidad en una San Jos¨¦ atascada por miles de carros en una red vial obsoleta y exasperante.
Ese ¡®quijote¡¯ se llama Miguel Carabagu¨ªaz y niega que el tren sea protagonista de tantos accidentes. ¡°Los 70 accidentes del 2013 en 21.500 viajes realizados en ese a?o hacen ver que en realidad son pocos¡±, objeta antes de reconocer que la cultura de tr¨¢nsito en Costa Rica a¨²n no asimila el retorno de las locomotoras. ¡°?Ser¨¢ necesario poner una barricada para que los carros respeten el derecho paso del tren?¡±, se pregunta el presidente del Incofer, un raro caso de un pol¨ªtico que recibe aplausos de los partidos opositores por haber logrado la reactivaci¨®n de un servicio alternativo a los embotellamientos en carreteras.
Al menos uno de cada cuatro costarricenses ha viajado en estos trenes, que ahora ofrecen cuatro servicios a ciudades cercanas a San Jos¨¦ como Cartago, Heredia y Bel¨¦n. Ninguna tarifa supera el equivalente a un d¨®lar. ¡°No es que sea bonito, pero es funcional. Tarda uno menos que por carretera, sea en carro o en autob¨²s, pero sin el riesgo de un embotellamiento repentino. Viene uno m¨¢s tranquilo y creo que por eso todo el que puede usarlo lo prefiere¡±, dijo este martes Alfredo Totti, un t¨¦cnico en instalaci¨®n de sonido que viaja a diario de su casa en Cartago a su trabajo en la capital.
El sistema ferroviario tiene 13 trenes Apolo (con locomotora incluida), algunos tra¨ªdos de segunda mano del norte de Espa?a por la coincidencia del ancho de v¨ªa. Utilizan tambi¨¦n tres locomotoras viejas con sus vagones. Van lentos, pero funcionan siempre que un auto (uno del mill¨®n de veh¨ªculos en este pa¨ªs de 4,5 millones de habitantes) no se atraviese y provoque un nuevo accidente. Son 45 casos que est¨¢n ahora en tribunales en espera de que un juez decida qui¨¦n fue el culpable de esas colisiones.
Son los contratiempos de un proceso lleno de reveses. La prensa document¨® el viaje inaugural, en 2005, cuando el presidente Abel Pacheco viaj¨® en ese tren que ol¨ªa a quemado. Tambi¨¦n el primer servicio de San Jos¨¦-Heredia (10 kil¨®metros), en 2008, ya con ?scar Arias como presidente, cuando el tren descarril¨® a 100 metros de un puente que en 1926 fue escenario del m¨¢s grave accidente ferroviario en la historia de Costa Rica, con 300 fallecidos. Este d¨ªa Carabagu¨ªaz sudaba como un operario m¨¢s debajo de un vag¨®n tratando de encarrilarlo y un rato despu¨¦s lloraba oyendo el agradecimiento del presidente Arias por sus esfuerzos para reactivar el tren.
¡°Ahora nos felicitan por recuperar algo que estaba totalmente perdido. Se cerr¨® por falta de visi¨®n de futuro, por atender recomendaciones que se?alaban cerrar instituciones ineficientes. Ahora el tren demuestra que es necesario y m¨¢s bien hay una demanda que no hemos podido satisfacer¡±, admite Carabagu¨ªaz, que tiene entre manos un proyecto para establecer trenes el¨¦ctricos en un ¨¢rea m¨¢s amplia, que conectar¨ªa a las cuatro principales ciudades del valle central costarricense: San Jos¨¦, Cartago, Heredia y Alajuela. Pero es solo un plan y aqu¨ª los planes de infraestructura suelen trabarse en la burocracia y las sospechas de corrupci¨®n.
En la Gran ?rea Metropolitana viven seis de cada diez pobladores y se concentra el 70% de la flota vehicular, que crece un 12% por a?o frente a solo un 1% de la red vial, seg¨²n el Proyecto de Planificaci¨®n Regional y Urbana de la Gran ?rea Metropolitana (Prugam), una iniciativa estatal con apoyo internacional.
En su vecina Panam¨¢, el gobierno de Ricardo Martinelli estren¨® el metro el 5 de abril, el ¨²nico en Centroam¨¦rica, con un costo de 1.800 millones de d¨®lares. La opini¨®n p¨²blica costarricense, cansada de frustrados proyectos de infraestructura en su pa¨ªs, ve con envidia el subterr¨¢neo paname?o, pero Carabagu¨ªaz no se inmuta. Insiste en que el costo ser¨ªa alt¨ªsimo para un metro en San Jos¨¦ y cercan¨ªas, considerando que los costarricenses viven en horizontal, sin edificios altos, y obligar¨ªa a construir t¨²neles largos, a un costo lejano para una Costa Rica inmersa en apuros fiscales.
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