Las favelas de R¨ªo se levantan contra la violencia policial
Desde 2007 han muerto 5.677 personas a manos de las fuerzas de seguridad
No es noticia que en R¨ªo de Janeiro los principales indicadores de seguridad hayan empeorado alarmantemente a lo largo del ¨²ltimo a?o. S¨ª lo es, sin embargo, que los vecinos de las favelas, hartos de pagar la factura de las intervenciones policiales indiscriminadas contra los grupos narcos y de las tristemente populares balas perdidas, hayan decidido romper el silencio y plantarle cara a un Estado que hist¨®ricamente los ha tratado como ciudadanos de segunda.
Una imagen que viene siendo habitual en los ¨²ltimos meses es la de grupos de vecinos de diferentes favelas cariocas cortando el tr¨¢fico de carreteras y avenidas, incendiando autobuses y veh¨ªculos p¨²blicos, montando barricadas o emprendi¨¦ndola a pedradas contra la polic¨ªa. Las fotos son bastantes claras: en ellas se aprecia a mujeres y hombres de edad avanzada, madres y j¨®venes sin armas de fuego que, espoleados por las permanentes manifestaciones que se extienden por Brasil, lanzan ahora un grito de hartazgo desesperado, contenido durante d¨¦cadas.
En las inmediaciones de la favela de Caramujo, en Niteroi, una localidad sat¨¦lite de R¨ªo de Janeiro, los vecinos cortaron el viernes una carretera y le prendieron fuego a cuatro autobuses y tres coches en respuesta a dos muertes registradas en las ¨²ltimas horas en la misma zona. Poco despu¨¦s de abandonar la Iglesia de Nossa Senhora de Nazareth, Anderson Santos Silva, de 21 a?os, se vio acorralado en un fuego cruzado entre narcotraficantes y polic¨ªas que pretend¨ªan reprimir un baile que se celebraba esa noche en la favela. Al intentar proteger a sus familiares, Anderson recibi¨® un disparo y horas despu¨¦s muri¨®. Su hermana tambi¨¦n result¨® herida.
El joven Emanoel Gomes circulaba en moto por el mismo suburbio cuando fue atropellado por un blindado del Batall¨®n de Choque de la Polic¨ªa Militar. Ambas muertes llevaron a un nutrido grupo de vecinos a tomarse la justicia por su mano, incendiando autobuses y coches, y cortando el tr¨¢fico. Protestaban contra una polic¨ªa que parece regresar a los viejos h¨¢bitos del acoso y derribo al narco, y que suele actuar sin muchos remilgos con la poblaci¨®n local.
La ONG Rio de Paz ha resumido las estad¨ªsticas publicadas durante los ¨²ltimos ocho a?os por el Instituto de Seguridad P¨²blica de R¨ªo de Janeiro. Y los n¨²meros son alarmantes: en el Estado de R¨ªo de Janeiro se registraron en ese periodo 35.879 homicidios dolosos, 285 lesiones corporales seguidas de muerte, 1.169 robos con resultado de muerte, 5.677 muertes derivadas de intervenciones policiales, 155 polic¨ªas militares y civiles muertos en acto de servicio. Total: 43.165 fallecidos. Es decir, m¨¢s de 500 muertes al mes provocadas por una violencia desaforada. Estos n¨²meros no tienen en cuenta los m¨¢s de 38.000 desaparecidos ni las m¨¢s de 31.000 tentativas de homicidio.
En el Complexo da Mar¨¦, reci¨¦n ocupado por el Ej¨¦rcito brasile?o, tambi¨¦n se han registrado en los ¨²ltimos d¨ªas dos muertes de civiles sospechosos de trabajar para el narcotr¨¢fico. El hecho gener¨® una oleada de indignaci¨®n entre los vecinos del complejo, que no entienden c¨®mo una ocupaci¨®n militar con fines pacificadores puede arrancar causando v¨ªctimas mortales desde el primer momento.
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