Algo se mueve en Palestina, ?o no?
Netanyahu puede responsabilizar al acuerdo intrapalestino del fracaso de las negociaciones promovidas por Washington
La agenda apuntaba a m¨¢s de lo mismo. Por un lado, tan solo esper¨¢bamos que se confirmara (el pr¨®ximo d¨ªa 29) que la iniciativa de John Kerry para establecer un acuerdo de principio entre palestinos e israel¨ªes no hab¨ªa logrado resultado alguno (salvo, en el mejor de los casos, una pr¨®rroga que nadie sabe a qu¨¦ podr¨ªa conducir). Por otro, se repet¨ªan tan cansina como tr¨¢gicamente los lanzamientos de cohetes desde Gaza y las represalias israel¨ªes, igualmente abominables. Tampoco se esperaba ninguna novedad rese?able ni por parte de un gabinete israel¨ª convencido de que su rumbo hacia ninguna parte le permite seguir dominando por la fuerza la agenda regional, ni por parte de una Autoridad Palestina (AP) desprestigiada desde hace tiempo y sin capacidad de liderazgo alguno en el escaso territorio que formalmente gestiona. Y en estas est¨¢bamos cuando se anuncia un acuerdo entre la OLP (en nombre de la AP) y Hamas.
Despu¨¦s de tantos acuerdos previos incumplidos y de tantos anuncios frustrados, era l¨®gico que ya casi no se prestara atenci¨®n al progresivo acercamiento de estas ¨²ltimas semanas. No hab¨ªa nada en ello distinto a lo que otras veces llev¨® a la frustraci¨®n generalizada. Y ahora, cuando unos y otros vuelven a aparentar unidad, tampoco hay en esencia nada nuevo en el horizonte.
No lo hay en la reacci¨®n israel¨ª que, de inmediato, ha proclamado que Mahmud Abbas ha optado por Hamas (sin¨®nimo de terrorismo en su particular vocabulario) en lugar de por la paz. Como si no supiera que ning¨²n l¨ªder palestino podr¨¢ firmar nada serio con Tel Aviv sin contar con quien gan¨® las ¨²ltimas elecciones celebradas en el Territorio Palestino Ocupado (TPO) en enero de 2006. Al igual que los palestinos no tienen m¨¢s remedio que aceptar la elecci¨®n de los votantes israel¨ªes, el gobierno de Netanyahu deber¨ªa aceptar como interlocutores a quienes elijan los palestinos. Ocho a?os despu¨¦s, de nada ha servido la demonizaci¨®n del Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica, salvo para llevar a los 1,8 millones de habitantes de la Franja a la miseria e inseguridad m¨¢s absoluta y para alimentar una resistencia que causa sufrimiento tambi¨¦n a los israel¨ªes. Ahora Netanyahu incluso puede responsabilizar al acuerdo intrapalestino del fracaso de las negociaciones promovidas por Washington, tratando de ocultar as¨ª su radical rechazo a ceder un ¨¢pice de sus conocidas posiciones.
Tampoco la hay en la forzada expresi¨®n de satisfacci¨®n de los firmantes del acuerdo, toda vez que es una imagen repetida, que en ocasiones anteriores se tradujo en muy breve plazo en par¨¢lisis pol¨ªtica ante la imposibilidad de traducir en hechos lo estipulado. No solo se trata de consensuar ahora un gabinete de tecn¨®cratas que organice en seis meses el proceso electoral que debe renovar tanto la presidencia de la AP, como el Consejo Legislativo (y a¨²n quedar¨ªa por renovar el Consejo Nacional Palestino). Ambos actores ¡ªAP y Hamas¡ª llegan a este punto en una delicada posici¨®n. Abbas ha superado hace ya m¨¢s de cuatro a?os su mandato presidencial, sin haber conseguido la aceptaci¨®n de Palestina como miembro de pleno derecho en la ONU ni la satisfacci¨®n adecuada de las necesidades b¨¢sicas de una poblaci¨®n que poco espera hoy de una instancia vac¨ªa de poder (salvo para seguir manteniendo la lealtad de quienes viven de sus presupuestos). Hamas, por su parte, ha tocado techo tambi¨¦n en Gaza, sin capacidad para imponerse a los grupos que han optado por el ¡°cuanto peor, mejor¡±, y crecientemente aislado, sobre todo tras la p¨¦rdida del apoyo de los Hermanos Musulmanes hoy proscritos en Egipto. Queda por ver c¨®mo, en esas circunstancias, podr¨¢n movilizar a los potenciales votantes y convencer a la comunidad internacional de su apuesta por la paz.
Pero aun suponiendo que se terminen por rematar los flecos del reciente acuerdo (y conviene no dar eso por supuesto) y que se celebren elecciones en condiciones m¨¢s o menos normales, mucho m¨¢s espinoso a¨²n ser¨¢ lograr la unificaci¨®n de las milicias, fuerzas paramilitares y servicios de seguridad que cada uno ha ido creando al servicio no de los palestinos sino de sus propios intereses y necesidades. Como ya se demostr¨® tras el fallido acuerdo de Doha (2012), los intereses econ¨®micos de los distintos clanes en juego, apoyados con frecuencia por las armas, ya han salpicado de violencia el TPO y nada asegura que algo similar no vuelva a repetirse.
Y, entretanto, tampoco ser¨¢ novedad que Washington se alinee con Tel Aviv ¡ªsin entender que eso solo fortalece a los enemigos de la paz justa que demanda la regi¨®n¡ª y que la Uni¨®n Europea vuelva a mostrar las enormes dificultades que tiene para unificar posiciones. A¨²n as¨ª, habr¨¢ que dejar un resquicio a la esperanza de que ahora todo sea distinto, ?o no?
S¨ªgueme en el blog Extramundi en elpais.com
*Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde ¨C Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.