Ron Pundak, el hombre tras los acuerdos de Oslo
Tendi¨® puentes a la paz ¨¢rabe-israel¨ª desde la sociedad civil
Ron Pundak fue un se?or discreto que, de forma incansable, pele¨® por la paz entre su pa¨ªs, Israel, y su adversario, Palestina. Lo hizo con m¨¢s hechos que palabras y unas inagotables reservas de esperanza. Suyo es el m¨¦rito de iniciar en secreto los contactos que en 1993 cristalizaron en los Acuerdos de Oslo, a¨²n hoy en vigor, agotados pese a no haber sido m¨¢s que m¨ªnimamente implementados, pero sin relevo tras d¨¦cadas de negociaciones. ¡°Demasiado proceso para tan poca paz¡±, como remarca el profesor Ignacio ?lvarez-Ossorio, y qued¨® ayer mismo demostrado con el plante de Israel, que volvi¨® a romper la baraja negociadora en respuesta a la reconciliaci¨®n de las facciones palestinas.
Pundak, muerto de c¨¢ncer el 11 de abril a los 58 a?os, se inici¨® como historiador y periodista. Hijo de un escritor dan¨¦s, naci¨® en Tel Aviv, estudi¨® Historia Pol¨ªtica de Oriente Medio en la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n y se doctor¨® en Londres. Durante un a?o fue reportero en el diario Haaretz, donde su car¨¢cter anal¨ªtico se entrever¨® con las pulsaciones de la calle. Ah¨ª est¨¢ el germen de su convencimiento de que era la sociedad civil, por encima de los pol¨ªticos, la que deb¨ªa iniciar el camino del ¡°entendimiento mutuo, la reconciliaci¨®n, el conocimiento¡± y consolidarlo para que ¡°no se desmorone nunca¡±.
Cuando su implicaci¨®n pol¨ªtica choc¨® con su oficio de informador decidi¨® crear la Fundaci¨®n de Cooperaci¨®n Econ¨®mica, que propici¨® los primeros encuentros con l¨ªderes palestinos. Ten¨ªa dos socios, Yair Hirchfeld y Yossi Beilin. Todos acabaron en Noruega. Persegu¨ªa una ¡°econom¨ªa sostenible¡± a ambos lados de la frontera. De ah¨ª pod¨ªa arrancar la comprensi¨®n mutua. Logr¨® propiciar unos contactos cada d¨ªa m¨¢s robustos. ¡°Durante cinco meses, nadie tuvo ni idea¡±, relata Pundak en sus memorias. Lo que empez¨® siendo un canal de comunicaci¨®n complementario acab¨® siendo ¡°el¡± canal de la paz.
No sinti¨® la tentaci¨®n de internarse en la pol¨ªtica y sacar r¨¦dito al hist¨®rico acuerdo. Prefiri¨® organizar encuentros de j¨®venes en Europa, ¡°para que se oyeran¡±, o batallar desde el Centro Peres por la Paz, que encabez¨® entre 2001 y 2012, tiempo de colaboraci¨®n con ONG y universidades y tambi¨¦n de cr¨ªtica. Pundak no dud¨® en acusar de "taca?o" al Gobierno israel¨ª por no apostar por un Estado palestino pleno, pero tambi¨¦n denunci¨® la ¡°terrible lentitud¡± palestina al perseguir el terrorismo. Todo lo que hundi¨® Oslo: ¡°La falta de fe, de esfuerzo, de compromiso¡±, no de las sociedades, sino de sus ¡°mandatarios¡±.
El desencanto no lo fren¨®. En los d¨ªas de enfermedad a¨²n redactaba un documento con propuestas para la cooperaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica entre Israel, Palestina y Jordania. ¡°No era ingenuo, solo tremendamente humano. Y sab¨ªa que hab¨ªa que empezar por lo cotidiano para resolver los grandes temas¡±, explica Hanan Ashrawi, contraparte negociadora palestina.
El presidente israel¨ª Sim¨®n Peres ha glosado su figura como la de un ¡°hombre apasionado, por el que arde la llama eterna de la paz¡±, y su ministra de Justicia, Tzipi Livni, sostiene que ha sido ¡°un h¨¦roe de paz¡±. Su hija May lo resume as¨ª: era ¡°un hombre con un sue?o perpetuo: el equilibrio entre la justicia y la seguridad para dos pueblos¡±.
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