Sin polic¨ªa mundial
Europa es impotente para frenar o atraer a Putin, quien encabeza una revoluci¨®n autoritaria
El vac¨ªo siempre tiende a llenarse, tambi¨¦n en las relaciones internacionales. El expansionismo de la nueva Rusia de Putin en la frontera oriental de Europa o la marca extra de territorio dibujada por China en sus mares oriental y meridional son dos caras de una misma moneda. El retroceso de Estados Unidos, su vuelta a casa tras las guerras de Irak y Afganist¨¢n, el conflicto sin fin de Oriente Medio y la guerra contra Al Qaeda que no consigue cerrar provocan un insostenible desgaste econ¨®mico a la ¨²nica superpotencia aun realmente existente. Los estadounidenses se repliegan sobre los problemas dom¨¦sticos de un pa¨ªs ya no tan excepcional. La distracci¨®n estrat¨¦gica de Estados Unidos es aprovechada por otros actores.
Fracasado el reinicio de una nueva relaci¨®n con la Rusia de Putin, el famoso reset, Obama intenta aislar a Mosc¨² y apuntalar su proyecto de reequilibrio hacia la regi¨®n Asia-Pac¨ªfico, donde vive m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n mundial. Los aliados de EE UU temen que Washington ya no sea garante de su seguridad, sea en Europa o en Asia. Las l¨ªneas rojas marcadas por el presidente Obama, primero en Siria y ahora en Ucrania, Crimea es el ejemplo, no han sido mantenidas. ?Alguien piensa que EE UU ir¨ªa a la guerra en caso de que China decidiera invadir los pe?ascos de las islas Sensaku, Diaoyu para los chinos que los reclaman, que administra su aliado Jap¨®n al que le une un tratado de defensa mutua?
Sin soluci¨®n, ni blanda ni dura, para frenar a Putin en los confines de Europa ¡ªla l¨ªnea roja de Occidente ya no es Ucrania, ser¨ªan los pa¨ªses b¨¢lticos¡ª Obama viaja a Jap¨®n, Corea del Sur y Filipinas. En la tercera econom¨ªa del mundo, donde EE UU mantiene todav¨ªa 50.000 soldados, el presidente calma la ansiedad del nacionalista primer ministro, Shinzo Abe, aconsej¨¢ndole prudencia en su delicada relaci¨®n con China, al tiempo que ofrece el b¨¢lsamo de un tratado de comercio transpac¨ªfico del que tambi¨¦n formar¨ªa parte China. EE UU tendr¨¢ que admitir la inevitabilidad del ascenso de China como poder dominante en la regi¨®n Asia-Pac¨ªfico, en una versi¨®n oriental de la doctrina Monroe que sancion¨® la hegemon¨ªa estadounidense en el hemisferio occidental.
Sin ideolog¨ªa, la Rusia de Putin tiene un destino marcado por su enorme extensi¨®n geogr¨¢fica, que entronca con el zarismo, es expansionista e impele a sus l¨ªderes a pensar imperialmente. Putin, educado en el enga?o del KGB, encarna ese pasado y se considera m¨¢s que el dirigente de una potencia regional en declive, como Obama le estampilla. Encabeza una revoluci¨®n conservadora y autoritaria, que somete al ciudadano a un estado central poderoso, abanderada de la tradici¨®n cristiana, y que es jaleada por la ultraderecha euroesc¨¦ptica. Europa, ensimismada, es impotente para frenar o atraer a Putin. Y Alemania, que prefiere ser una gran Suiza, mira a Rusia de una manera no plenamente occidental y est¨¢ atrapada por la red de intereses econ¨®micos y comerciales que mantiene con Mosc¨². El papel de polic¨ªa mundial le queda grande a EE UU.
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