Austria a¨²n lidia con el pasado nazi
El Museo de Ciencias Naturales de Salzburgo devuelve piezas robadas Las nuevas generaciones en Austria hacen las paces con su historia m¨¢s oscura
El caj¨®n de madera se abre y aparecen decenas de p¨¢jaros muertos, disecados y ordenados en hileras. Forman parte de la colecci¨®n de objetos robados por los nazis a jud¨ªos y otras v¨ªctimas, que el museo de ciencias naturales de Salzburgo se ha propuesto devolver a sus due?os originales. Aspiran tambi¨¦n a arrojar luz sobre el oscuro pasado de este museo, dirigido hasta los a?os setenta por un ex alto mando de las SS que se esforz¨® por legitimar cient¨ªficamente al Tercer Reich.
El caso de Salzburgo es especial por ser el primer museo de ciencias que pone en marcha una restituci¨®n como las del mundo del arte. Pero este ejercicio de expiaci¨®n hist¨®rica no es un caso aislado en Austria. Casi 70 a?os despu¨¦s del fin de la Segunda Guerra Mundial, los esfuerzos por saldar cuentas con su pasado cobran nuevo br¨ªo. Las restituciones de cuadros robados, la retirada de honores a antiguos nazis y la relectura del pasado se suceden. Las nuevas generaciones de austriacos, protegidos por d¨¦cadas de distancia hist¨®rica, parecen estar dispuestas a explorar rincones de su historia que sus padres no supieron o no quisieron transitar. ¡°Es tarde, pero no demasiado tarde¡±, cree Robert Hoffmann, el historiador que ha desvelado el pasado criminal del museo . ¡°Olvidar no es una opci¨®n. S¨®lo podremos abordar al futuro si miramos al pasado¡±, a?ade el investigador.
Un rico pa¨ªs alpino
Austria fue anexionada en 1938 a la alemania nazi.
La extrema derecha parte como favorita con vistas a los comicios europeos.
En 2009, Austria actualiz¨® su ley de restituci¨®n de obras de arte robadas durante el periodo nazi.
Fue en 1995 cuando el historiador Gert Kerschbaumer empez¨® a interesarse por el pasado de Eduard Paul Tratz, el ex alto mando de las SS, que dirigi¨® la Haus der Natur hasta 1973. En el museo le cerraron las puertas. Kerschbaumer se sumergi¨® en los archivos en Viena y en Berl¨ªn y fue reconstruyendo la historia del museo, que a partir de 1939 se convirti¨® en uno de los pilares de la Ahnenerbe, el instituto de investigaci¨®n con el que Heinrich Himmler, l¨ªder de las SS, pretendi¨® dar un barniz pseudocient¨ªfico a la criminal ideolog¨ªa de la superioridad racial. Las mismas ideas que motivaron la experimentaci¨®n con seres humanos hasta matarlos. Y cuyo director Wolfram von Sievers fue condenado a la horca en el 48 en el llamado Juicio de los M¨¦dicos. ¡°Lo que encontr¨¦ en los archivos era una historia conocida en Salzburgo, el problema es que no se le daba importancia¡±, relata Kerschbaumer.
Con la llegada de los nazis, Tratz un carism¨¢tico ornit¨®logo de Salzburgo, que hab¨ªa fundado el museo en los a?os veinte, demostr¨® ser un camale¨®n digno de su colecci¨®n y se adapt¨® con facilidad a los nuevos tiempos. Lanz¨® una campa?a de confiscaci¨®n descontrolada para lo que viaj¨® por el mundo robando lo que pudo: p¨¢jaros, bisontes, gacelas, morsas, diccionarios cient¨ªficos¡ Expon¨ªa sus hurtos en el museo, en las mismas salas en las que somet¨ªa a los visitantes a un mejunje ideol¨®gico, que lleg¨® a incluir moldes de cr¨¢neos, incluidos los de jud¨ªos, con idea de demostrar que se trataba de una raza inferior. ¡°Ha creado un trabajo excepcional¡±, escribi¨® Himmler en el libro de visitas del museo.
Despu¨¦s de la guerra, los americanos encerraron a Tratz en un campo cerca de Salzburgo, del que sali¨® para volver a dirigir el museo en 1949 Tratz nunca se distanci¨® p¨²blicamente de su pasado. Por eso, Helmut Huettinger, un pol¨ªtico local de Los Verdes lanz¨® una iniciativa para que se le retire el t¨ªtulo p¨®stumo de ciudadano de honor a Tratz. Su intento fracas¨® al toparse con el veto de las fuerzas pol¨ªticas. ¡°Mucha gente cree que si no hablas de algo, el problema deja de existir¡±, se lamenta Huettinger en una caf¨¦.
¡°Los nazis volvieron a Salzburgo a ocupar las instituciones oficiales. Los nazis siguieron estando entre nosotros¡±, explica Kerschbaumer, quien recuerda por ejemplo, que el jefe de la polic¨ªa de Salzburgo hasta los noventa fue un destacado miembro de las SS. ¡°Cuando se emborrachaba, todav¨ªa hac¨ªa el saludo hitleriano¡±. Las investigaciones de Kerschbaumer fueron ignoradas. Pero la llegada de un nuevo director y la proliferaci¨®n de casos de restituci¨®n de obras de arte en Austria, cre¨® el clima propicio para que el museo se atreviese con un pasado tan opaco como criminal. No se hab¨ªa hecho nunca antes en museos de ciencias naturales.
Marko Feingold, a sus 101 a?os, le ha dado muchas vueltas en su cabeza a la historia y a c¨®mo la recuerda su pa¨ªs. Es el ¨²nico jud¨ªo superviviente de los que llegaron a Salzburgo en 1945. Los nazis le encerraron en Auschwitz, Dachau y Buchenwald. Lleg¨® a pesar 35 kilos. Acusa a Austria de arrastrar los pies de forma premeditada durante d¨¦cadas, pero tambi¨¦n cree que aunque tarde, el cambio se va produciendo. ¡°La primera generaci¨®n [despu¨¦s de la guerra] trabaj¨® para el Tercer Reich. Sus hijos crecieron con una versi¨®n dulcificada de lo que hab¨ªan hecho sus padres. Es la tercera generaci¨®n la que ahora hurga en la historia. Asistimos a un nuevo momento¡±, piensa Feingold en la trastienda de la sinagoga de Salzburgo.
La primera generaci¨®n [despu¨¦s de la guerra] trabaj¨® para el Tercer Reich¡±
Marko Feingold
Una exposici¨®n explica ahora con detalle el pasado del museo a los visitantes que vienen a ver las 900.000 piezas de la colecci¨®n. No ver¨¢n sin embargo la trastienda, donde en salas repletas de animales disecados, se guardan las piezas que deben enviarse a sus due?os. Gacelas, b¨²falos, ¨¢guilas, 800 p¨¢jaros peque?os o el busto de una morsa son algunos de los objetos que devolver¨¢n a la familia Rothschild, a una instituci¨®n cat¨®lica o a un museo en Varsovia. ¡°Cerca del 85% de los objetos robados se devolvieron tras la guerra con las comisiones de los aliados. Pero en 2010 decidimos revisar los fondos e identificamos nuevos casos de espolio¡±, explica p¨¢jaro en mano Robert Lindner, director del proyecto.
La restituci¨®n de la Haus der Natur coincide con la ofensiva legal de una familia jud¨ªa contra el Estado por el famoso friso de Beethoven de Gustav Klimt. Coincide tambi¨¦n con el descubrimiento en M¨²nich y en Salzburgo de cientos de obras de arte robadas por un octogenario. ¡°Los casos que salen en la prensa son s¨®lo los m¨¢s espectaculares¡±, advierte Lindner. Son la punta de un iceberg que esconde una mara?a de batallas legales que reflejan que las heridas de la guerra quedan lejos de haber cicatrizado. La filarm¨®nica de Viena ha sido la ¨²ltima instituci¨®n en sumarse a la oleada de revisi¨®n hist¨®rica. ¡°Esta es una larga historia que a¨²n no ha terminado¡±, sostiene Hannah Lessing, del fondo estatal para las v¨ªctimas del nacionalsocialismo. El fondo tiene 6.400 casos abiertos.
Los expertos se?alan el llamado asunto Waldheim (Kurt, ex presidente austriaco que ocult¨® su pasado nazi), a mediados de los ochenta, como el inicio de la revisi¨®n de la responsabilidad hist¨®rica. Austria fue anexionada en 1938 a la Alemania nazi, el Anschluss, que cont¨® con el apoyo de numerosos austriacos. Muestra de ello fue el entusiasta recibimiento al anunci¨® de la anexi¨®n por parte del propio Hiltler en Viena. ¡°Durante muchos a?os, Austria escondi¨® su responsabilidad alegando que fueron v¨ªctimas y no verdugos del nazismo¡±, interpreta Lessing. A partir de 1986 y con cierta lentitud, seg¨²n los observadores, las instituciones austriacas han ido sentando las bases para una completa revisi¨®n de su memoria.
El escritor Erich Hackl no cree sin embargo en la llamada ¡°teor¨ªa del silencio y el olvido¡±. Piensa que ¡°la informaci¨®n estaba ah¨ª para quien quisiera obtenerla¡±, pero s¨ª cree como el resto, que la diferencia es que en los ¨²ltimos a?os el debate se ha trasladado al gran p¨²blico.
Horas m¨¢s tarde, en el museo, el altavoz anuncia que es la hora de dar de comer al tibur¨®n, una de las grandes atracciones de la visita. Un tropel de adolescentes con capucha y acn¨¦ se amontona frente a la pecera del escualo, ajenos a la muestra que se atreve con la vida y obra de Tratz . Puede que ellos a¨²n no lo sepan, pero los historiadores depositan en ellos sus esperanzas; son los j¨®venes llamados a arrojar luz sobre un pasado en ocasiones difuminado.
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