Las ni?as no pueden so?ar
La nigeriana Halina quiere ser m¨¦dico y podr¨ªa. "Destaca en ciencias y matem¨¢ticas", dice su t¨ªa Los terroristas islamistas de Boko Haram la han secuestrado para impedirlo
Halima es una joven estudiosa y alegre. "Todo el mundo la adora. Tiene 17 a?os y ha so?ado siempre con ser m¨¦dico. Las ciencias y las matem¨¢ticas nunca fueron su problema, es una alumna brillante", cuenta su t¨ªa Mallama desde Nigeria. La noche del pasado 14 de abril, ella y otras 275 chicas (medio centenar consigui¨® escapar) fueron secuestradas por hombres armados de una escuela-internado del norte del pa¨ªs. Desde entonces, su familia no ha tenido noticias. Nada. Hasta esa noche, Halima viv¨ªa en Chibok, una peque?a ciudad del Estado de Borno, con sus cinco hermanos y sus padres, agricultores que, como tantos otros, un d¨ªa decidieron abandonar la aldea y trasladarse en busca de una vida un poco mejor. Ahora su mundo est¨¢ roto.
Sus aspiraciones son, en realidad, un sue?o compartido por la mayor¨ªa de sus compa?eras. Unas quieren estudiar Medicina; otras se inclinan por ser maestras, empresarias, abogadas o ingenieras. "Todas ellas son de origen humilde", asegura el activista de Derechos Humanos Ahmadu Jirgi desde Borno, "inocentes j¨®venes de pueblo cuyo ¨²nico delito fue elegir ir a la escuela en una regi¨®n donde la educaci¨®n para las ni?as se ha convertido en un problema por culpa de unos fan¨¢ticos".
Dos sobrinas de Ayuba Alamson tambi¨¦n fueron secuestradas. "Una quer¨ªa ser ginec¨®loga; la otra, periodista", asegur¨® a la BBC. "El anhelo de ambas era graduarse, ir a la universidad y regresar a la comunidad para construir una buena escuela para sus hijos".
Cuando el resto del mundo intenta hacerse una imagen del norte de Nigeria, inmediatamente imagina un lugar donde las mujeres est¨¢n oprimidas y viven en sumisi¨®n. Pero lo cierto es que en Chibok, al margen de su religi¨®n, hay muchas ni?as interesadas en estudiar y cuentan con el apoyo de sus familias. Entre las j¨®venes secuestradas, la mayor¨ªa son cristianas porque una buena parte de la poblaci¨®n de esta comunidad lo es, pero hab¨ªa tambi¨¦n musulmanas, como Halima. "Desde hace ya un tiempo, el Gobierno de Borno est¨¢ haciendo gigantescos esfuerzos por sostener con becas a los estudiantes", asegura el activista Jirgi. Sin distinci¨®n de sexo. "Mi novia tiene un graduado en Contabilidad y tengo cuatro hermanas: todas ellas tienen estudios superiores y trabajan en Maiduguri, la capital del Estado". La responsable de Finanzas de Borno es una mujer, al igual que las consejeras de Sanidad y la de Asuntos Sociales.
Cuando una chica de pueblo consigue terminar sus estudios y empieza a trabajar, todo cambia para su familia", explica un activista
Para ellas, los estudios significan la oportunidad de tener una vida diferente. ¡°Cuando una chica de pueblo consigue terminar sus estudios y empieza a trabajar, todo cambia para su familia. Ahora muchos se han dado cuenta de esto y se est¨¢ empezando a romper esa tendencia de casar a las ni?as muy j¨®venes. A¨²n queda mucho por hacer, pero las nuevas generaciones tienen las cosas m¨¢s claras¡±, explica este activista. Seg¨²n el Banco Mundial, Nigeria, el gigante africano de 170 millones de habitantes que se acaba de convertir en la gran potencia econ¨®mica continental, es el pa¨ªs del mundo con m¨¢s menores sin escolarizar, unos 10 millones. El 39% de los ni?os y el 44% de las ni?as.
Es una enorme contradicci¨®n. Nigeria es el gran exportador de petr¨®leo de ?frica, lo que le ha permitido un crecimiento econ¨®mico sostenido en torno al 7%. Adem¨¢s, posee otras industrias emergentes, entre las que destaca el sector audiovisual (la factor¨ªa conocida como Nollywood es ya la segunda del mundo en cantidad de pel¨ªculas tras la india Bollywood y por encima de Hollywood), el comercio electr¨®nico, la producci¨®n musical y la telefon¨ªa m¨®vil, que representa el 9% del PIB. La ciudad de Lagos, en el sur del pa¨ªs, representa como pocas esta vitalidad de la nueva Nigeria, en la que la renta media est¨¢ en unos 2.000 euros anuales configurando un mercado potencial en el que se internan con creciente inter¨¦s las grandes multinacionales y potencias extranjeras.
El problema, una vez m¨¢s, es la falta de recursos en un pa¨ªs en el que una de cada seis personas es pobre de solemnidad. Pero es que el norte de Nigeria es adem¨¢s el feudo principal y la gran zona de actuaci¨®n de Boko Haram, un sanguinario grupo terrorista de corte islamista radical que defiende que la educaci¨®n occidental es pecado y que considera que el rol de la mujer debe ser el de esposa y madre. Desde hace un a?o, los colegios se han convertido en objetivo de los terroristas y se han producido decenas de ataques a centros escolares.
Abubakar Aruwa es un joven comerciante de Maiduguri, la capital de Borno. "Aqu¨ª siempre ha habido una buena convivencia entre musulmanes y cristianos, pero ahora las chicas tienen miedo de ir a la escuela, sobre todo en los pueblos est¨¢n viviendo un aut¨¦ntico infierno en la tierra", asegura. "Ya era hora de que el mundo se enterara".
La Universidad de Maiduguri es uno de los orgullos de la ciudad y est¨¢ considerada como una de las m¨¢s prestigiosas del pa¨ªs. En ella se puede cursar desde Ingenier¨ªa Agr¨ªcola hasta Ciencias Sociales, pasando por Veterinaria, Farmacia, Derecho, Magisterio, Artes o Medicina. Es un aut¨¦ntico centro del saber que, sin embargo, tambi¨¦n vive bajo la amenaza de Boko Haram. "Han prometido que lo har¨¢n, que atacar¨¢n la universidad. Es cierto que ahora mismo Maiduguri est¨¢ relativamente tranquila, pero no sabemos cu¨¢nto va a durar. ?C¨®mo no va a tener miedo la gente si ya hemos visto de lo que son capaces?" explica Jirgi.
Es una guerra. Desde hace un a?o, los Estados de Borno, Yobe y Adamawa viven bajo el estado de emergencia. Hay toque de queda por las noches, prohibido circular. Los habitantes del noreste de Nigeria que no han huido (unos 40.000 viven como refugiados en la vecina N¨ªger, otros se han desplazado hacia el sur) est¨¢n atrapados entre la violencia sectaria de un grupo de fan¨¢ticos y la brutal represi¨®n del Ej¨¦rcito. Temen ambas. "He visto a soldados disparando contra civiles cuando alguno de los suyos muere a manos de los insurgentes. Cientos de personas han muerto en las c¨¢rceles en condiciones muy sospechosas", a?ade el activista Jirgi. Las carreteras no son seguras. La actividad econ¨®mica, el comercio, la vida de la comunidad... todo se ralentiza. El miedo campa a sus anchas. Los ataques se pueden producir en cualquier pueblo, en cualquier momento. El ¨²ltimo tuvo lugar el lunes pasado en Gamboru Ngala, cerca de la frontera con Camer¨²n. Decenas de miembros de Boko Haram arrasaron con todo. Los que pudieron escapar al pa¨ªs vecino lo hicieron. Otros no tuvieron esa opci¨®n. Se calcula que murieron unas 300 personas.
En un principio, muchos j¨®venes se sintieron atra¨ªdos por el manto protector de una secta que dec¨ªa defenderles. La historia es conocida. El norte pobre frente al sur rico. Pero Boko Haram ha ido perdiendo apoyos tras cada matanza. ¡°Ahora la gente sabe que son solo terroristas que quieren quitarnos nuestra libertad¡±, explica Aruwa desde Maiduguri. Por eso no es casualidad que, coincidiendo con una reactivaci¨®n de la violencia en los ¨²ltimos meses, la sociedad civil est¨¦ empezando a dar muestras de hartazgo infinito. Y de movilizaci¨®n. Que los padres y, sobre todo, las madres de las ni?as secuestradas se hayan atrevido a romper el silencio y salir a la calle a protestar por la suerte de sus hijas es un hito en la historia de este conflicto y ha logrado atraer la atenci¨®n del mundo hacia Nigeria. Y en la mundializaci¨®n de la indignaci¨®n, las redes sociales, como el caso de Twitter y el hashtag #BringBackOurGirls, han sido claves.
Pero ?qu¨¦ va a pasar ahora? El futuro de Halima y las otras ni?as secuestradas es realmente incierto. Informaciones procedentes de Camer¨²n y Chad aseguran que muchas j¨®venes ya han ca¨ªdo en las redes de trata y est¨¢n siendo vendidas por unos 10 euros. Chibok se ha convertido en una sombra. ¡°Muchos familiares han vuelto a sus pueblos¡±, explica el comerciante Aruwa, ¡°la tristeza es enorme¡±. Hasta ahora, el Ej¨¦rcito y las fuerzas de seguridad, que incluso han recurrido a la creaci¨®n de unidades civiles de autodefensa, se han mostrado incapaces de atajar el problema. Estados Unidos y Reino Unidos ha aportado ya 200 especialistas, entre ellos militares, para ayudar a encontrar a las ni?as. ¡°A nadie le gusta hablar de una intervenci¨®n extranjera, pero llevamos a?os sufriendo. ?Hasta cu¨¢ndo? ?Qu¨¦ les decimos a todas estas madres, que todo est¨¢ perdido?¡±, se pregunta Jirgi.
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