?Pobre R¨ªo!
El secuestro vuelve a poner sobre el tapete la crisis de seguridad que vive una de las ciudades espejo del turismo internacional
El secuestro del autob¨²s de R¨ªo de Janeiro, aunque felizmente resuelto gracias a las fuerzas del orden, vuelve a poner sobre el tapete la crisis de seguridad que vive una de las ciudades espejo del turismo internacional.
Por ser la Ciudad Maravillosa, objeto de deseo de los extranjeros por sus bellezas naturales y su capacidad de acogida, cualquier acto de violencia en sus calles adquiere resonancia mundial. Y m¨¢s en v¨ªsperas de la Copa cuya final¨ªsima se celebrar¨¢ aqui. Y dentro de dos a?os, los Juegos Ol¨ªmpicos.
Justo en v¨ªsperas de esos dos grandes acontecimientos, se est¨¢n disparando los actos de criminalidad como homicidios, asesinatos, robos, secuestros y asaltos, cuyo n¨²mero casi se ha duplicado en los ¨²ltimos tiempos.
Habr¨ªa que preguntarse si todos estos sucesos, que est¨¢n poniendo incluso en tela de juicio la importante labor de la pacificaci¨®n de las favelas, no ser¨¢n un reflejo de la otra crisis que desde hace m¨¢s de un a?o azota la segunda urbe m¨¢s importante del pa¨ªs, despu¨¦s de S?o Paulo.
La capital fluminense est¨¢ padeciendo, como ya pusieron de manifiesto las protestas callejeras de junio de 2013, un momento de grave inestabilidad pol¨ªtica que ha alcanzado al gobernador del Estado, S¨¦rgio Cabral, acusado de connivencia con sectores corruptos, lo que ha acabado creando un terremoto entre la clase gobernante.
A pocos meses de las elecciones, R¨ªo vive una gran incertidumbre pol¨ªtica que repercute a nivel nacional y que no dejar¨¢ de tener consecuencias en el futuro de la ciudad y del Estado.?Esa incertidumbre, con su triste raci¨®n de zancadillas y juegos bajo mano en la conquista de los votos, est¨¢ creando un vac¨ªo de gobernabilidad. Ese vac¨ªo podr¨ªa seguir deteriorando la ya apabullante inseguridad ciudadana y esa responsabilidad recaer¨¢ inexorablemente sobre los que deber¨ªan velar por la tranquilidad y la vida de los ciudadanos.
Sin una respuesta pol¨ªtica r¨¢pida y sensata, R¨ªo podr¨ªa precipitarse en una crisis a¨²n mayor que ni los cariocas, ni todos los que dentro y fuera de Brasil aman a esta ciudad, perdonar¨ªan. En este momento, lo m¨ªnimo que se puede decir es ?Pobre R¨ªo!, una ciudad en la que cariocas y no cariocas se sienten felices en ese espacio bendecido por el m¨ªtico Cristo Redentor y con especial vocaci¨®n para la fiesta.
Que no nos la martiricen m¨¢s en aras de oscuros intereses de baja pol¨ªtica.
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