Escena de idilio en una embajada rusa
La Rusia antimusulmana, de un cristianismo primitivo, es la que de nuevo fascina en Europa
No hace falta concretar la localizaci¨®n. Puede ser en Lisboa o Roma, en Bruselas o Berl¨ªn. Fecha: uno de estos d¨ªas, tras los plebiscitos de Donetsk y Lugansk. Escenario: arquitectura y decoraci¨®n imperiales, las propias de la superpotencia que fue y aspira a volver a ser. La comida y el servicio, perfectos: vodka, caviar, salm¨®n¡ Los diplom¨¢ticos, profesionales y amables, a la altura del poder imperial que representan. Buenos conocedores del pa¨ªs y de sus pol¨ªticos, tambi¨¦n de sus problemas interiores, que no dejar¨¢n de evocar en ejercicios de pol¨ªtica comparada y de denuncia de la doble vara de medir, una especialidad que dominan. Los argumentos, conocidos, sin novedad.
La sorpresa la proporcionan los convocados, variopinta fauna mayoritariamente conservadora, fuertemente nacionalista en casi todos los casos e incluso de posiciones ultramontanas en las esferas de la moral y de la religi¨®n. Antes de que abran la boca los amigos rusos, los amigos locales ya se han rendido ante los encantos ideol¨®gicos moscovitas, sin necesidad de que nadie adelante argumentario alguno elaborado en Mosc¨².
Rusia no ha sabido explicarse ni hacer pedagog¨ªa. Ucrania no existe, es Rusia de toda la vida. Jruschov regal¨® Crimea a Ucrania ilegalmente. Odesa y Sebastopol son tan rusas como Marsella y Nantes francesas o Bremen y Rostock alemanas. No se puede hablar de anexi¨®n de Crimea. Son los ucranios los que quieren separarse de un r¨¦gimen instalado por un golpe de Estado. Putin defiende mejor los valores cristianos occidentales que nuestros pol¨ªticos cosmopolitas. V¨¦ase la cuesti¨®n del matrimonio homosexual. Nuestro pa¨ªs (rell¨¦nese aqu¨ª con el que se desee: vale Espa?a, claro est¨¢, pero tambi¨¦n muchos otros se adecuan) y la Madre Rusia tienen historias gemelas de enfrentamiento contra la modernidad y frente a la americanizaci¨®n de la vida y de la cultura. Tenemos m¨¢s que ver con una familia de Petersburgo, perfectamente europea, que con otra de Chicago, americana y lejana. Los diplom¨¢ticos callan o, como m¨¢ximo, asienten satisfechos.
Hay una Rusia antigua que fascina de nuevo en Europa como un avatar de la Tercera Roma
Hubo un tiempo de violencia extrema en que hab¨ªa que escoger primero entre la cruz gamada de un lado y la hoz y el martillo del otro. Le sigui¨® a continuaci¨®n otro tiempo, m¨¢s pac¨ªfico en las formas pero igualmente brutal en la capacidad amenazadora de la destrucci¨®n mutua asegurada, en que el dilema era entre la estatua de la libertad y el busto de Lenin. En ambos tiempos, los amigos de Mosc¨² se hallaban en los partidos comunistas, aunque su capacidad de irradiaci¨®n sobre la entera izquierda y sobre el mundo intelectual iba m¨¢s all¨¢ de las ideas pol¨ªticas. Lleg¨® despu¨¦s el par¨¦ntesis de los 20 a?os unipolares, con Rusia desaparecida y acomplejada, al que le ha seguido el regreso geopol¨ªtico de la Rusia autocr¨¢tica de siempre, similar a la que guerre¨® en Crimea entre 1853 y 56 contra una gran coalici¨®n europea en la que estaba el Imperio Otomano. Y esa Rusia, antimusulmana, reaccionaria, de un cristianismo elemental y primitivo, es la que de nuevo fascina en Europa como un modern¨ªsimo avatar de la Tercera Roma que se asocia a los or¨ªgenes del Ducado de Mosc¨².
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