El 15J en Colombia
La pregunta que se repite es ?qu¨¦ va a pasar? ?Volver¨¢ el uribismo? ?Qu¨¦ privilegiar¨¢n los colombianos?
Ha pasado m¨¢s de una semana desde la primera vuelta presidencial en Colombia y es mucho lo que ha ocurrido pero a¨²n muy poco para que el panorama sea menos incierto. Las encuestas siguen reflejando un empate t¨¦cnico y los movimientos de los candidatos ganadores que salieron a conquistar los votos de los ¡°perdedores¡±, m¨¢s de 5 millones, no han resultado tan definitivos. M¨¢s aguas tibias que apoyos totales se han dado para uno y otro lado, con lo cual la movilizaci¨®n de los electores hacia una y otra campa?a, depender¨¢ m¨¢s de la capacidad de cada candidato para convencer a los indecisos y a los cada vez m¨¢s abstencionistas.
Ocurri¨® lo esperado, la conservadora Marta Lucia Ram¨ªrez con sus dos millones de votos, sell¨® una alianza con el candidato del uribismo Oscar Iv¨¢n Zuluaga, en la que participaron la mitad de los congresistas de su partido. Ese matrimonio le implic¨® Zuluaga firmar un compromiso para continuar con los di¨¢logos de paz con la guerrilla de las FARC en La Habana, en contrav¨ªa con sus propias palabras y la posici¨®n de su jefe, el expresidente ?lvaro Uribe.
Pero lo que para muchos fue la flexibilizaci¨®n del discurso guerrerista es una jugada pol¨ªtica para quitarle a Juan Manuel Santos la bandera de que la paz solo la puede hacer ¨¦l. Y, adem¨¢s, Zuluaga se queda con los votos de quienes quieren paz pero con castigo a los guerrilleros. El problema es que las FARC no firmar¨¢n esa paz. Pero eso no le preocupa a los uribistas, que consiguen los votos aunque no se paren las balas.
De las balas, dir¨¢n, se encargan los militares a quienes el actual ministro de Defensa de Santos - llamado en los cuarteles el Coronel Pinz¨®n - parece haber mantenido aceitados, meti¨¦ndolos en una trinchera ideol¨®gica cuando tendr¨ªan que empezar a pensar distinto en un escenario de posconflicto. En cambio, parecen estar en las ¨¦pocas de la doctrina de la seguridad nacional, viendo en todo opositor a un enemigo interno.
Sin prever el da?o irreparable para la institucionalidad del pa¨ªs, esta campa?a pol¨ªtica ha terminado usando a polic¨ªas y militares para sus intereses electoreros, los unos sembrando zozobra y los otros denunciando el pecado.
Y sin embargo, para otros analistas es posible que se est¨¦ cocinando un encuentro de la derecha que representa el uribismo con los guerrilleros para ir acerc¨¢ndose a los negociadores en La Habana. Con lo cual, el CD s¨ª perder¨ªa muchos de los apoyos que hoy tiene, empezando por el del Procurador Alejandro Ord¨®?ez.
Pero no todo ha sido paz en estos d¨ªas. ¡°El 7 de agosto iniciaremos el juicio pol¨ªtico criminal contra los derrotados¡±. La amenaza vino de la campa?a uribista a la de Santos, juicio que tambi¨¦n prometen hacerle a los medios de comunicaci¨®n por sus pecados, que no son pocos.
Ojal¨¢ la utilizaci¨®n del aparato judicial en la pol¨ªtica no nos devuelva a la ¨¦poca de ciertos imperios y necesitemos otra revoluci¨®n para garantizar el checks and balances que desapareci¨® por ¡°el t¨² me das, yo te protejo y, adem¨¢s, da?o a tu enemigo¡±.
En la otra campa?a, la de Juan Manuel Santos, el presidente candidato se mantuvo en su apuesta: ¡°Con la Paz no se juega, por la paz se la juega uno¡± y en la misma semana logr¨® el apoyo de los l¨ªderes de la Izquierda en Colombia. Aida Avella de la UP, Piedad C¨®rdoba de Marcha Patriotica, los autollamados intelectuales, un importante sector del Petrismo, las organizaciones de ind¨ªgenas, los sindicalistas, un sector de los verdes que acompa?¨® a Enrique Pe?alosa. Y Clara L¨®pez, la l¨ªder del Polo que obtuvo dos millones de votos que ha dicho que su apuesta es por la paz.
De los sectores m¨¢s significativos que logr¨® esta semana la campa?a de Santos fue el de la UP, pues su l¨ªder regres¨® a Colombia del exilio despu¨¦s de 20 a?os por la promesa de la paz. Tambi¨¦n cuenta Santos con un n¨²mero significativo de columnistas, entre ellos, algunos que se constituyen en una especie de nueva generaci¨®n de escritores lejanos del poder: Juan Gabriel V¨¢squez, Ricardo Silva, Juan Esteban Constain, Cesar Rodr¨ªguez, Rodrigo Uprimny y Mauricio Garc¨ªa, quienes abiertamente han pedido no votar en blanco ni abstenerse y elegir ¡°la ¨¦tica de la responsabilidad¡± para evitar el regreso del uribismo y la p¨¦rdida definitiva de todas las conquistas democr¨¢ticas.
El Polo y la Alianza Verde dejaron en libertad a sus electores y sus cabezas se alinearon de acuerdo con sus convicciones o sin ellas, para un lado y para otro. O para ambos, porque en esta coyuntura son muchos los que tienen sus apuestas en ambas campa?as, como muchos empresarios que se sienten traicionados por un Santos que gir¨® hacia un liberalismo m¨¢s social. Algunos de los apoyos son aguas tibias o resultado de divisiones como en el caso de los conservadores, que siguieron el camino del fraccionamiento con el que ganaran con cara y con sello.
El expresidente Cesar Gaviria asumi¨® la direcci¨®n de la campa?a santista, que se hab¨ªa perdido entre las vanidades y torpezas de algunos de sus miembros, y se hab¨ªa confiado en los votos de la f¨®rmula a la vicepresidencia, olvidando las regiones de Colombia, a las que ahora s¨ª le est¨¢n hablando con cifras y hechos.
Quedan dos semanas para conquistar los votos de una poblaci¨®n que cada vez depende menos de los lineamientos de los partidos y s¨ª de las expectativas que crean ser¨¢n satisfechas. La pregunta que se repite es ?qu¨¦ va a pasar? ?Volver¨¢ el uribismo? ?Ser¨¢ capaz Santos sin Uribe? ?Qu¨¦ privilegiar¨¢n los colombianos? Esta ¨²ltima pregunta deber¨ªan hac¨¦rsela todos porque el 15 de junio Colombia s¨ª se juega verdaderamente un modelo de sociedad y el Estado de derecho, que est¨¢ verdaderamente amenazado.
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