A falta de pol¨ªtica, militares
Las Fuerzas Armadas, cuyo repliegue profesional fue decisivo para la democratizaci¨®n, vuelven a gravitar en Am¨¦rica Latina
Dilma Rousseff moviliz¨® a los soldados brasile?os para blindar las 12 sedes del Mundial. Durante la campa?a colombiana que culmin¨® en la reelecci¨®n de Juan Manuel Santos se discuti¨® si la instituci¨®n castrense estaba siendo traicionada por la paz con la guerrilla. Hace un mes la Asamblea Nacional de Ecuador habilit¨® a los militares para garantizar el orden p¨²blico. Desde 2011 el Ej¨¦rcito argentino combate el narcotr¨¢fico en la frontera con Bolivia. Nada que sorprenda a colombianos o mexicanos, acostumbrados a que esa pelea sea un objetivo militar. El fen¨®meno se ha generalizado: las Fuerzas Armadas, cuyo repliegue profesional fue decisivo para el proceso de democratizaci¨®n, vuelven a gravitar en Am¨¦rica Latina.
El pasaje de la dictadura al Estado de Derecho implic¨® para la mayor¨ªa de los pa¨ªses levantar un muro entre Seguridad y Defensa. Esa delimitaci¨®n se est¨¢ volviendo cada d¨ªa m¨¢s borrosa.
La legislaci¨®n brasile?a admite el uso de la fuerza militar como recurso excepcional para asegurar el orden civil. Pero lo excepcional es muy frecuente: en 2010 hubo que liberar del narcotr¨¢fico la favela Morro do Alem?o; en 2012, llevar tranquilidad a la cumbre Rio+20; en estos d¨ªas se necesita pasar el Mundial en paz; y en 2016 habr¨¢ que cuidar las Olimp¨ªadas.
Nicol¨¢s Maduro ha sido denunciado por reprimir con las Fuerzas Armadas a los venezolanos que manifiestan en su contra. Cristina Kirchner puso la seguridad de los argentinos en manos de Sergio Berni, un teniente coronel. Y al jefe del Ej¨¦rcito, C¨¦sar Milani, un general de Inteligencia imputado por un crimen de lesa humanidad, le reprochan tareas de espionaje interno. La revista Crisis expuso en su ¨²ltimo n¨²mero los reproches de la izquierda a esta resurrecci¨®n castrense. El kirchnerismo se inclina sobre los militares por temor a un complot de las fuerzas de seguridad. Una sintomatolog¨ªa ecuatoriana: Rafael Correa denunci¨® un golpe de nuevo tipo. No castrense. Policial.
El involucramiento de los militares en los asuntos internos tiene una proyecci¨®n legislativa porque las protestas urbanas han inoculado en los dirigentes un nuevo miedo hacia los dirigidos. Hace dos meses, la antigua guerrillera Rousseff estuvo a punto de conseguir una ley que identificaba vandalismo y terrorismo. Al mismo tiempo, Cristina Kirchner intent¨® reglamentar las protestas callejeras. No pudieron por la resistencia de sus propios seguidores. Maduro, en cambio, logr¨® que el Tribunal Supremo venezolano limite las manifestaciones populares.
En M¨¦xico los militares luchan contra el narcotr¨¢fico. En cambio Santos modificar¨¢ su rol en Colombia: prometi¨® eliminar el servicio militar apenas selle la paz con las FARC y con el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional.
El nuevo protagonismo de las Fuerzas Armadas en Am¨¦rica latina no siempre implica el desempe?o de un papel pol¨ªtico. En Brasil y en M¨¦xico no lo tienen. En Colombia tampoco, a pesar de que el derrotado Oscar Zuluaga y su padrino ?lvaro Uribe presentan las negociaciones con las FARC como una traici¨®n a los militares. Hasta circul¨® una foto falsa de soldados apoyando a Zuluaga. En Venezuela, en cambio, el Ej¨¦rcito es un dispositivo del chavismo, lo que vuelve inquietante cualquier proceso sucesorio. En la Argentina, el general Milani insiste en que ¡°el Ej¨¦rcito quiere ser parte del proyecto nacional¡± del kirchnerismo.
Latinoam¨¦rica es la regi¨®n cuyo presupuesto militar m¨¢s ha crecido en la ¨²ltima d¨¦cada. Y la diplomacia otorga una nueva relevancia a las Fuerzas Armadas. El Consejo Sudamericano de Defensa es el ¨²nico organismo de la Unasur que registra actividad. Lo anima Brasil, que pretende aislar su vecindario de los Estados Unidos. Los antiguos reflejos antiimperialistas del PT. A pesar de la reticencia de Colombia y Chile, se cre¨® una Escuela Sudamericana de Defensa para reemplazar al Colegio Interamericano, de Washington. La regionalizaci¨®n de la pol¨ªtica militar entra en conflicto con el establecimiento de bases norteamericanas en Colombia. Aunque el ¨²ltimo en solicitar un destacamento similar fue Vladimir Putin, que sue?a con radicar soldados rusos en Venezuela.
Las Fuerzas Armadas vuelven subordin¨¢ndose al poder civil. Pero su regreso tiene resonancias profund¨ªsimas. La figura del caudillo militar atraviesa la historia latinoamericana desde la guerra de independencia hasta la guerra fr¨ªa. Un g¨¦nero literario completo, la novela de dictadores, se inspir¨® en esa persistencia. El retorno castrense comienza a provocar alg¨²n debate entre acad¨¦micos cautelosos ante una regresi¨®n. Porque la intervenci¨®n de las Fuerzas Armadas en asuntos internos demuestra los inconvenientes de las democracias latinoamericanas para darse una estrategia de seguridad moderna. Y la vocaci¨®n de algunos militares por servir a una facci¨®n revela un proceso involutivo. Indica que la subordinaci¨®n de la violencia del Estado al imperio de la ley sigue siendo un objetivo dif¨ªcil de alcanzar.
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