La venganza del expresidente acosado
Tras su absoluci¨®n, Christian Wulff abre un debate sobre el poder de la prensa en Alemania
"El presidente err¨®neo¡±, titulaba la portada de?Der Spiegel el 17 de diciembre de 2011. El semanario se refer¨ªa al entonces jefe de Estado alem¨¢n, Christian Wulff. ¡°Hoy seguir¨ªa siendo el hombre adecuado para el cargo¡±, replicaba el interesado la semana pasada. Entre una frase y otra no solo han pasado dos a?os y medio. En el tiempo transcurrido, los ciudadanos han asistido imp¨¢vidos a?la ca¨ªda en desgracia y dimisi¨®n del m¨¢s alto representante del pa¨ªs; a su paso por un infierno judicial y personal con divorcio incluido; a su rehabilitaci¨®n tras ser absuelto de los cargos que le imputaban, y a su venganza en forma de libro contra la prensa que le hundi¨®. Con la publicaci¨®n de sus memorias, el pol¨ªtico democristiano no busca solo limpiar su nombre. Tambi¨¦n arremete contra unos medios de comunicaci¨®n que, seg¨²n ¨¦l, han adquirido un poder omn¨ªmodo del que muchas veces abusan.
El libro, cuyo t¨ªtulo podr¨ªa traducirse como En lo m¨¢s alto, en lo m¨¢s bajo, es m¨¢s que un ajuste de cuentas. Ha servido para impulsar un interesante debate sobre los l¨ªmites del tantas veces denominado cuarto poder.
El exministro?Peer Steinbr¨¹ck ha salido en defensa del democristiano que ¨¦l, lamenta ahora, contribuy¨® a tumbar
La batalla dial¨¦ctica ha propiciado extra?os aliados. El exministro y excandidato socialdem¨®crata a canciller Peer Steinbr¨¹ck ha salido en defensa del democristiano que ¨¦l, lamenta ahora, contribuy¨® a tumbar. En un dur¨ªsimo art¨ªculo, el hombre que el a?o pasado se enfrent¨® en las urnas ¡ªy perdi¨® estrepitosamente¡ª ante Angela Merkel recordaba el llamado esc¨¢ndalo Spiegel. Las represalias contra una informaci¨®n cr¨ªtica costaron en 1962 el puesto al ministro de Defensa, Franz Josef Strauss. ¡°Entonces, la revista hizo valer la libertad de prensa y el periodismo cr¨ªtico. Ahora es al contrario. En el caso Wulff, la cuchilla afilada de la libertad de prensa se ha convertido en un instrumento de tortura¡±, escrib¨ªa en Die Zeit.
Las cuchillas que menciona Steinbr¨¹ck llegaron despu¨¦s de que Wulff disfrutara de una luna de miel con la prensa. Con su nombramiento en 2010, llegaba al palacio de Bellevue el presidente m¨¢s joven que hab¨ªa tenido la Rep¨²blica alemana. Lo hac¨ªa acompa?ado de una teleg¨¦nica mujer que hac¨ªa las delicias de los medios. Era una relaci¨®n en la que las dos partes sal¨ªan beneficiadas.
Pero la situaci¨®n se empa?¨® con las primeras noticias de que en 2008, siendo a¨²n primer ministro del Estado de Baja Sajonia, hab¨ªa recibido de un empresario amigo un pr¨¦stamo de 500.000 euros a bajo inter¨¦s. El problema era que en el Parlamento regional hab¨ªa negado estar relacionado con el millonario que le prest¨® el dinero. Ante la campa?a en su contra que emprendi¨® el Bild, cometi¨® la imprudencia de llamar al director del diario ¡ªel m¨¢s le¨ªdo de Europa y al que todos los pol¨ªticos alemanes cuidan con esmero pese a su tono populista¡ª y dejarle en su buz¨®n de voz un mensaje amenazante con la palabra ¡°guerra¡± incluida. Fue el inicio del fin.
M¨¢s tarde llegaron informaciones de peque?os obsequios que Wulff hab¨ªa recibido de otros empresarios. El presidente reconoci¨® errores, pero la prensa no se dio por satisfecha. Cuando la Fiscal¨ªa de Hannover inici¨® diligencias contra ¨¦l, no pudo resistir m¨¢s. El 17 de febrero de 2012 present¨® su dimisi¨®n. ¡°Eran acusaciones de cohecho relacionadas con mi ¨¦poca de primer ministro de Baja Sajonia por un monto que en total no llegaba a los 2.500 euros. En muchos pa¨ªses estas peque?eces se aclarar¨ªan despu¨¦s de que el jefe del Estado abandonara su cargo. ?Por qu¨¦ no en Alemania? La respuesta es evidente: porque nadie en el Gobierno estaba dispuesto a aguantar un solo d¨ªa el ruido de la oposici¨®n ni, sobre todo, la indignaci¨®n de los medios. Por eso llam¨¦ a la canciller Merkel para informarle de que a la ma?ana siguiente anunciar¨ªa mi dimisi¨®n¡±, escribe. Wulff ha titulado este cap¨ªtulo en el que relata su ca¨ªda ¡°La cacer¨ªa¡±.
Tras su dimisi¨®n, los ataques continuaron. ?Por qu¨¦ cobra el sueldo vitalicio de expresidente?, se preguntaba el Bild. Y cuando rechaz¨® un acuerdo con la Fiscal¨ªa de Hannover porque deseaba que un tribunal limpiara su nombre, el mismo peri¨®dico cuestion¨® la necesidad del proceso. ¡°22 d¨ªas de vista, 45 testigos... y todo eso por solo 719 euros [la cantidad por la que finalmente se le juzg¨®]. ?Realmente hace falta seguir con el juicio a Wulff?¡±: era el titular de portada con letra gigantesca del pasado noviembre.
El tabloide no es el ¨²nico objetivo de las cr¨ªticas de Wulff. En su libro carga sobre todo contra otros dos medios: Der Spiegel y el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Y todos han entrado en el debate que planteaba el presidente ca¨ªdo. ¡°En su libro reconoce fallos, como dejar un mensaje en el m¨®vil del director del Bild o negar ante el Parlamento su relaci¨®n con el empresario que le concedi¨® el pr¨¦stamo. Pero lo que no parece entender es la diferencia entre un proceso judicial y una valoraci¨®n pol¨ªtica. Muchos altos cargos han tenido que dimitir por actos que nada ten¨ªan que ver con acusaciones judiciales. A Wulff le falt¨® primero olfato para orientar su vida pol¨ªtica. Y m¨¢s tarde, para ocupar el cargo de presidente de la Rep¨²blica¡±, respond¨ªa Der Spiegel tras la presentaci¨®n del libro, donde el democristiano hab¨ªa alertado de los riesgos que la alianza entre justicia y medios de comunicaci¨®n conlleva para la democracia y la separaci¨®n de poderes. ¡°Mi dimisi¨®n fue un error¡±, a?adi¨®.
No todos los medios han sido tan duros como Der Spiegel. Die Zeit record¨® las diferencias existentes dentro de su propia redacci¨®n y las cr¨ªticas que recibi¨® al optar por una cobertura distanciada del supuesto esc¨¢ndalo. ¡°Renunciamos a hacer del caso Wulff un gran asunto de portada, tratamos con reserva las exigencias de dimisi¨®n y criticamos desde el principio el papel de algunos medios. Pero hay que reconocer que si hoy estamos en el bando de los buenos es porque entonces est¨¢bamos en el de los malos. No tuvimos ¨¦xito con nuestras investigaciones; y esa falta de revelaciones fue criticada internamente¡±, escribe el sesudo semanario en un art¨ªculo que acompa?a al de Steinbr¨¹ck.
El debate ha continuado en infinidad de medios. En muchos predominaba la idea de que, pese a que Wulff sufriera excesos por parte de algunos medios, su dimisi¨®n era necesaria para no manchar con sus problemas la alta magistratura que ocupaba. Algunos, adem¨¢s, disparan dardos en las dos direcciones. Como Peter Unfried, responsable de reportajes del peri¨®dico izquierdista Taz. Unfried considera a Wulff ¡°un ejemplo paradigm¨¢tico del pol¨ªtico oportunista¡±. ¡°Se vali¨® del Bild para escalar en su carrera y le funcion¨® hasta cierto momento. Pero olvid¨® las palabras del jefe de Springer [editorial del tabloide]: ¡®Quien sube en ascensor con el Bild, tambi¨¦n baja con ¨¦l¡¯. Definitivamente, no es la v¨ªctima que ahora pretende ser¡±, asegura a este peri¨®dico. Pero las cr¨ªticas a Wulff no dejan a salvo a la prensa. ¡°Este caso ha mostrado a las claras las carencias evidentes de los medios alemanes: la tendencia creciente de buscar cabezas de turco, la falta de investigaci¨®n, el compadreo¡ Lo peor de todo es la egolatr¨ªa de los periodistas que disfrazan sus filias y fobias de defensa de la democracia¡±, concluye Unfried.?
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