La voracidad china deja huella en ?frica
Las comunidades locales empiezan a exigir a sus Gobiernos que protejan el medio ambiente
A los habitantes de Colibuia, peque?a localidad de Guinea-Bissau, se les acab¨® la paciencia el pasado 5 de marzo. Un grupo de j¨®venes, armados con palos y machetes, impidi¨® el acceso a un bosque pr¨®ximo al pueblo a una cuadrilla de le?adores venidos de la vecina Guinea-Conakry y contratados por una empresa china. En la refriega hubo cuatro heridos. ¡°Estamos hartos. No solo est¨¢n destrozando la naturaleza, sino que las comunidades no reciben nada a cambio¡±, asegura Lamine Tur¨¦, miembro del colectivo de j¨®venes Renaj. La madera de Guinea-Bissau o Mozambique; el petr¨®leo de Sud¨¢n, Angola y Guinea Ecuatorial; el uranio de N¨ªger, el cobalto de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo, el cobre de Zambia, el pescado de Mauritania y el marfil de Tanzania, Kenia o Camer¨²n. Las se?ales de alarma se han encendido en muchos rincones del continente. ?frica se ha convertido en el principal escenario de una guerra a gran escala por los recursos naturales en la que China, un pa¨ªs de 1.300 millones de habitantes con enormes necesidades de materias primas, no deja de ganar batallas. Y la voracidad del gigante asi¨¢tico es tan grande como la huella ambiental que est¨¢ dejando a su paso.
En la avenida de Am¨ªlcar Cabral de la ciudad de Bissau hay un enorme atasco de camiones. Un simple paseo entre ellos basta para darse cuenta de cu¨¢l es su carga: madera. Miles de troncos apilados dentro de cientos de contenedores. Esta es la ruta de acceso principal al puerto y pr¨¢cticamente cada d¨ªa se repite la misma escena. Uno de los transportistas muestra su certificado de exportaci¨®n. Destino: puerto de Huangpu, en China. Informes de Naciones Unidas que se apoyan en testimonios de las propias comunidades locales aseguran que salen entre 60 y 75 contenedores cada d¨ªa. Cientos de miles de ¨¢rboles cada a?o.
El ingeniero forestal Constantino Correia, que hace a?os fue director general de Bosques del Gobierno, conoce este trasiego por dentro. ¡°El ¨²ltimo inventario forestal de Guinea-Bissau data de 1985 y en la actualidad se est¨¢n dando licencias de corte sin control, que luego las empresas guineanas venden a empresas chinas. Estamos perdiendo unas 80.000 hect¨¢reas de bosque cada a?o y nadie tiene ning¨²n plan de reforestaci¨®n¡±. Tras el golpe de Estado de abril de 2012, Guinea-Bissau ha padecido un Gobierno d¨¦bil y quien ha llevado las riendas ha sido, en realidad, un Ej¨¦rcito c¨®mplice de este expolio. ¡°Cuando la poblaci¨®n local protesta o se resiste, los militares acompa?an a las cuadrillas de las empresas chinas¡±, asegura Tur¨¦.
El problema reside en que los ¨¢rboles, que deber¨ªan pasar por alguno de los 13 aserraderos habilitados en el pa¨ªs, son cortados en hangares clandestinos o directamente en el bosque, y los troncos, cargados en los contenedores, lo que permite esquivar los controles. Si a ello se suma el soborno a funcionarios y pol¨ªticos para que hagan la vista gorda, el c¨ªrculo se cierra. En la terraza del hotel Kalliste, en la capital de Bissau, empresarios chinos y comerciantes locales hacen sus cuentas en ajados cuadernos y anotan contenedores vendidos como si fueran rosquillas. Los asi¨¢ticos est¨¢n interesados sobre todo por una especie en concreto, la Pterocarpus erinaceus, conocida aqu¨ª como pau de sangue, muy apreciada por la calidad de su madera, ideal para la reproducci¨®n de muebles de la dinast¨ªa Ming y Qing.
Pero Guinea-Bissau es apenas la punta del iceberg. Seg¨²n la organizaci¨®n internacional Agencia de Investigaci¨®n del Medio Ambiente, China es el mayor comprador de madera ilegal del mundo y sus grandes necesidades, tanto para muebles como para la construcci¨®n, se encuentran detr¨¢s de la deforestaci¨®n de pa¨ªses como Mozambique. As¨ª lo puso de manifiesto el informe Pillaje chino, elaborado por la abogada ambientalista Catherine MacKenzie a petici¨®n de organizaciones sociales mozambique?as de la provincia de Zambezia, en el que se aseguraba que, al ritmo actual, sus principales bosques desaparecer¨ªan en un periodo de 10 a?os. El dato es preocupante, como el hecho de que nada menos que el 30% de la cubierta forestal de ?frica central est¨¢ bajo concesi¨®n china para su explotaci¨®n. Lo parad¨®jico del asunto es que las autoridades del pa¨ªs asi¨¢tico muestran, al mismo tiempo, un gran inter¨¦s en proteger sus propios bosques, manteniendo moratorias a la tala y aprobando una legislaci¨®n cada vez m¨¢s restrictiva para la explotaci¨®n maderera.
Petr¨®leo, minerales, metales, diamantes y madera conforman el 60% de las exportaciones al gigante asi¨¢tico
No es solo madera. Desde los a?os ochenta, China tiene su mirada fija en ?frica, donde est¨¢ librando una guerra sorda con Occidente por hacerse con el control de los recursos naturales. Ya en 2009 desbanc¨® a Estados Unidos como primer socio comercial del continente con unos intercambios que no han dejado de aumentar, cifrados en 198.000 millones de d¨®lares en 2013. El 60% de las exportaciones africanas al gigante asi¨¢tico est¨¢n conformadas por el petr¨®leo, seguido de minerales, metales, diamantes y madera. No son solo los chinos; tambi¨¦n pa¨ªses emergentes como India, Brasil, Corea del Sur o Rusia est¨¢n tomando posiciones, pero no cabe duda de que el pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo est¨¢ ganando la batalla. Ahora bien, como dice un proverbio africano, cuando los elefantes se pelean es la hierba la que sufre. Y en este inquietante conflicto de intereses la hierba suele ser el medio ambiente y las comunidades locales, que llevan todas las de perder.
Los conflictos est¨¢n surgiendo por todas partes. En 2006, Gab¨®n decidi¨® suspender la licencia de explotaci¨®n petrolera concedida a la empresa china Sinopec tras constatar que el uso de dinamita y maquinaria pesada en el parque nacional de Loango perjudicaba a los gorilas. Finalmente, la compa?¨ªa tuvo que pagar una multa y adaptar sus normas ambientales para seguir operando. El pasado 21 de mayo, el Gobierno chadiano suspend¨ªa las perforaciones de la empresa estatal china CNPC acus¨¢ndola de ¡°m¨¦todos nefastos¡± y ¡°vertidos nocivos¡±. Unos a?os antes, las autoridades de Zambia decidieron cerrar una explotaci¨®n china de cobre en la ciudad de Kabwe tras constatar pr¨¢cticas contaminantes para la poblaci¨®n.
Las industrias extractivas se aprovechan de la escasa regulaci¨®n ambiental o de la debilidad de algunos Estados africanos para obtener as¨ª un mayor beneficio. La estrategia china suele ser la de dejar a cambio grandes infraestructuras, algo que muchos africanos valoran positivamente. Por toda la geograf¨ªa africana se ven palacios de congresos, carreteras, puentes o presas que llevan el sello asi¨¢tico. Pero lo cierto es que, en los ¨²ltimos a?os, las comunidades empiezan a despertar de su letargo y a empujar a sus Gobiernos a adoptar medidas protectoras, incluso adoptando formas de resistencia. Como dice el soci¨®logo guineano Miguel de Barros, ¡°las colectividades rurales de Guinea-Bissau, pero tambi¨¦n las de otros lugares de ?frica, saben lo que pasa y es de esperar que adopten medidas si quienes deber¨ªan proteger su forma de vida, su entorno natural, no lo hacen¡±.
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