La ¡®primavera yihadista¡¯
El intento de crear un califato isl¨¢mico sun¨ª amenaza con la desintegraci¨®n de Oriente Pr¨®ximo
La historia se repite y los presidentes de Estados Unidos pueden cometer los mismos errores tropezando en similares piedras. Le ocurri¨® a Eisenhower y despu¨¦s a Kennedy, quienes comenzaron por enviar asesores militares a Vietnam del Sur para tratar de contener la ca¨ªda de las fichas del domin¨® en el Sureste asi¨¢tico. No les sirvi¨® la lecci¨®n de la derrota francesa en Dien Bien Phu en la primera guerra de Indochina. Fue insuficiente y Johnson lanz¨® al pa¨ªs a un conflicto abierto escalando la intervenci¨®n militar norteamericana. Para salir derrotados en 1975 tras perder la vida 58.159 soldados estadounidenses.
Barack Obama, tras cerrar dos guerras en falso, la primera, la de Irak, heredada de su predecesor, George W. Bush, y la segunda suya, en Afganist¨¢n, presionado por el avance de los nuevos b¨¢rbaros yihadistas hasta las puertas de Bagdad tras controlar ya algunas explotaciones petrol¨ªferas, env¨ªa tambi¨¦n 300 asesores militares. Pero asegura que, en ning¨²n caso, volver¨¢n los soldados estadounidenses a luchar en Mesopotamia. La misi¨®n en Irak no estaba cumplida, tras la invasi¨®n EE UU vaci¨® el Estado, como tampoco lo est¨¢ la de Afganist¨¢n.
Presionado por la sangr¨ªa econ¨®mica originada por los dos conflictos y una opini¨®n p¨²blica que ya no soporta las intervenciones exteriores, Washington se repliega, convencido de que la reconstrucci¨®n dom¨¦stica es ahora su primera misi¨®n. Obama, el reflexivo, sigue dudando sobre el papel de EE UU en un mundo multipolar en el que nadie busca asumir las cargas mundiales que hasta ahora reca¨ªan en exclusiva sobre Washington. Europa, aqu¨ª tambi¨¦n, est¨¢ fuera de juego.
Dicen que un problema que no tiene soluci¨®n deja de ser un problema. No es el caso de esta primavera yihadista que sigue a la enterrada primavera ¨¢rabe. El intento de crear un califato isl¨¢mico sun¨ª, una de las ramas del islam minoritaria en Irak en el continuo que forman Siria e Irak, amenaza con la desintegraci¨®n de Oriente Pr¨®ximo, la fragmentaci¨®n de las actuales fronteras, el fortalecimiento del Ir¨¢n teocr¨¢tico chi¨ª como gran poder regional, y un peligro de incendio para la gasolinera mundial del Golfo P¨¦rsico.
El pretendido califato no busca construir una nueva Alhambra, su ADN es terrorista y su amenaza no se circunscribe a Irak. El eventual nuevo Sunist¨¢n exporta terroristas suicidas contra objetivos civiles, decapita a los chi¨ªes y a otras minor¨ªas, y amenaza a Europa y Estados Unidos. Cientos de europeos, tambi¨¦n espa?oles, luchan en sus filas. Aunque desde Espa?a solo alcancemos a fijarnos en nuestro campanario, tambi¨¦n nos ata?e, a nosotros y a la Europa que defendemos.
La democracia y el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n no son incompatibles, pero el pluralismo no se ha instalado a¨²n en estas sociedades. Los europeos, siglos atr¨¢s, tambi¨¦n superamos largas guerras religiosas. No hay soluci¨®n buena en Irak. Implicarse en una guerra civil en unas sociedades tribales y multisectarias es sin duda la peor opci¨®n. La de Obama, si no es arrastrado a un nuevo Vietnam, por prudente, es la menos mala.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.