Ham¨¢s no es un partido, es un Estado
El movimiento islamista ejerce un f¨¦rreo control en la franja de Gaza All¨ª cuenta con el apoyo mayoritario de la poblaci¨®n gracias al clientelismo
Tras la oraci¨®n del segundo viernes de Ramad¨¢n, muchos en Gaza se tem¨ªan que la relativa calma b¨¦lica fuera la que, se dice, precede a las tormentas. No as¨ª el escolar de 17 a?os Mohamed Jerasem, que sali¨® de la mezquita del campo de refugiados de Al Sati con el ¨¢nimo bien alto: ¡°Est¨¢n matando a nuestras madres y nuestros ni?os¡±, observ¨®. Y a?adi¨® que en Gaza est¨¢n ¡°orgullosos¡± de la ¡°respuesta, de los cohetes y de la resistencia hasta la ¨²ltima gota de sangre¡±. Un discurso casi id¨¦ntico al serm¨®n que hab¨ªa dado el im¨¢n minutos antes. Tambi¨¦n podr¨ªa ser del l¨ªder de Ham¨¢s, Ismail Haniya, que en tiempos de paz vive muy cerca del templo. Las radios y las televisiones reflejan esa misma doctrina p¨¦trea de resistencia y triunfalismo, mientras las bombas y los misiles israel¨ªes machacan Gaza d¨ªa y noche.
La discrepancia entre el entusiasmo oficial y la realidad de los bombardeos es casi tan abrumadora como la inferioridad militar de los grupos de Gaza respecto a la moderna m¨¢quina militar de Israel. El joven Jerasem se cree lo que cuenta el im¨¢n y repiten la radio y la televisi¨®n de Ham¨¢s desde la clandestinidad. Aunque entre los civiles adultos se percibe m¨¢s bien rabia, desamparo o resignaci¨®n ante la muerte que les cae del cielo, tambi¨¦n a ellos les cala la propaganda.
¡°No s¨®lo los agresores necesitan justificarse¡±, explicaba el viernes el polit¨®logo Waje Abu Zarefah, ¡°tambi¨¦n las v¨ªctimas tratan de explicarse por qu¨¦ los est¨¢n matando¡±. Nada mejor para eso que los presuntos ¨¦xitos b¨¦licos que difunde Ham¨¢s las 24 horas del d¨ªa.
¡°Nuestros cohetes golpean Tel Aviv¡±, dicen clamando venganza contra ¡°el enemigo sionista¡±. Zarefah sonre¨ªa: ¡°A algunos les consuela creer que nos masacran porque somos peligrosos¡±. El discurso casa con las persistentes informaciones israel¨ªes sobre las salvas de cohetes que les llegan desde Gaza. Son ya muchos cientos, que no han matado a un solo israel¨ª y apenas han causado da?os rese?ables.
Ham¨¢s, explicaba el profesor y escritor entre calada y calada, ¡°no es un movimiento, es un Estado¡± con su Ej¨¦rcito, su polic¨ªa y su aparato de propaganda. No duda el palestino de Gaza en tachar al grupo islamista de ¡°totalitario¡± y a sus m¨¦todos, de "fascistas". Su f¨¦rreo control en Gaza conserva las simpat¨ªas mayoritarias de la poblaci¨®n desde que, en 2007, gan¨® las elecciones y expuls¨® de la Franja a sus rivales del partido Al Fatah, que se quedaron el Gobierno en Cisjordania. Ambas formaciones presentaron un Gobierno de reconciliaci¨®n en junio.
Ham¨¢s se sirve del clientelismo, con decenas de miles de empleos p¨²blicos ¡°innecesarios¡± para Zerefah, pero tambi¨¦n de una red ¡°eficiente y socialmente ¨²til¡± de ayudas a los muchos cientos de miles de pobres entre los m¨¢s de 1,8 millones de palestinos que se hacinan en la miseria de la Franja. Difunden su ideolog¨ªa islamista con sus propios medios de comunicaci¨®n, como la emisora Al Aqsa TV, o mediante los muchos imanes afines que predican en toda la Franja. Pero seg¨²n el izquierdista laico Zarefah, ¡°su verdadero prestigio les viene de su capacidad militar¡±.
Los empleados p¨²blicos de Gaza llevan m¨¢s de dos meses sin cobrar su sueldo. Ham¨¢s tiene problemas econ¨®micos desde que un golpe de Estado depuso hace un a?o al Gobierno electo del islamista Mohamed Morsi en Egipto. Un transportista de 47 a?os llamado Amjad aventuraba, por eso, que est¨¢n ¡°en la guerra de los sueldos¡±. Este palestino ¡°laico y comunista¡± cree que Ham¨¢s participa en la escalada con Israel ¡°para forzar a que Al Fatah les ayude¡±. Pero, a ojos de Estados Unidos y de la Uni¨®n Europea, pagar a Ham¨¢s es ayudar a un grupo terrorista. Abbas se arriesgar¨ªa a perder apoyos internacionales.
En el sal¨®n de su casa, el psic¨®logo Yamil Abdati dudaba por la tarde de la influencia de la propaganda. Abdati, que atiende diariamente a v¨ªctimas de los bombardeos israel¨ªes, cree que los aparentes triunfalismos juveniles responden a que, en Gaza, ¡°se han instalado la desesperanza y la convicci¨®n de que no nos queda nada que perder¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.