F¨®rceps, recelos y repliegues
?C¨®mo puede ser que 28 se?oras y se?ores tan conspicuos se enreden en la telara?a de altos cargos para la legislatura europea?
?C¨®mo puede ser que 28 se?oras y se?ores tan conspicuos se enreden en una leve telara?a, la de los altos cargos para la nueva legislatura europea? Sobre todo, cuando ya estaba despejado el puesto clave de la jefatura de la Comisi¨®n.
El fiasquito de la cumbre europea del mi¨¦rcoles tiene explicaci¨®n. Los mandatarios siguieron las tres normas t¨¢citas para sus (indigestas) tomas de decisiones.
Primera: los gobernantes nacionales casi nunca deciden en el Consejo Europeo o en el consejo de ministros hasta que resulta indispensable, y mejor en el ¨²ltimo minuto. Tienen que ser obligados a ello por una crisis, cuando no decidir aboca al abismo: fondos de rescate, uni¨®n bancaria... O por una presi¨®n insoportable de la opini¨®n p¨²blica o de otras instituciones: el ¨²ltimo paquete presupuestario, la elecci¨®n de Jean-Claude Juncker al frente de la Comisi¨®n. Los grandes acuerdos requieren f¨®rceps.
La segunda norma es acoger bien al novato, pero al mismo tiempo evidenciar sigiloso recelo ante sus ¨ªnfulas. A Fran?ois Hollande se le abrieron los brazos con el Pacto por el Crecimiento y el Empleo en la cumbre de junio de 2012. Pero al poco, Alemania, apoyada entre otros por Finlandia, agu¨® una gran conquista de aquella cumbre (que labr¨® Mario Monti, flanqueado por Hollande y Mariano Rajoy): la luz verde al rescate directo de bancos en crisis por todos los socios, en vez de por cada uno individualmente.
As¨ª que Matteo Renzi deber¨¢ cuidar c¨®mo combina su fresco descaro (lleg¨® tarde a la cumbre, propuso votar su candidata a Alta Representante para la Pol¨ªtica Exterior, en vez de usar el consenso) con la fragua de alianzas: sobre todo para el asunto clave de c¨®mo se concretar¨¢ la flexibilizaci¨®n de la pol¨ªtica de austeridad.
Tercer s¨ªndrome: a cada paso valiente debe sucederle alg¨²n repliegue, como si los avances federales les infligiesen enorme fatiga o temblor de piernas. A la elecci¨®n del federalista Juncker por mayor¨ªa (firmeza frente a Londres y los euroesc¨¦pticos), le sucede la concesi¨®n de elegir los otros cargos por unanimidad (derecho a veto): lentitud, aplazamientos, ese viejo conocido chapoteo.
A todo eso se le une el deber de que los cargos plasmen muchos equilibrios, de g¨¦nero y entre los Estados miembros: Norte/Sur; Este/Oeste; peque?os/grandes; conservadores/progresistas. Resultan m¨¢s necesarios que nunca. Hay que suturar las fracturas que la crisis nos dej¨® en herencia.
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