Adi¨®s a la favela en el rascacielos
Venezuela comienza a reubicar a las 1.100 familias que ocupan la Torre de David, un edificio sin acabar y con un prestigioso premio arquitect¨®nico
Si los planes del Gobierno chavista del presidente Nicol¨¢s Maduro se concretan, en pocos meses se desocupar¨¢ la Torre de David, la favela de hormig¨®n m¨¢s alta del mundo. La noticia ha sorprendido a la opini¨®n p¨²blica, que miraba entre desconcertada y avergonzada c¨®mo lo que promet¨ªa ser el icono arquitect¨®nico de la Caracas de la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX, cuya construcci¨®n fue abandonada en medio de la crisis financiera de 1994, era invadido por familias sin techo ¡ªlos m¨¢s¡ª y malvivientes ¡ªlos menos¡ª ante la indiferente mirada de las autoridades. El chavismo intelectual ve¨ªa en la toma de la construcci¨®n en forma de zigurat ¡ªdos torres de 45 y 28 pisos m¨¢s un estacionamiento de 10 niveles y una azotea que har¨ªa las veces de helipuerto¡ª el s¨ªmbolo del fracaso del neoliberalismo de los a?os noventa. Para sus habitantes, ocuparlo a la fuerza fue la ¨²nica manera de concretar el sue?o de poseer una vivienda propia, un deseo que cruza transversalmente a toda la sociedad venezolana.
El desalojo comenz¨® el pasado lunes en la noche con la colaboraci¨®n de miembros de la Fuerza Armada Nacional, quienes ayudaban a los vecinos a bajar sus enseres desde los pisos superiores para introducirlos en camiones especialmente dispuestos para la ocasi¨®n. En primer lugar saldr¨¢n 160 familias ¡ªde las 1.156 censadas¡ª hacia una zona urbanizada por el Gobierno en los Valles del Tuy, en las afueras de Caracas.
La iniciativa supone un esfuerzo del chavismo por desmarcarse de la promoci¨®n de las invasiones urbanas alentadas por Hugo Ch¨¢vez, y un gesto que pretende reubicar a quienes viven en sitios inadecuados. Otras informaciones apuntan a que el edificio podr¨ªa albergar a empresas chinas, como parte del acuerdo firmado con el presidente Xi Jinping durante su visita esta semana a Caracas. El viernes en la noche el presidente Nicol¨¢s Maduro sugiri¨® incluso que la estructura de fachada espejada podr¨ªa ser demolida.
Si esto llegara a ser as¨ª, se cerrar¨ªa el cap¨ªtulo m¨¢s triste de la vida de Kimberly Caminiti. El viernes por la ma?ana, como todos los d¨ªas, esta mujer de 43 a?os, de piel blanca y con pecas apenas visibles en los p¨®mulos, alquilaba tel¨¦fonos celulares en la acera de la torre. Hace siete a?os Kimberly lleg¨® al edificio, premiado en 2012 con el Le¨®n de Oro en la Bienal de Arquitectura de Venecia, decidida a no volver a pagar una renta por una vivienda. Viv¨ªa hacinada con sus tres hijos, entonces de 15, 6 y 2 a?os, en un dormitorio alquilado.
Durante muchos a?os la Torre de David ¡ªconocida tambi¨¦n como Torre Confinanzas¡ª fue administrada por un expresidiario llamado Alexander Daza, El ni?o Daza, quien decid¨ªa qui¨¦n entraba, o no. Kimberly Caminiti pudo obviar ese requisito. El padre del segundo de sus hijos, que hab¨ªa participado en la invasi¨®n, la recibi¨® en su vivienda del piso 13. Viv¨ªan juntos, ¡°pero no revueltos¡±, dice ella, como para dejar claro que su presencia en casa de su antigua pareja era el sacrificio que har¨ªa antes de obtener su lugar propio. En los pisos superiores, entre el 24 y el 28, hab¨ªa suficiente espacio para alojarse, aunque con no pocas dificultades y riesgos. A la falta de agua corriente ¡ªproblema solucionado con el tiempo con la instalaci¨®n de bombas que la impulsaban hasta los pasillos de los pisos, donde los vecinos deb¨ªan acarrearla hasta sus apartamentos¡ª se sumaba la ausencia de paredes laterales. Si decid¨ªa mudarse all¨ª, Kimberly y sus hijos solo estar¨ªan resguardados por la fachada espejada. No hab¨ªa ventanas ni bloques para proteger a la ni?a de dos a?os que reci¨¦n comenzaba a caminar.
Para llegar hasta el piso 28, el ¨²ltimo nivel habitable y el primero en clausurarse, hay que tener una buena condici¨®n f¨ªsica o subir en las motocicletas apostadas en la planta baja del estacionamiento. En cualquier caso, no hay manera de ascender sin la compa?¨ªa de los l¨ªderes de la comunidad. El objetivo es espantar a la mala prensa mediante visitas guiadas y desvelar la cara amable de la comunidad.
Kimberly recuerda los esfuerzos que a diario deb¨ªa hacer para subir los 13 pisos con bolsas y una ni?a a cuestas. Pero antes de llegar al apartamento donde ocurrir¨ªa su desgracia, Kimberly y sus hijos vivieron en el piso 18 en un espacio m¨¢s peque?o. No durar¨ªa mucho tiempo all¨ª, porque finalmente lleg¨® al apartamento amplio que muchas veces hab¨ªa imaginado. Se mud¨® al piso 25 con sus hijos el 24 de diciembre de 2009, pero mes y medio despu¨¦s, el 13 de febrero de 2010, estaba regresando de nuevo a la casa de su antigua pareja. ¡°A la torre llegamos cuatro personas. Y desde ese d¨ªa somos tres¡±.
Kimberly trabajaba como cajera de un supermercado en el centro de Caracas cuando recibi¨® una llamada. Hab¨ªa dejado a su ni?a, a punto de cumplir cinco a?os, al cuidado de una vecina que a su vez vigilaba a otros chiquitos. Decidieron jugar al escondite. La hija de Kimberly corri¨® a esconderse detr¨¢s de un aparato que cubr¨ªa un enorme foso en el centro de la torre. Cay¨® al vac¨ªo. Fue, seg¨²n sus c¨¢lculos, una de las tres v¨ªctimas, junto a un motorista ebrio y una mujer que resbal¨® mientras intentaba pasar de una fachada a otra. A ciencia cierta, nadie sabe cu¨¢nta gente ha podido morir.
Si el chavismo concreta su promesa, Kimberly deber¨ªa recibir su vivienda dentro de algunos meses. Est¨¢ dispuesta a mudarse lejos si es necesario, pero a¨²n no se la han asignado. Cuando eso ocurra, nunca m¨¢s volver¨¢ a la Torre Confinanzas. Aqu¨ª, aparte de lo que ocurri¨®, a ella y a sus vecinos se los tiene como los responsables del auge de la delincuencia en el barrio de Sarr¨ªa y sus alrededores. Kimberly no teme a un nuevo comienzo, quiz¨¢s porque sabe que alg¨²n d¨ªa llegar¨¢ a una morada segura
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