Salazar, el dictador sin huella
Al cumplirse 44 a?os de su muerte, la figura del portugu¨¦s no provoca entre sus compatriotas la animadversi¨®n que han generado otros d¨¦spotas
Hace unos a?os, la televisi¨®n p¨²blica portuguesa RTP, al igual que antes hab¨ªan hecho BBC en Reino Unido y RTF en Francia, busc¨® al personaje nacional m¨¢s popular de todos los tiempos. Los brit¨¢nicos se inclinaron por Churchill; los franceses por De Gaulle, en el caso de Portugal no hubo rival. Ni Vasco de Gama ni la fadista Amalia Rodrigues ni siquiera el futbolista Cristiano Ronaldo. El portugu¨¦s universal por ampl¨ªsimo margen de votos era el dictador Ant¨®nio de Oliveira Salazar.
Este domingo se cumplen 44 a?os de su muerte, provocada al caerse de una silla, un infortunio tan insulso como la huella que dej¨® en la memoria de sus ciudadanos, entre quienes no levanta pasiones, ni en un sentido ni en otro. ¡°Si comparamos con Espa?a, efectivamente Portugal no tiene P¨ªos Moas ni una derecha antisistema¡±, explica Filipe Ribeiro de Meneses, bi¨®grafo del dictador. ¡°No hay un antagonismo cerval ni en la calle ni en el mundo acad¨¦mico¡±.
La ausencia de odios no significa desinter¨¦s. El austero dictador, solter¨®n y casero, conserva su tir¨®n como lo prueba que el semanario Expresso reparta durante todo el verano su biograf¨ªa en fasc¨ªculos.
Aparte de una hagiograf¨ªa del ministro Franco Nogueira, hasta 2010 no se hab¨ªa publicado monogr¨¢fico alguno sobre la vida de Salazar. La obra de Ribeiro de Meneses, profesor de la Universidad de Dubl¨ªn, tuvo una buena acogida entonces (13.000 ejemplares vendidos a unos 35 euros).
Contempor¨¢neo de los tiranos Mussolini, Hitler y Franco, Salazar (1889-1970) gobern¨® Portugal de 1932 a 1968, aunque cuatro a?os antes ya dirig¨ªa con mano de hierro el Ministerio de Econom¨ªa. ¡°Ciertamente si la comparaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica es respecto a Espa?a o Alemania, Salazar juega a favor¡±, dice Ribeiro de Meneses. ¡°Aqu¨ª no hubo guerra civil, no conquist¨® el poder como Franco. Hubo represi¨®n, s¨ª; pero no dividi¨® al pa¨ªs ni a sus familias con muertos de uno y otro lado¡±.
El 41% de todos los votos emitidos en aquel programa televisivo de 2007, v¨ªsperas de la gran crisis, fueron para Salazar. ¡°Jos¨¦ Saramago se qued¨® patidifuso¡±, recuerda su viuda Pilar del R¨ªo, directora de la fundaci¨®n del escritor en Lisboa. ¡°Pero entendi¨® que ser el m¨¢s popular no era necesariamente bueno. Hab¨ªa gobernado casi medio siglo, normal que influyera en la vida de muchas generaciones¡±.
Al autor de Levantado del suelo y El a?o de la muerte de Ricardo Reis, novelas donde describe la crueldad del r¨¦gimen, le chocaron al llegar a Espa?a los libros de texto. ¡°Me preguntaba c¨®mo hab¨ªamos sobrevivido a esa doctrina del nacional-catolicismo¡±, recuerda Del R¨ªo. ¡°Salazar siempre tuvo clar¨ªsima la separaci¨®n de la Iglesia. No hubo Santa Cruzada en Portugal... exist¨ªa el divorcio... y eso se sigue notando¡±.
Entre dictadores, parece ¡ªseg¨²n Paul Preston¡ª que Franco ten¨ªa cierta admiraci¨®n por Salazar, nada correspondida. ¡°Para Franco, Salazar era demasiado modesto, de una simplicidad exagerada; y Salazar siempre vio con recelo al espa?ol, sobre todo durante la II Guerra Mundial por una posible entrada en el conflicto, lo que arrastrar¨ªa a Portugal".
Salazar era un economista graduado en la universidad con 19 puntos sobre 20. ¡°Se pasaba el d¨ªa y la noche trabajando, conoc¨ªa toda la maquinaria diplom¨¢tica; ¨¦l personalmente otorgaba los permisos de navegaci¨®n a los brit¨¢nicos durante la guerra. Las vacaciones eran de d¨ªas y en su pueblo natal [Vimeiro, donde est¨¢ enterrado]¡±. Nada de yates ni salmones pescando su ca?a. A la hora de cesar a un ministro, enviaba una pluma.
En otro estudio de la Fundaci¨®n Gulbenkian y del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, el 51% de los encuestados se?al¨® que lo m¨¢s importante de la historia del pa¨ªs hab¨ªa sido la Revoluci¨®n del 25 de abril de 1974; muy por delante del golpe del 5 de octubre de 1910 (fin de la monarqu¨ªa), con el 11%; la entrada en la Uni¨®n Europea (6%) o la independencia de Espa?a (5%). Pese a la mayor rigurosidad del estudio, resulta igual de chocante que 40 a?os de dictadura no dejen rastro.
En el centro del eximperio, la plaza del Comercio de Lisboa, discuten (mejor, debaten) de Salazar el empresario Paulo y el joven aut¨®nomo Jo?o. Ya solo los matices de ambos son un choque radical respecto a otros dictadores. ¡°Yo nac¨ª con la Revoluci¨®n del 25 de Abril¡±, dice Jo?o. ¡°Estoy con la Revoluci¨®n, pero veo que no resolvi¨® todos los problemas¡±. ¡°La Revoluci¨®n nos trajo la Coca-cola¡±, recuerda Paolo, en la cincuentena, para subrayar la complejidad del personaje. ¡°Una vez condenada su dictadura, hay que decir que Salazar era un intelectual. Sus discursos son muy interesantes. Naci¨® pobre y muri¨® pobre, que es algo muy portugu¨¦s. Estaba en contra del consumismo, por eso prohibi¨® la Coca-cola, pero no era antiyanqui pues Portugal fue miembro fundador de la OTAN¡±.
A su muerte, nadie enarbol¨® el salazarismo. Su herencia ideol¨®gica es tan p¨ªrrica como la econ¨®mica. ¡°En los a?os treinta¡±, recuerda Ribeiro, ¡°el Diario de la Ma?ana emple¨® la palabra salazarismo, y el dictador llam¨® para que se prohibiera la expresi¨®n". ?l era anticomunista, republicano, y nacionalista, un nacional-pesimista. ¡°No tiene gran confianza en el talento de los portugueses ni del mundo en general. Su idea era que los ciudadanos fueran cada d¨ªa a trabajar y que por la noche regresaran con sus familias. La responsabilidad de las grandes decisiones la asum¨ªa ¨¦l¡±.
Quiz¨¢s es el personaje, m¨¢s que su ideolog¨ªa, lo que habla de su singularidad. Su relaci¨®n con las mujeres, la importancia de su ama de llaves, las gallinas empollando en medio de la residencia presidencial...
¡°Su arrogancia intelectual y orgullo le impidieron ver que estaba llevando a Portugal por un camino que cada vez le alejaba m¨¢s del resto del mundo, sobre todo despu¨¦s del 45¡±, dice su bi¨®grafo. La Guerra Fr¨ªa le permiti¨® alargar su r¨¦gimen sin reformas, sin concesiones y con el imperio colonial; pero no encar¨® la transformaci¨®n¡±.
La reciente crisis econ¨®mica, la llegada de la troika (con lo que signific¨® de p¨¦rdida de soberan¨ªa nacional), los recortes salariales, la dos intervenciones del FMI desde la Revoluci¨®n del 25 de Abril, han hecho rememorar a los portugueses que eso, con Salazar, no habr¨ªa ocurrido. Se encontr¨® el pa¨ªs en bancarrota y cuadr¨® las cuentas, algo in¨¦dito en la historia de Portugal. Para sorpresa de Estados Unidos, Salazar se empe?¨® en devolver el dinero del Plan Marshall. Fue el ¨²nico pa¨ªs que lo hizo.
Ribeiro de Meneses no le excusa.¡°Se recordar¨¢ de ¨¦l que impidi¨® el desarrollo econ¨®mico y cultural del pa¨ªs. En los sesenta, en pleno avance de su vecina Espa?a, pronunci¨® una frase lapidaria: 'El pueblo que no tenga miedo a la pobreza ser¨¢ imbatible'. Su herencia fue un pa¨ªs subdesarrollado con el mayor analfabetismo de Europa. El precio que se pag¨® por tener tranquilidad pol¨ªtica fue alt¨ªsimo¡±.
Ni Salazar confiaba en que quedara algo de sus 40 a?os de gobierno, como recoge Nogueira en sus diarios. Pensaba que hab¨ªa trabajado mucho, pero en demasiadas peque?as cosas. Este pesimista compulsivo depositaba sus esperanzas de recuerdo en el puente rojo sobre el Tajo, el puente de Salazar. El mismo al que hoy se le conoce como el del 25 de Abril.
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