La guerra tambi¨¦n hiri¨® la cultura
La inestabilidad pol¨ªtica y la violencia sectaria empa?an el oasis cultural de Bagdad, que presum¨ªa de una vibrante actividad literaria y teatral
Dice un viejo dicho que Cairo escribe, Beirut publica e Irak lee. Algo as¨ª recuerda el cr¨ªtico literario Fadhil Thamir, presidente del Sindicato de Escritores Iraqu¨ªes, con sede en Bagdad. Anda husmeando entre los libros que vende un puesto a la entrada de la asociaci¨®n. ¡°Siempre ha habido relaci¨®n entre la literatura y la pol¨ªtica iraqu¨ª¡±, dice Thamir en un excelente ingl¨¦s. Pero hay hueco para la ficci¨®n. ¡°S¨ª, uno de los t¨ªtulos m¨¢s populares ahora es Frankenstein en Bagdad, del escritor iraqu¨ª Ahmed Sadawi¡±, recuerda el cr¨ªtico bagdad¨ª. El libro ha ganado el premio Booker de literatura ¨¢rabe ¡ªapoyado por el galard¨®n brit¨¢nico de mismo nombre¡ª. Una gota en un oc¨¦ano cultural atravesado por la situaci¨®n de inestabilidad pol¨ªtica e inseguridad que vive Irak desde hace d¨¦cadas.
Volviendo al dicho: ?es cierto que Irak lee lo que Cairo o Beirut publican? ¡°Ahora ya no; tras las guerras, la gente perdi¨® la fe en la literatura¡±, responde Thamir, trajeado, sin una sola cana a sus 75 a?os. Fue encarcelado por oponerse a los ¡°fascistas baazistas¡± que tomaron el poder tras el golpe de 1963. Desde entonces, el sindicato y la cultura han dado tantos tumbos como el pa¨ªs. ¡°Durante la guerra con Ir¨¢n, por ejemplo¡±, apunta Thamir, ¡°la literatura estaba dominada por la guerra y el punto de vista del Baaz [partido ¨²nico hasta la ca¨ªda de Sadam Husein]¡±. Ahora, sin Husein, las letras ya se atreven a hablar del tirano, de las consecuencias de la ocupaci¨®n, del terrorismo...
?Pero qu¨¦ se compra? ¡°Libros religiosos, sobre todo el Cor¨¢n¡±. Thamir admite no obstante que ahora el iraqu¨ª no es un ¡°buen lector¡±. ¡°La falta de electricidad y la violencia no dejan que la gente lea¡±, afirma. Una recomendaci¨®n del cr¨ªtico: la calle Mutanabbi. Es el coraz¨®n callejero de la literatura e intelectualidad de Bagdad. Por fuera de los soportales, decenas de puestos tiran sus libros en pal¨¦s. Y el orden es sin duda pintoresco. Se puede encontrar sin disimulo el Mein Kampf, de Adolf Hitler, entre biograf¨ªas del ex primer ministro israel¨ª Menachem Begin y el guerrillero revolucionario argentino Che Guevara.
Aed al Nasser, de 63 a?os, regenta una librer¨ªa en el interior de los soportales de Mutanabbi. ¡°Hay dos generaciones¡±, se?ala el librero, ¡°la de los mayores, que buscan libros relacionados con lo ¨¢rabe o iraqu¨ª, y la de los j¨®venes, que quieren cosas nuevas como las novelas de Dan Brown¡±. Al Nasser s¨ª cree que los j¨®venes quieren escapar de la guerra con la literatura. ¡°Pero se ha reducido el n¨²mero de lectores¡±, dice, ¡°por la inestabilidad, la situaci¨®n econ¨®mica, la inseguridad¡±. Recuerda dos autores que gustan: el galardonado Sadawi y Jabra Ibrahim Jabra, palestino emigrado a Irak y fallecido en 1994.
A la entrada de Mutanabbi, Abu Al¨ª Sadi, de 52 a?os, despacha a una mujer. Un libro, dos libros, tres. La mujer, tocada con un pa?uelo, se lleva una pila de t¨ªtulos. Uno de los que sujeta describe cientos de oraciones que se pueden compartir con Dios. Es una librer¨ªa de historia isl¨¢mica. ¡°Lo que m¨¢s vendemos son libros santos como el Cor¨¢n¡±, afirma Al¨ª Sadi. Pero incluso la literatura del devoto tiene sus idas y venidas. ¡°Durante la guerra [tras la intervenci¨®n de EE UU, en 2003], las ventas estuvieron paralizadas¡±. ¡°La compra y venta¡±, prosigue el tendero, ¡°est¨¢ determinada por la situaci¨®n de seguridad, los libros son algo secundario¡±. Y como en la pol¨ªtica, aqu¨ª tambi¨¦n hay divisi¨®n entre ramas del islam. ¡°Los chi¨ªes compramos de todo, sin distinci¨®n¡±, asegura, ¡°pero los sun¨ªes s¨®lo compran libros para sun¨ªes, es lamentable¡±.
A un lado de la rotonda, en el centro de Bagdad, una l¨¢mpara maravillosa gigante. Al otro, la Asociaci¨®n del Teatro y Cine de Irak. Kadun Kureisi dirige dos teatros de la ciudad. En el a?o que lleva en el cargo, se han representado 20 obras. ¡°No tenemos l¨ªneas rojas¡±, se?ala Kureisi, ¡°muchas critican al Estado¡±. Lo cierto es que todas fueron de eso que llama teatro serio, gratis para todos los iraqu¨ªes. Tambi¨¦n hay comedias, firmadas por autores extranjeros. ¡°Los escritores iraqu¨ªes¡±, explica el director teatral, ¡°escriben obras que reflejan la situaci¨®n del pa¨ªs¡±. En otras palabras y como dice su compa?ero en la asociaci¨®n Taha Rachid, ¡°son muy pol¨ªticos¡±.
?Qu¨¦ es lo que m¨¢s ha gustado a la gente? ¡°Recuerdo la obra Entre ayer y hoy, medio comedia que criticaba al r¨¦gimen de Sadam Husein, a sus hombres de seguridad¡±. Reuni¨® a 1.500 personas cada uno de los tres d¨ªas que fue representada. No hay muchos m¨¢s pases. ¡°Los iraqu¨ªes son amantes del teatro¡±, defiende Kureisi, alto, con una voz radiof¨®nica impactante, ¡°pero las circunstancia de seguridad han reducido su afluencia a los teatros¡±. Con la amenaza terrorista, las aglomeraciones no se prodigan. Y recuerda: ¡°Con Sadam Husein hab¨ªa decenas de teatros abiertos y siempre estaban llenos¡±.
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