La econom¨ªa de la paz
Un acuerdo con las FARC impulsar¨ªa la agricultura y las infraestructuras, atrofiadas por la violencia
Juan Manuel Santos comenz¨® el jueves pasado a ejercer por segunda vez la presidencia de Colombia con la tensi¨®n del equilibrista que transita por la cuerda en las alturas. Su arquitectura de poder se apoya en un solo punto: el ¨¦xito en las negociaciones de paz con la guerrilla. Las elecciones presidenciales desnudaron una sociedad partida en dos. A favor y en contra de las conversaciones con las FARC. Si el experimento fracasara, el costo para Santos ser¨ªa incalculable. Pero si triunfara, la paz modificar¨ªa el rostro del pa¨ªs. Por eso el desenlace tiene cada vez m¨¢s interesados que invierten en Am¨¦rica Latina. Superado el ciclo de violencia, Colombia desatar¨ªa algunos nudos estructurales de su econom¨ªa y se proyectar¨ªa como una estrella en la regi¨®n.
La mitad de los colombianos no cree que las FARC tengan una vocaci¨®n genuina de llegar a un acuerdo. Sin embargo, nunca estuvieron tan cerca de hacerlo. Ese cambio no se explica sin la influencia de Hugo Ch¨¢vez. Cuando los guerrilleros estaban extenuados por el acoso militar, cuando ?lvaro Uribe los hab¨ªa dejado sin programa, el caudillo venezolano les ofreci¨® uno: insertarse en la vida p¨²blica como una fuerza pol¨ªtica m¨¢s. La muerte de Ch¨¢vez fue muy costosa para Santos. Ahora debe conformarse con el auxilio impresentable de Nicol¨¢s Maduro, a quien los colombianos detestan, o apelar a Lula da Silva y Rafael Correa para que la guerrilla no se levante de la mesa.
Las tratativas de La Habana ingresar¨¢n hoy en la zona m¨¢s riesgosa. El pr¨®ximo s¨¢bado incorporar¨¢n a las v¨ªctimas de la guerrilla. Hay que definir un r¨¦gimen penal espec¨ªfico: la denominada "justicia transicional". Es una ecuaci¨®n compleja. Debe discernir los cr¨ªmenes pol¨ªticos de los de lesa humanidad y de los delitos comunes, como el narcotr¨¢fico. Tiene que contemplar los derechos de los damnificados y fijar la duraci¨®n de las penas para los guerrilleros. Y un rengl¨®n invisible de la agenda: el reciclado de las fortunas de los jefes de las FARC.
El ¨¦xito de las negociaciones tendr¨ªa un impacto decisivo sobre las expectativas econ¨®micas. Sobre todo en la agricultura y la infraestructura, atrofiadas por la violencia.
Colombia cuenta con un sector agr¨ªcola sofisticado, que produce caf¨¦, ca?a, arroz, flores y palma africana. La pacificaci¨®n permitir¨ªa adecuar grandes extensiones para el cultivo de oleaginosas. Son tierras de los llanos orientales, la denominada altillanura. Departamentos como Meta, Cauca, Vichada o Vaup¨¦s ofrecen suelos similares al Cerrado, una de las plataformas fotosint¨¦ticas de Brasil.
Grandes agricultores argentinos y brasile?os viajan a Colombia, atra¨ªdos por ?la producci¨®n de soja y ma¨ªz si prospera el acuerdo con las FARC
Ya existen desarrollos importantes en esa regi¨®n, como los de La Fazenda, Cargill, Valorem, Grupo Sarmiento o Italcol. Pero Colombia debe superar algunas dificultades para convertirse en un gran actor agroindustrial. Una de ellas es definir un r¨¦gimen de tenencia de la tierra que permita una econom¨ªa de escala. Los colombianos libran una discusi¨®n ancestral sobre la posesi¨®n de la tierra. Las FARC han sido la expresi¨®n sangrienta de ese debate. Las unidades productivas, acotadas por el Estado, son tan peque?as que impiden pensar grandes proyectos. O inducen a las empresas a incurrir en subterfugios.
La otra limitaci¨®n al desarrollo agroindustrial es el d¨¦ficit log¨ªstico, por la escasa red de carreteras. Se trata de corregir la geograf¨ªa: como Colombia est¨¢ atravesada de norte a sur por tres cadenas monta?osas que dificultan el transporte transversal, sobre el Pac¨ªfico hay un solo puerto. La historia reforz¨® esta peculiaridad. Las ciudades se asentaron alrededor de las riquezas originarias, el oro y el caf¨¦, en el centro del pa¨ªs.
La posibilidad de terminar con los sabotajes guerrilleros estimul¨® un ambicioso plan de carreteras y t¨²neles, iniciado por Uribe y continuado por Santos. Las llaman Autopistas de la Prosperidad y demandar¨ªan inversiones por 23.000 millones de d¨®lares. El programa va por la tercera licitaci¨®n pero avanza lentamente, sobre todo por las objeciones ambientales.
Grandes agricultores argentinos y brasile?os viajan a Colombia, atra¨ªdos por los cuatro millones de hect¨¢reas que podr¨ªan incorporarse a la producci¨®n de soja y ma¨ªz si prospera el acuerdo con las FARC. Un mill¨®n se destinar¨ªa al mercado interno y el resto a la exportaci¨®n, que aumentar¨ªa en 5.000 millones de d¨®lares.
Estas hip¨®tesis est¨¢n determinando un alza en el precio de la tierra. En una zona como Vichada, la hect¨¢rea costaba un d¨®lar hace 10 a?os. Ahora cuesta 20. Y dentro de cinco a?os podr¨ªa costar 1.000. En Meta el valor va de 5 a 10.000 d¨®lares.
Si Colombia corona con la paz su estabilidad institucional de largo plazo, dar¨¢ un salto adelante que ya se verifica en el sector energ¨¦tico. En el a?o 2000, produc¨ªa 526.000 barriles diarios de petr¨®leo. Hoy, un mill¨®n. Como explic¨® The Economist el mes pasado, el pa¨ªs se benefici¨® con la llegada de ingenieros que hu¨ªan de la politizada e ineficiente PDVSA. Una deuda m¨¢s con Ch¨¢vez.
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