El silencio de Bonafini
La presidenta de Madres de Plaza de Mayo y De Carlotto expresan dos formas de reivindicaci¨®n
En la celebraci¨®n por el encuentro de Estela de Carlotto con su nieto hubo una ausente: la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe Bonafini. De los cuatro oradores que subieron al escenario durante un acto organizado por el ultrakirchnerismo, Bonafini fue la ¨²nica que no mencion¨® a Ignacio Guido Montoya Carlotto. Cuando le consultaron, contest¨®: ¡°Los nietos son todos lo mismo, no hay diferencias¡±. M¨¢s que una alegr¨ªa, Bonafini manifestaba una objeci¨®n. Tard¨® una semana en agregar, siempre lac¨®nica: ¡°Estoy contenta con Ignacio porque conozco a parte de su familia¡±.
Frente a la exaltaci¨®n de Carlotto, la circunspecci¨®n de Bonafini recordar¨ªa su decisi¨®n de socializar la maternidad, de reclamar por los desaparecidos sin nombres en los pa?uelos. Es una parte menor de la verdad.
Bonafini y Carlotto expresan dos formas de reivindicar los derechos humanos. Dos enfoques de la vida y de la muerte. Bonafini reclam¨® siempre la aparici¨®n de los hijos, que no considera muertos. Carlotto reconoci¨® los restos de su hija Laura y se consagr¨® a la b¨²squeda de los nietos. Bonafini interpreta su tarea como la continuaci¨®n de una lucha armada que se niega a condenar. Carlotto entiende la suya como la instancia imprescindible de una pacificaci¨®n. Esta divergencia se transform¨® en conflicto. Hace algunos a?os, Carlotto confes¨®: ¡°Con Bonafini no comparto nada. No acordamos las formas ni algunos dichos contrarios a un objetivo. Ella dijo que ¡®a los nietos no hay que buscarlos porque ya est¨¢n contaminados¡¯¡±.
Este desencuentro es tambi¨¦n insuficiente para entender la parquedad de Bonafini. Ella est¨¢ separada de Carlotto por una enemistad personal nacida durante la dictadura. Las abuelas, que se reun¨ªan dos veces por semana en la sede de las Madres, decidieron buscar otro refugio. Recurrieron a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos con el argumento de que las Madres interven¨ªan su correspondencia.
El v¨ªnculo se termin¨® de disolver por una trivialidad: Bonafini nunca perdon¨® que Carlotto, al parecer por un malentendido, recibiera en Italia un reconocimiento destinado a las Madres.
N¨¦stor Kirchner, que para manipular las enso?aciones que cobija el alma humana era imbatible, sedujo a ambas ancianas. Consigui¨® que identificaran una causa universal con una facci¨®n pol¨ªtica. Postul¨® a Carlotto para el Nobel de la Paz. Le prometi¨® la gloria. Y a Bonafini, que ve¨ªa desdibujados sus objetivos gracias a la anulaci¨®n de las leyes del perd¨®n, le asegur¨® la revoluci¨®n. Empez¨® confi¨¢ndole un programa de viviendas, que ella puso en manos del c¨¦lebre parricida Sergio Schoklender.
Cuando Bonafini qued¨® envuelta en un esc¨¢ndalo por malversaci¨®n de fondos, Carlotto la fulmin¨®: ¡°Nos mancha a todos. Tenemos que soportar que nos pongan en la misma bolsa. Nos gritan ladronas¡±. Esta condena de Carlotto termina de explicar la alegr¨ªa contrariada de Bonafini. Miserias de un pa¨ªs que lleva el odio en las entra?as.
Carlos Pagni es periodista.
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