El Ej¨¦rcito sirio intensifica su guerra en los focos rebeldes alrededor de Damasco
El r¨¦gimen recupera tras 18 meses de combates Mleha, hogar de 23.000 personas
Oum Haidar se aferra a la mano de su marido al tiempo que ambos caminan lentamente entre esqueletos de edificios de lo que fuera Mleha y su hogar. Ante ellos se yergue un escenario de posguerra. Columnas de humo a¨²n escapan de los edificios destruidos. El olor a p¨®lvora se mezcla con el polvo que levantan los tanques del Ej¨¦rcito sirio a su paso. Al azotar el viento, varios pedazos de inmuebles caen al suelo perdi¨¦ndose entre amasijos de enseres, coches calcinados y casquillos de balas. Antes hogar de 23.000 personas, Mleha es hoy un cementerio de casas tras 18 meses de combates entre rebeldes y tropas sirias.
Hace tan s¨®lo cuatro d¨ªas que el Ej¨¦rcito sirio recuperaba esta localidad a 2,5 kil¨®metros al sureste de Damasco. El r¨¦gimen, que festejaba la victoria, se muestra decidido a acabar con las bolsas rebeldes que acechan la capital concentrando recursos y efectivos en el frente de Guta, en la periferia este de Damasco.
El jefe de brigada de la Guardia Republicana y a la vez coronel que ha liderado la operaci¨®n en el terreno describe la importancia estrat¨¦gica de la toma de Mleha: ¡°Esta localidad est¨¢ situada en el centro de la Guta oriental y colinda con las autopistas que llevan al aeropuerto y a Homs. Los [rebeldes] armados intentaban cortar ambas v¨ªas. Adem¨¢s, era su principal punto de avituallamiento ya que tra¨ªan comida y armas de contrabando desde Damasco. Hemos descubierto un t¨²nel de 800 metros de longitud a punto de alcanzar el barrio de Jaramana con lo que podr¨ªan haber entrado directamente a Damasco¡±.
La operaci¨®n ha durado 130 d¨ªas en la que los uniformados sirios han atacado por cuatro flancos a los insurgentes hasta acorralarlos. El bando opositor habr¨ªa perdido a 500 de sus hombres en la operaci¨®n seg¨²n fuentes militares que no especifican cuantos leales se han quedado en el campo de batalla.
En el hospital de Mleha los militares aprovechan los restos de medicamentos, bombonas de ox¨ªgeno y todo lo que puedan llevarse para sus hombres. En la sala de operaciones a¨²n se percibe el olor a sangre. Donde antes operaran a rebeldes heridos no queda m¨¢s que una camilla y rollos de vendas esparcidas por el suelo. Desde el hospital, un t¨²nel conduce al otro lado de la calle. Aparecemos en lo que fue el sal¨®n de una casa para cruzar de nuevo bajo otra calle y salir en lo que parece fuera un taller reconvertido en guarida rebelde.
La guerra siria se libra a dos niveles. Sobre la tierra, el Ej¨¦rcito sirio ataca desde el aire y avanza con artiller¨ªa pesada. Bajo tierra, los rebeldes se desplazan en un mundo subterr¨¢neo de t¨²neles.
Con Mleha en manos de las tropas sirias, el frente se traslada a pocos kil¨®metros hacia el este a la localidad de Zibdin, desde donde provienen los tiros y sobrevuelan los aviones del Ej¨¦rcito sirio. El r¨¦gimen de Bachar el Asad respira hoy m¨¢s tranquilo al alejar a los rebeldes de la capital mientras que sus hombres recobran la moral y conf¨ªan en un efecto domin¨® que en pocos meses les permita recuperar toda la periferia este de Damasco.
Desde las oficinas del Ej¨¦rcito sirio en Damasco, el coronel Y. asegura que los rebeldes de la Guta oriental est¨¢n pr¨¢cticamente cercados con tan s¨®lo una v¨ªa de escape al este en la localidad de Utaiba que da al desierto y a la carretera que lleva al sur hacia Deraa y Jordania. El objetivo es replicar la estrategia que les permiti¨® recuperar la ciudad de Homs y que reproducen en Alepo: cercar a los rebeldes para bien acabar con ellos, bien negociar una salida que aleje el campo de batalla de las grandes urbes y de las arterias que las conectan entre s¨ª.
A pesar de que el r¨¦gimen ha recuperado Mleha, sus habitantes hoy desplazados en Damasco tardar¨¢n meses en ver reconstruir sus viviendas. Pocos son los civiles que han osado adentrarse en la reci¨¦n recuperada Mleha para ver lo que queda de sus casas. Hanan, joven de 28 a?os, lo hace acompa?ada de su hermano en una furgoneta. ¡°A¨²n no he visto mi casa. Vamos de camino, est¨¢ al final de esta calle. Pero me pareci¨® reconocerla en la tele y a¨²n quedan paredes¡±, responde sonriente.
Oum Haidar y su marido huyeron con lo puesto hace dos a?os cuando los rebeldes entraron en la localidad. Hoy regresan por primera vez. ¡°Somos chi¨ªes y tem¨ªamos a los rebeldes por lo que fuimos de los primeros en huir. Mi marido regres¨® a los cinco meses para recuperar nuestros documentos; desde entonces no hemos sabido nada de nuestro hogar¡±, balbucea Oum Haidar, quien se esfuerza por contener el llanto tras descubrir que no tienen donde regresar.
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