Los Silva son diferentes
Lula y Marina, los dos fen¨®menos pol¨ªticos m¨¢s fascinantes de la historia reciente, son hijos de Brasiles que se desconocen
Existe la idea en Brasil de que todos los pobres son iguales. Es una visi¨®n com¨²n, pero que define tambi¨¦n el an¨¢lisis de los intelectuales. Explica la afirmaci¨®n de que Luiz In¨¢cio Lula da Silva y Marina Silva tienen biograf¨ªas parecidas, y la de que Marina habr¨ªa sido la sucesora m¨¢s natural de Lula, si no fuera por las divergencias que la llevaron a dejar el Ministerio del Medio Ambiente y despu¨¦s el PT. Para llegar al poder en un pa¨ªs tan desigual como Brasil, Lula y Marina realizaron traves¨ªas impresionantes, una especie de jornada de h¨¦roe. Pero las semejanzas acaban ah¨ª. Hay enormes diferencias entre la trayectoria de un hijo de campesino que recorri¨® el camino hasta S?o Paulo, que se hizo obrero y despu¨¦s l¨ªder sindical en la regi¨®n m¨¢s industrializada del pa¨ªs, y la de una hija de?seringueiro (trabajador del caucho), como lo fue ella misma, en la selva amaz¨®nica, que inici¨® su carrera pol¨ªtica en un Estado como Acre. Para llegar a la riqueza de ese momento hist¨®rico de Brasil es preciso comprender que los dos Silva son diferentes.
Lula y Marina son ambos hijos de Brasil, pero de Brasiles muy diferentes. Y es precisamente por? diferencias fundamentales en sus visiones de mundo por lo que, a cierta altura, Marina no encontr¨® sitio en el proyecto del ¡°lulismo¡±, usando la expresi¨®n del polit¨®logo Andr¨¦ Singer. La explicaci¨®n para que la integraci¨®n de millones de brasile?os se haya producido por la v¨ªa del consumo?durante el Gobierno Lula es compleja. Pero al menos una parte se encuentra en el deseo de Lula. En lo que significa para un obrero ascender en la escala social. Mejor casa, buena ropa, nevera nueva y llena, televisor de pantalla plana, un coche en el garaje.
Lula no encarna el campesino con una relaci¨®n ¨ªntima con el sert?o (campo), entendido aqu¨ª como naturaleza y cultura, sino el movimiento de transici¨®n de un mundo interpretado como pasado hacia otro que es futuro. ?l es hijo de una familia exiliada del campo por la sequ¨ªa que quer¨ªa, primero, huir del hambre, y despu¨¦s ascender en la vida mediante el ingreso en la f¨¢brica, por la v¨ªa del progreso y de la industrializaci¨®n. Vencer en la vida en el mundo del Otro, apropi¨¢ndose de ¨¦l y haci¨¦ndolo suyo por el acceso a sus se?ales. Es ese universo de sentidos el que ¨¦l comprende y con el cual dialoga, tal vez como ning¨²n otro pol¨ªtico de la historia del pa¨ªs. Y para estos pobres, su Gobierno signific¨® inclusi¨®n social.
Marina no. Ella se cr¨ªa en la selva y es moldeada por ella. Su padre, migrante nordestino, tuvo en aquella regi¨®n amaz¨®nica un punto de llegada. Incluso cuando la familia intentaba salir, acababa volviendo. La iniciaci¨®n pol¨ªtica de Marina est¨¢ en los empates, una t¨¢ctica de resistencia en la cual hombres, mujeres y ni?os se dan las manos para hacer un c¨ªrculo en torno al ¨¢rea amenazada e impedir la deforestaci¨®n ¨C y, con ¨¦l, su expulsi¨®n de ese mundo¨C. El mentor de Marina es Chico Mendes y la lucha all¨ª, en aquel momento, es expresi¨®n de una relaci¨®n profunda con la selva, en la cual uno no se reconoce sin el otro. Es una lucha por la permanencia, no por la partida.
Lula y Marina cargan experiencias distintas de ser brasile?o pobre, y sus elecciones reflejan esa diferencia
El conocimiento fundamental de Marina, analfabeta hasta los 16 a?os, est¨¢ contenido en esa cultura en la que es preciso saber la vocaci¨®n de cada planta para dominar la tecnolog¨ªa compleja que permite la supervivencia, en la cual la tierra no es mercanc¨ªa, sino vida. Su capacidad de hacer de puente entre ese saber -transmitido de generaci¨®n en generaci¨®n por v¨ªa oral- y la palabra escrita, los libros y la producci¨®n acad¨¦mica, es uno de los cap¨ªtulos m¨¢s bonitos de su biograf¨ªa. Marina no va a llegar al centro-sur hasta los 36 a?os de edad, ya como senadora. Su desplazamiento por el mapa tiene como objetivo llevar al coraz¨®n del poder pol¨ªtico el universo de sentidos del mundo que dej¨® no como pasado, sino para que pueda ser futuro. Si para Lula la posibilidad de ascender est¨¢ en la inclusi¨®n en el mundo del Otro, para Marina el Otro es aquel que se experimenta para alcanzarse a uno mismo.
No se trata de decir que Lula sea mejor que Marina, o Marina mejor que Lula. Solo de se?alar que Lula y Marina, los fen¨®menos pol¨ªticos m¨¢s interesantes de la historia reciente del pa¨ªs, cargan experiencias diferentes de brasilidades. A veces, las necesidades inmediatas de la disputa electoral borran los matices m¨¢s fascinantes. Si el ascenso de Lula al poder ya produjo en Brasil, solo por el hecho en s¨ª, un enorme cambio simb¨®lico, el de Marina a¨²n es potencia e inc¨®gnita. La inc¨®gnita no entendida aqu¨ª como un defecto, sino como una posibilidad.
Est¨¢ bastante claro por qu¨¦ Dilma Rousseff, una mujer urbana, de clase media, con tendencia desarrollista, haya sido para Lula y el conjunto de valores que lo constituye una opci¨®n mucho m¨¢s l¨®gica como sucesora. Dilma es alguien con quien Lula tiene muchas m¨¢s afinidades que con Marina, a pesar de las evidentes diferencias entre ellos. En los sucesivos embates con Dilma, cuando esta era ministra de Minas y Energ¨ªa y despu¨¦s?ministra jefe de la Casa Civil (jefa de Gabinete) y Marina ministra del Medio Ambiente, la extrabajadora del caucho fue perdiendo espacio dentro del Gobierno del exobrero y, despu¨¦s, del Partido de los Trabajadores. Es obvio que las opciones de Lula y del PT se deben a cuestiones de orden pol¨ªtica y econ¨®mica, la mayor¨ªa de ellas muy pragm¨¢ticas, pero no se puede ni se debe olvidar la influencia del universo de sentidos que forma al hombre, ni del lugar a partir del cual ¨¦l percibe el pa¨ªs. Para ser objetivo es necesario no perder de vista jam¨¢s las subjetividades.
A partir del final del segundo mandato de Lula algunos de los l¨ªderes hist¨®ricos de movimientos sociales en la Amazonia (por ejemplo, Antonia Melo y el obispo Don Erwin Kr?utler) comienzan a percibir que,?si antes por lo menos el ser/estar en el mundo de los pueblos de la floresta ten¨ªan espacio te¨®rico en el Gobierno, ya no. Y, a partir de Dilma Rousseff, ni siquiera interlocuci¨®n. Para ellos, la hidroel¨¦ctrica de Belo Monte fue la prueba definitiva de que el proyecto para la Amazonia de Lula y de Dilma guardaba semejanzas con el de la dictadura civil-militar: la selva segu¨ªa siendo un cuerpo para la explotaci¨®n, y los pueblos de la zona, un obst¨¢culo a un tipo de desarrollo que niega su existencia y su modo de vida. De acuerdo con esa mirada, la Amazonia, para convertirse en futuro, necesita hacerse pasado.
Lula ¨C y Dilma a¨²n menos ¨C entienden poco de esas otras formas (es importante se?alar que heterog¨¦neas) de percibir Brasil y de vivir en Brasil. Pero tal vez m¨¢s grave que no comprender otras maneras de ser brasile?o es no creer necesario comprender. Comparten esa ignorancia con una parte significativa de la poblaci¨®n, para la cual la Amazonia est¨¢ demasiado lejos en m¨²ltiples sentidos, lo que hace m¨¢s f¨¢cil perpetuar los cr¨ªmenes contra pueblos ind¨ªgenas, ribeirinhos [habitante de las orillas del r¨ªo] y quilombolas [descendientes de esclavos fugitivos]. As¨ª como continuar ignorando, a pesar de las se?ales inequ¨ªvocas que ya definen la vida cotidiana, que el cambio clim¨¢tico y las cuestiones socioambientales son, sino el mayor, un enorme desaf¨ªo para cualquier gobernante de este tiempo. Para esa parte de la poblaci¨®n, el sue?o de todo indio o ribeirinho es ser pobre en la periferia de una ciudad grande. Y los temas socioambientales son cosa de idealistas, so?adores o ecologistas pesados, porque esa gente es incapaz de percibir tanto la crisis del planeta como el hecho de que cuestiones como el saneamiento b¨¢sico, la escasez de agua y la proliferaci¨®n del dengue son socioambientales.
Para ser objetivo es necesario no perder de vista jam¨¢s las subjetividades
En 2011, cuando se comenzaba a implantar la cantera de Belo Monte (en la regi¨®n de Altamira, en el Par¨¢, norte de Brasil) pas¨¦ un d¨ªa con el l¨ªder de una de las familias que iban a ser obligadas a dejar la tierra donde viv¨ªan para la construcci¨®n de la mayor obra del Gobierno. En cierto momento, abraz¨® un casta?o y se ech¨® a llorar. Intentaba explicarme por qu¨¦ ¨¦l no pod¨ªa ser, sin ser all¨ª. O la imposibilidad de habitar un mundo sin aquel ¨¢rbol espec¨ªfico. De repente, el llanto par¨® y su voz se llen¨® de rabia. Dijo: ¡°Me repugna cuando Dilma dice que somos pobres. ?Por qu¨¦ piensa que somos pobres? ?De d¨®nde saca eso? Esa es la mayor mentira¡±.
Aquel hombre no ten¨ªa casi ning¨²n bien material, ni los deseaba. Ni siquiera los conoc¨ªa y, si los conociera, no tendr¨ªan sitio en su d¨ªa a d¨ªa. Su concepto de pobreza y de riqueza era totalmente otro, incomprensible para los que hac¨ªan la pol¨ªtica del momento. Y ser tachado de pobre en el discurso de Brasilia lo ofend¨ªa, porque se consideraba rico. No como un discurso bonito y un tanto abstracto, sino porque de hecho se percib¨ªa como rico, en la medida en que la selva le daba todo lo que necesitaba. No solo a nivel pr¨¢ctico, sino tambi¨¦n en el simb¨®lico. Para ¨¦l, la vida que all¨ª ten¨ªa era buena.
Me parece que esos ricos y pobres Lula ¨Cy Dilma, menos a¨²n¨C jam¨¢s consiguieron, o quisieron, entender. Aunque, como ya fue dicho, Lula haya comprendido y dialogado con otros pobres y con otros ricos. Cuando Marina Silva afirma, en el primer debate entre candidatos a la presidencia, que el l¨ªder seringueiro Chico Mendes (asesinado por su resistencia) era ¨¦lite, ella habla a partir de esa otra visi¨®n del mundo.
Marina es m¨¢s apta para hacer de ese puente entre los varios Brasiles, que todav¨ªa es in¨¦dito en el mando de la naci¨®n. No hay ninguna garant¨ªa de que lo vaya a hacer. Ni Lula fue un obrero en la presidencia, ni Marina es hoy una seringueira, ambos crecidos y transformados por otras experiencias vividas en el curso de trayectorias muy extraordinarias. Pero, as¨ª como Lula llev¨® por primera vez al poder una visi¨®n de mundo muy distinta de quienes antes hab¨ªan ocupado el Planalto, Marina podr¨¢, si es elegida, ser la primera en llevar al centro de las decisiones la experiencia de quien vive en la selva y la comprensi¨®n de que el futuro puede no existir si esa experiencia no se incluye en el proyecto de pa¨ªs. En ese sentido, ella es mucho m¨¢s siglo XXI que su principal rival en la disputa por la presidencia.
Una curiosidad. En la campa?a de 2002, cuando Lula fue elegido presidente por primera vez tras otras tres tentativas, hab¨ªa una fascinaci¨®n con su presencia vestida en trajes de marca en los salones de parte del PIB paulistano. Recibido por la pareja formada por Eleonora (psicoanalista) e Ivo Rosset (empresario), amigos de la actual ministra de Cultura Marta Suplicy, Lula era una especie de obrero que hab¨ªa llegado al para¨ªso. En el poder su mujer, Marisa Let¨ªcia, de inmediato se hizo cirug¨ªa pl¨¢stica, se puso botox, cambi¨® de ropa y fich¨® a Wanderley Nunes, uno de los peluqueros de moda. Mucho antes, en 1979, cuando despuntaba como l¨ªder sindical en las huelgas paulistas, Lula respondi¨® as¨ª a los ataques por haber ido a cenar en el Gallery, el local de los ricos y famosos de la ¨¦poca, invitado por la importante revista Manchete: ¡°Yo quiero que todo obrero gane lo suficiente para frecuentar el Gallery¡±. En esa ¨¦poca ya repet¨ªa que ¡°al pobre le gusta vestir bien¡±.
Marina, la ¡°seringueira, empleada dom¨¦stica y negra¡±, circula de otro modo en los salones paulistanos. Su ropa es sobria, con detalles ¨¦tnicos, como la que us¨® en la entrevista del programa Jornal Nacional. Los complementos tienen materiales naturales, como semillas de Amazonia, el pintalabios lo hace ella misma con zumo de remolacha, ya que tiene alergia a productos industrializados. En el pelo, un mo?o. Marina es vista como chic y moderna, due?a de su propio estilo, en especial por un tipo de rico que ve la ostentaci¨®n como una vulgaridad. Su principal interlocutora en ese mundo es la soci¨®loga Maria Alice Set¨²bal, m¨¢s conocida como Neca Set¨²bal, accionista del Banco Ita¨², pero tambi¨¦n fundadora del Centro de Estudios y Encuestas en Educaci¨®n, Cultura yAcci¨®n Comunitaria (Cenpec), una de las organizaciones m¨¢s respetadas en el ¨¢rea educacional. Si Lula era pop, Marina es cool. Merece la pena prestar atenci¨®n a c¨®mo son decodificados aquellos que hasta hace poco ten¨ªan otro lugar en esa geograf¨ªa para, de nuevo, no perder los matices.
Es necesario tener cautela con los fundamentalismos. Quien acusa Marina de ser ¡°fundamentalista¡± est¨¢ homogeneizando diferencias. Marina no es una fundamentalista ambiental, como dicen sectores del negocio agrario. Para una parte del movimiento socioambiental, el defecto de Marina es justamente ser menos radical de lo que exigen que los desaf¨ªos del momento hist¨®rico. El ¡°desarrollo sostenible¡± que ella defiende, es para mucha gente respetable? solo un concepto vac¨ªo, digerible para conversaciones educadas, pero que oculta contradicciones profundas.
Marina tampoco es una fundamentalista evang¨¦lica. Decir eso es creer que Marco Feliciano (el diputado-pastor que barbariz¨® la comisi¨®n de Derechos Humanos de la C¨¢mara de los Deputados) y Marina Silva son iguales. Es confundir denominaciones religiosas que est¨¢n bajo el mismo paraguas, pero que guardan diferencias bastante sustantivas entre s¨ª. Comprender el Brasil evang¨¦lico, en toda su complejidad, es un desaf¨ªo de esa ¨¦poca.
?A qui¨¦n le interesa tildar de fundamentalista a Marina Silva? A muchos, en especial los l¨ªderes rurales, en lo que se refiere a la discusi¨®n socioambiental, y a los religiosos de verdad fundamentalistas, en cuestiones como el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Al hacerlo rebajan el debate, con una t¨¢ctica m¨¢s que conocida, y fuerzan cambios que benefician a sus intereses y fortalecen su lugar de representantes de sus respectivos p¨²blicos.
Eso no significa que el elector no deba prestar gran atenci¨®n al hecho de que Marina Silva tiene una posici¨®n contraria a la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre embrionarias, que se ha declarado ¡°personalmente no a favor¡± de las bodas gais, que en las elecciones de 2010 defendi¨® un plebiscito sobre el aborto y, principalmente, la semana pasada cometi¨® el acto lamentable (como m¨ªnimo) de volver atr¨¢s en su programa de gobierno, en el que se refiere a las pol¨ªticas para la poblaci¨®n LGBT, un d¨ªa despu¨¦s de haberlo lanzado.
Con una Marina Silva con oportunidades de ganar, Brasil asiste a una elecci¨®n mucho m¨¢s desafiante y compleja. Es leg¨ªtimo afirmar que su discurso es ¡°difuso¡±, y que la ¡°nueva pol¨ªtica¡± que dice encarnar puede tener ecos de un pasado peligroso. Pero es preciso percibir que esta es su fuerza en las urnas, no su flaqueza. Los objetivos "difusos", una de las fragilidades que sectores de la sociedad y de los medios ven en las manifestaciones de junio de 2013, movilizaron a multitudes. Marina act¨²a en las redes sociales hace mucho y sabe escucharlas. Circula por ellas con desenvoltura, mientras otros las frecuentan solo en ¨¦pocas electorales o en momentos estrat¨¦gicos, haciendo una parodia digital de las tradicionales visitas de pol¨ªticos a las favelas para las cuales no vuelven despu¨¦s, tan c¨®modos en uno y otro lugar como peces en un centro comercial.
Los opositores la han llamado ¡°amateur¡± y ¡°aventurera¡±. ¡°Improvisaci¨®n¡± es otra palabra escogida para atacar su discurso. Sin entrar en juicios de valor ni en lo adecuado o no de esos t¨¦rminos para Marina Silva, merece la pena recordar a quien los esgrime, intentando provocar rechazo, que dejaron de ser ofensivos hace tiempo, para transformarse en virtudes. La ¡°indefinici¨®n¡±, otra palabra usada para atacarla, parece haber sido hasta ahora la opci¨®n de parte de los electores, quienes sienten la ¡°definici¨®n¡± de otros candidatos como insoportable. Todo indica que, de varias formas, en este momento para muchos los signos de interrogaci¨®n suenan como posibilidades ¨C y el riesgo parece haberse convertido en una alternativa mejor que las certezas que prefieren rechazar¨C .
?Qu¨¦ significa eso? La oportunidad de comenzar a desvelar los sentidos de esa elecci¨®n fascinante es devolver la complejidad a los protagonistas. Comprender, por ejemplo, qu¨¦ Silva es Marina.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentarista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m ve, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos y de la novela Uma Dos. Web: elianebrum.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: @brumelianebrum
Lea m¨¢s art¨ªculos de Eliane Brum aqu¨ª
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