Fuego cruzado en Francia
Ante los ataques de derecha e izquierda, Hollande solo tiene una opci¨®n: resistir
Como si no hubiera bastantes dificultades ¡ªel paro que sigue aumentando, un crecimiento cero, el estancamiento generalizado¡ª, la izquierda, que ya no sabe ni qui¨¦n es ni lo que puede o debe hacer, est¨¢ contribuyendo a debilitar a Francia. El Gobierno constituido por Fran?ois Hollande en torno a Manuel Valls se enfrenta a la oposici¨®n de parte de los diputados socialistas que se autodenomina les frondeurs¡ªlos contestatarios¡ª, reforzados por dos exministros: Arnaud Montebourg, que estuvo al frente de Econom¨ªa, y Beno?t Hamon, de Educaci¨®n. Esta oposici¨®n podr¨ªa provocar la ca¨ªda del Gobierno si resultara inviable aprobar leyes importantes, lo cual provocar¨ªa la disoluci¨®n de la Asamblea Nacional y el retorno triunfal de la derecha.
En el centro de sus protestas se encuentra la austeridad. Como prueba de cargo, el programa gubernamental de reducci¨®n del gasto p¨²blico (50.000 millones de euros en tres a?os), en un pa¨ªs en el que el gasto p¨²blico representa el 57% del PIB. Sin embargo, Francia no se ha visto sometida a una pol¨ªtica de austeridad. Los salarios han seguido aumentando y el poder de compra, tambi¨¦n, aunque modestamente. Los impuestos han subido, pero sobre todo para los contribuyentes m¨¢s acomodados; y la fiscalidad del capital se ha equiparado a la del trabajo. Esto ha provocado una fuerte ola de desconfianza entre los empresarios, as¨ª como numerosas partidas, incluso de domicilios sociales de empresas. El presidente y su Gobierno intentan rectificar el tiro y volver a ganarse la confianza del empresariado. De ah¨ª sus esfuerzos para ayudar al restablecimiento de la competitividad, premisa para el descenso del paro. Esto pasa por reducir las cargas de las empresas, lo que los contestatarios llaman ¡°regalos a los empresarios¡±.
Hay que se?alar que las virulentas cr¨ªticas de estos contestatarios fueron enunciadas la v¨ªspera de las medidas gubernamentales ¡ªbajada de impuestos, especialmente¡ª destinadas a los contribuyentes modestos. Pero sus posiciones son compartidas por una parte de la patronal y, sobre todo, de la derecha, que a menudo coincide con un sector de la izquierda. La dificultad es que tanto una como otra siempre prefieren poner el acento en la coartada alemana antes que hacer un an¨¢lisis l¨²cido de las dificultades propias de Francia.
En el resto de Europa, la izquierda asume la parte de la carga que le corresponde y, la mayor¨ªa de las veces, act¨²a como modernizadora: los socialdem¨®cratas del norte de Europa ya no tienen nada que demostrar a este respecto; pero tampoco los laboristas; los socialdem¨®cratas alemanes, y, ahora, la izquierda italiana. Todo esto, si tenemos que creer a nuestra ¡°verdadera izquierda¡±, no es la izquierda... Se trata de un viejo tic franc¨¦s: durante mucho tiempo, hasta Fran?ois Mitterrand, s¨®lo era de izquierdas aquel que se alineaba con las posiciones del Partido Comunista. Ahora habr¨ªa que alinearse con las de la extrema izquierda.
Como dice el nuevo secretario del Partido Socialista Franc¨¦s, Jean-Christophe Cambad¨¦lis, siempre ha habido dos culturas de izquierda en Francia: una que predica la reforma, la otra que quiere tener el monopolio de la protesta. El papel y la dificultad de los jefes de filas de la izquierda gala siempre ha sido la elaboraci¨®n de una s¨ªntesis. Pero durante la crisis y en el Gobierno, es evidente que la tendencia de la reforma es la ¨²nica que cuenta. Los socialistas franceses est¨¢n pagando caro el no haber querido hacer nunca el aggiornamento ideol¨®gico que los dem¨¢s han realizado.
En este contexto, Fran?ois Hollande podr¨ªa pensar: ¡°?Qu¨¦ mejor que una buena cohabitaci¨®n para restaurar el cr¨¦dito presidencial?¡±. Pero eso no suceder¨¢. Todo indica que la derecha rechazar¨ªa esa cohabitaci¨®n para conseguir que el jefe del Estado dimitiese.
Cualesquiera que sean los peligros, Hollande s¨®lo tiene una opci¨®n: resistir. Desde este punto de vista, apartar a aquellos que intentaban privarle de toda autoridad era una necesidad. Resistir con la posibilidad ¡ªnada desde?able, teniendo en cuenta las reformas en marcha¡ª de demostrar que, al cabo de cinco a?os, los cimientos del pa¨ªs estar¨¢n mejor que al final de quinquenio de Sarkozy. Con un paisaje europeo cada vez m¨¢s favorable a las tesis defendidas por Francia e Italia. Resistir, sin duda, pero el problema es que Fran?ois Hollande est¨¢ ahora a la merced del fuego cruzado de sus enemigos de ambos bandos.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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