El ataque a Libia revela la divisi¨®n en el Golfo frente al islam pol¨ªtico
Emiratos ?rabes Unidos y Arabia Saud¨ª expresan su malestar ante la pasividad de EE UU
Emiratos ?rabes Unidos (EAU) sigue manteniendo silencio sobre los bombardeos a rebeldes islamistas en Libia que la semana pasada le atribuyeron altos funcionarios estadounidenses. Sin embargo, la ausencia de desmentido oficial s¨®lo a?ade credibilidad a la filtraci¨®n. El inusitado ataque pone de relieve la divisi¨®n que ha suscitado el avance islamista en Oriente Pr¨®ximo entre las petromonarqu¨ªas de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga. Para Emiratos, al igual que para Arabia Saud¨ª, se trata de una amenaza existencial y esa operaci¨®n reflejar¨ªa tanto hasta d¨®nde est¨¢ dispuesto a llegar, como su malestar con la pasividad de Estados Unidos.
¡°Los ataques de EAU en Libia se producen en el contexto m¨¢s amplio de una contrarrevoluci¨®n en la zona, donde golpes [de Estado], elecciones trucadas y de forma creciente acciones violentas se est¨¢n utilizando para limitar la influencia del islam pol¨ªtico, sea en Egipto, en Gaza o ahora en Libia¡±, explica en un email Christopher Davidson, experto en las monarqu¨ªas ¨¢rabes del golfo P¨¦rsico de la Universidad de Durham.
Desde que estall¨® la primavera ¨¢rabe en 2011, la popularidad de los partidos islamistas ha alarmado a los reinos y emiratos vecinos. Aunque las monarqu¨ªas se han mostrado m¨¢s estables, o m¨¢s h¨¢biles para contener el potencial descontento, las familias gobernantes no esconden su preocupaci¨®n por la amenaza que representa esa alternativa pol¨ªtica. Aun as¨ª, tal como apunta el investigador de la Universidad de Cambridge Toby Matthiesen, la acci¨®n emirat¨ª ¡°no tiene precedentes¡±.
Cuando los pasados 17 y 23 de agosto, varios aviones bombardearon posiciones de las milicias islamistas que intentan hacerse con el control de Tr¨ªpoli, la capital libia, sus rivales se atribuyeron los ataques. Sin embargo, observadores militares apuntaron enseguida que esas fuerzas no ten¨ªan capacidad para operar de noche y a larga distancia. Los islamistas, por su parte, acusaron a Egipto y Emiratos sin aportar pruebas.
Dos d¨ªas despu¨¦s, The New York Times revel¨® que hab¨ªan sido aparatos emirat¨ªes operando a partir de bases egipcias. El Gobierno de El Cairo ha desmentido que sus aviones hubieran entrado en Libia, pero ha evitado aludir a la posible ayuda prestada a la operaci¨®n. EAU ni confirma ni desmiente. Los medios locales ni siquiera han informado del asunto, aunque algunos han editorializado desde entonces sobre la amenaza que representa el caos libio y la necesidad de que los pa¨ªses ¨¢rabes se unan para hacer frente al extremismo.
¡°Quieren combatir el islam pol¨ªtico a trav¨¦s de una acci¨®n regional. Hasta el momento hab¨ªan utilizado intermediarios, pero ahora parecen dispuestos a pasar a la acci¨®n militar directa. Es preocupante porque nunca antes se hab¨ªan involucrado en una operaci¨®n b¨¦lica de ese tipo, lo que aumenta el potencial de una escalada¡±, apunta Matthiesen durante una conversaci¨®n telef¨®nica.
Aunque en 2011 Emiratos y su vecino Qatar colaboraron con la OTAN en el establecimiento de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea en Libia, aquella intervenci¨®n estuvo respaldada por el Consejo de Seguridad de la ONU. Desde entonces, ambas monarqu¨ªas han respaldado a facciones pol¨ªticas rivales en ese pa¨ªs (los nacionalistas liderados por Mahmud Jibril y los islamistas de Ali Salabi, respectivamente) y en el m¨¢s amplio contexto ¨¢rabe. Mientras Doha ha apostado por el islamismo moderado de los Hermanos Musulmanes, Abu Dhabi, como Riad, ve en el proyecto pol¨ªtico de ¨¦stos una amenaza tan grave o mayor que la de los extremistas violentos del Estado Isl¨¢mico.
Esa diferencia ya ha producido una importante fisura en el Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo, el foro en el que las seis monarqu¨ªas de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga intentan coordinar sus pol¨ªticas. Algunos observadores temen que el atrevido paso de EAU anime una reacci¨®n similar por parte de Qatar (aliada en esas lides con Turqu¨ªa, aunque no sea un pa¨ªs ¨¢rabe) y desencadenar una nueva guerra por intermediaci¨®n. EE UU, que ha negado haber dado el visto bueno al ataque, ya ha advertido de ese riesgo. En la zona se ve su postura con escepticismo, ya que se le responsabiliza de la inestabilidad regional por no haber intervenido decisivamente en defensa del statu quo.
¡°El mensaje que ha enviado [el caso de] Siria es que la comunidad internacional, Estados Unidos y los pa¨ªses europeos no ayudaron a los moderados y dejaron que creciera el extremismo, el yihadismo y el Estado Isl¨¢mico. As¨ª que la comunidad internacional no es fiable; no podemos confiar en que EE UU act¨²e cuando sea necesario, lo que deja a las potencias regionales la necesidad de hacerse cargo¡±, se?ala el polit¨®logo emirat¨ª Abdulkhaleq Abdulla.
Este analista, que subraya que no est¨¢ claro ¡°si EAU ha estado o no involucrado¡± en el bombardeo, defiende no obstante que ¡°si lo ha hecho, debe de haber tenido razones de peso¡±. Entre ellas destaca que ¡°Libia va camino de convertirse en otra Siria, un potencial nido de terroristas, lo que a?ade un nuevo elemento de inestabilidad a la regi¨®n¡±. Pero sobre todo, apunta como l¨ªnea roja a la estabilidad de Egipto. ¡°Es de la mayor importancia para todos los pa¨ªses ¨¢rabes, y muy en especial para EAU y Arabia Saud¨ª, que no quieren verlo al lado de un Estado fallido en manos de los yihadistas¡±, concluye.
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