La inestabilidad salpica a Europa del Este
La regi¨®n mira con recelo a Mosc¨² mientras sufre la crisis desatada por la guerra y las sanciones
Manifestaciones, tensiones ¨¦tnicas, recuerdos de un pasado feroz... La guerra en Ucrania y las fricciones entre Mosc¨² y Bruselas han marcado el a?o y marcar¨¢n el invierno en Europa del Este. La regi¨®n comparte la preocupaci¨®n ante cortes de combustible y las consecuencias del cierre de la frontera rusa a sus exportaciones; sin embargo, en cada pa¨ªs la crisis genera problemas distintos.
Los b¨¢lticos son los m¨¢s recelosos ante la posici¨®n agresiva que Rusia ha tomado en la defensa de su influencia regional, que ve amenazada por el expansionismo de la UE. No en vano Estonia, Letonia y Lituania son antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas, como la misma Ucrania. En los ¨²ltimos tiempos han multiplicado las protestas por un aumento de la presi¨®n militar rusa en su frontera, y el viernes Tallin denunci¨® que soldados rusos hab¨ªan secuestrado a uno de sus guardafronteras acus¨¢ndolo de espionaje. Este recelo, especialmente en Lituania, ha alimentado un ascenso de los ultranacionalismos. Aunque, m¨¢s que una invasi¨®n abierta, los b¨¢lticos temen castigos en el aprovisionamiento energ¨¦tico. La cotidianidad en estos pa¨ªses est¨¢ adem¨¢s lastrada por un problema de convivencia con las minor¨ªas rus¨®fonas, que carecen de muchos de los derechos de sus conciudadanos y que las autoridades consideran un foco de inestabilidad. Lituania incluso coquetea con una ley que vete las televisiones rusas para evitar la ¡°desinformaci¨®n¡± que incite al odio.
El veto de Mosc¨² deja adem¨¢s el comercio regional muy tocado. Con productos valorados en 922 millones de euros, dentro de la UE Lituania es la principal exportadora agroalimentaria a Rusia. Y algunas de sus empresas de yogures ya han dejado de comprar leche letona porque no los pueden exportar. Estas conexiones revelan que Europa del Este se ordena como una l¨ªnea de fichas de domin¨® en la que la ca¨ªda de una arrastra al resto.
La peque?a Moldavia conoce bien este juego de espejos. El vino y la fruta del pa¨ªs m¨¢s pobre del continente (1.700 euros anuales de PIB per c¨¢pita), est¨¢n vetados en Rusia desde que a finales de 2013 firm¨® un acuerdo con la UE como el que abri¨® la crisis ucrania.
Una cascada de manzanas y ciruelas se ha abatido sobre el Gobierno de Chisinau desde que comenz¨® el cerrojazo comercial. El 30% de los trabajadores del pa¨ªs son campesinos airados que ahora piden romper la cooperaci¨®n con la UE. El descontento es tan avasallador que puede decidir las elecciones del 30 de noviembre, explica Denis Cenusa, analista del think tank Expert-Grup, de Chisinau. ¡°El efecto es psicol¨®gico m¨¢s que econ¨®mico: una se?al de que el Gobierno, una coalici¨®n pro Europea, no sabe gestionar la decisiva relaci¨®n con Rusia¡±.
El efecto es psicol¨®gico m¨¢s que econ¨®mico: una se?al de que el Gobierno no sabe gestionar la decisiva relaci¨®n con Rusia¡± Denis Cenusa
La derivada pol¨ªtica del problema es profunda. ¡°El veto ruso distingue entre la generalidad de los agricultores moldavos y los de Gagauzia, una regi¨®n que quiere la independencia¡±, explica Cenusa: ¡°A los segundos Mosc¨² no les impone sanciones, y as¨ª desestabiliza la pol¨ªtica nacional¡±.Y la situaci¨®n se agrava al recordar que dentro de Moldavia exista un enclave independiente y prorruso, Transnistria, cuya secesi¨®n en los noventa sigue desequilibrando al pa¨ªs. Y no s¨®lo al pa¨ªs: tambi¨¦n a su principal vecino; Ruman¨ªa ha invertido mucho en Moldavia, y le asusta que se agite el avispero de Transnistria, muy hostil a lo rumano.
En un discurso el mes pasado, el presidente del pa¨ªs, Traian Basescu, dio cuerpo a esta angustia: ¡°No sufrimos ninguna amenaza racional [de Rusia], pero debemos prepararnos para lo irracional¡±. Bucarest teme que la amenaza le llegue desde el ruido, porque en el apartado econ¨®mico, el pa¨ªs es el socio europeo menos afectado por el veto ruso, con s¨®lo un mill¨®n de euros de exportaciones agroalimentarias.
En el otro extremo, Polonia resulta la segundo econom¨ªa m¨¢s afectada de la UE (840 millones en exportaciones), lo que no mina su agresividad con Mosc¨². La sociedad polaca asiste con desagrado al clima b¨¦lico de la regi¨®n justo en el 75 aniversario de la invasi¨®n nazi. La semana pasada un grupo de intelectuales public¨® una carta en la prensa europea pidiendo que en Ucrania no se repita la historia.
Y no s¨®lo en la memoria duele. Pese a su crecimiento sostenido, Varsovia vive como un drama nacional perder el t¨ªtulo de primer exportador mundial de manzanas, la mitad de las cuales iban a Rusia. Para salvar la cosecha, el Gobierno intenta promocionar el consumo interno de sidra. Esto ha generado un conflicto entre ministerios, porque el de Sanidad frena las facilidades para vender y anunciar sidra en un pa¨ªs con graves problemas con el consumo de cerveza y vodka. Mientras, Bulgaria -poco afectada por el veto directo ruso- ve c¨®mo sus mercados se llenan de los excedentes polacos. Vassil Groudev, el ministro de Agricultura de Sof¨ªa ya ha dicho que va a endurecer los controles para evitar la ruina de los campesinos locales.
Las divisiones entre vecinos parecen un riesgo m¨¢s real que un choque militar
El riesgo de fisuras regionales parece un riesgo m¨¢s real que la llegada de tanques al coraz¨®n del continente. Respecto a Hungr¨ªa, lo que no han conseguido todos sus recortes en libertades y derechos auspiciados por su presidente, Viktor Orban, lo est¨¢ logrando su campa?a en pos de un acercamiento a Mosc¨². Sus declaraciones en este sentido (¡°con las sanciones nos pegamos un tiro en el pie¡±) le est¨¢n valiendo tirones de orejas constantes.
Tambi¨¦n en Eslovaquia (que colabora en aspectos decisivos con Ucrania, notablemente derivando hacia Kiev parte del gas ruso que cruza su territorio) han surgido roces con la UE por las sanciones. Su primer ministro, Robert Fico, se opuso el mi¨¦rcoles a la nueva ronda propuesta por Bruselas. ¡°No queremos romper la unidad europea, pero defenderemos con firmeza nuestros intereses econ¨®micos¡±, declar¨®.
A este respecto Praga tiene una posici¨®n similar. Tambi¨¦n all¨ª viven un conflicto entre las razones de la econom¨ªa de mercado y la desconfianza hacia Rusia. Y all¨ª tambi¨¦n todos los asuntos dom¨¦sticos acaban contaminados por un zumbido molesto. Por ejemplo, una reciente encuesta muestra que la mayor¨ªa de checos (especialmente los de m¨¢s edad) volver¨ªan al servicio militar obligatorio. Son d¨ªas inciertos en el Este.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.