Obama prolonga en Irak una larga guerra
Washington emprende su cuarta acci¨®n en un conflicto que dura m¨¢s de 20 a?os
La intervenci¨®n de Estados Unidos en Irak, que empez¨® en agosto y ahora Barack Obama quiere ampliar a Siria, puede entenderse como una operaci¨®n aislada de un presidente obligado por las circunstancias ¡ªel avance del yihadismo sun¨ª¡ª a rectificar su rechazo anterior a otra aventura b¨¦lica en la regi¨®n.
Pero cabe otra lectura: la escalada, que Obama anunci¨® el mi¨¦rcoles pasado en un discurso a la naci¨®n, prolonga una guerra de m¨¢s de veinte a?os, casi un cuarto de siglo ya, m¨¢s larga que cualquier otra en la historia de EE?UU. Obama es el cuarto presidente consecutivo que interviene en Irak. Y esta es la cuarta acci¨®n militar norteamericana en Mesopotamia desde la Guerra del Golfo de 1991: un ¨²nico conflicto que ha adoptado formas cambiantes en cada momento y con cada presidente.
El republicano George H.W. Bush lider¨® en 1991 una amplia coalici¨®n internacional, que Obama intenta emular, para expulsar al dictador iraqu¨ª Sadam Hussein de Kuwait, el peque?o estado invadido el verano anterior. Su sucesor, el dem¨®crata Bill Clinton, lleg¨® a la Casa Blanca con pocas ganas de ocuparse de Sadam, pero acab¨® bombardeando Irak en varias ocasiones.
Los atentados de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001 llevaron al segundo Bush, George W., que hab¨ªa llegado al poder recelando del intervencionismo internacionalista de Clinton, a ordenar la invasi¨®n de Irak en 2003. El dictador fue derrocado y ejecutado, pero la ocupaci¨®n result¨® un fiasco que dej¨® decenas de miles de muertos y una d¨¦cada de violencia. El dem¨®crata Obama, que en 2009 lleg¨® al poder con la promesa de acabar la guerra de Irak y retirarse de Oriente Pr¨®ximo, regresa a la casilla de partida.
Irak ha definido buena parte de la pol¨ªtica exterior de la primera potencia mundial desde la ca¨ªda del bloque sovi¨¦tico. Nadie escapa de Irak. Y all¨ª nadie vence nunca del todo. Peter Baker, corresponsal en la Casa Blanca de The New York Times y bi¨®grafo de la Casa Blanca de Bush hijo, ha definido el pa¨ªs como ¡°el cementerio de la ambici¨®n americana¡±.
¡°La miop¨ªa y la escasa comprensi¨®n se han manifestado recientemente con el ¨¦xito que el islam radical sun¨ª ha tenido a la hora de poner en marcha el ISIS [uno de los acr¨®nimos que se usa para referirse a los yihadistas del Estado Isl¨¢mico]¡±, dice en una entrevista telef¨®nica Strobe Talbott, presidente del laboratorio de ideas Brookings Institution.
?Miop¨ªa y escasa comprensi¨®n por parte de qui¨¦n? ¡°De todo el mundo, incluidos los residentes de la regi¨®n¡±, responde Talbott, que ocup¨® cargos relevantes durante la Administraci¨®n Clinton. El lunes pasado, durante los preparativos de la nueva estrategia contra los yihadistas, Obama invit¨® a cenar a la Casa Blanca a Talbott y a otros expertos de think tanks y veteranos de otras administraciones.
¡°Las tensiones sectarias y sociales de fondo¡±, dice, ¡°nos han estallado en la cara por lo menos tres veces. En realidad, nunca entendimos realmente aquello. Lo que dir¨¦ es un clich¨¦, pero es cierto: la ilusi¨®n, por parte de las potencias occidentales, de que pod¨ªan traer el orden a esta regi¨®n podr¨ªamos decir que se remonta incluso al siglo XVIII. En todo caso, sin duda, se remonta al tratado Sykes-Picot, tras la Primera Guerra Mundial, cuando decidieron trazar en el mapa [de Oriente Pr¨®ximo] unas l¨ªneas que conven¨ªan a lo que las potencias cre¨ªan que respond¨ªa al imperativo de asegurarse de que los vencedores recib¨ªan cada uno un trozo del pastel. Pero no entendieron muy bien qu¨¦ conten¨ªa el pastel¡±.
Andrew Bacevich ¡ªcoronel retirado, veterano de la guerra de Vietnam, padre de un soldado muerto en Irak y profesor en la Universidad de Boston¡ª cree que toda guerra debe tener un nombre. Tambi¨¦n esta, sin final visible. Bacevich dice que el nombre adecuado es ¡°la guerra de Am¨¦rica por el gran Oriente Medio¡±. Y sit¨²a su inicio no al final de la guerra fr¨ªa, cuando Bush padre lanz¨® la primera guerra del Golfo, sino en 1980, cuando el presidente Jimmy Carter anunci¨® la doctrina Carter: ¡°Cualquier intento por parte de una fuerza externa de ganar el control del golfo P¨¦rsico¡±, dijo el presidente dem¨®crata en su ¨²ltimo discurso sobre el estado de la Uni¨®n, ¡°se ver¨¢ como un asalto a los intereses vitales de los Estados Unidos de Am¨¦rica, y el asalto ser¨¢ rechazado por todos los medios posibles, incluida la fuerza militar¡±.
Desde entonces, explica Bacevich por correo electr¨®nico, ¡°Estados Unidos se encuentra comprometido en un esfuerzo err¨®neo para emplear el poder duro para arreglar la regi¨®n¡±. ¡°La definici¨®n exacta de ¡®arreglar¡¯ ha variado¡±, a?ade. ¡°En tiempos diferentes y presidentes distintos, significaba estabilizar o dominar o liberar o democratizar. Independientemente del objetivo espec¨ªfico, Estados Unidos nunca estuvo cerca de alcanzar con ¨¦xito estos prop¨®sitos¡±.
?Qu¨¦ arrastra a todos los presidentes a Oriente Medio? ¡°La respuesta simple es el petr¨®leo¡±, responde Bacevich, autor, entre otros libros, de Washington rules. America's path to permanent war (Las reglas de Washington. El camino de Am¨¦rica hacia la guerra permanente). ¡°Desde su inicio, la guerra por el gran Oriente Pr¨®ximo era por el petr¨®leo. Pero con el tiempo lo que all¨ª se juega ha cambiado. Ahora, la motivaci¨®n de fondo es demostrar que Estados Unidos no es una potencia en declive, reafirmar el argumento de que efectivamente somos la naci¨®n indispensable¡±.
La ¡°naci¨®n indispensable¡± fue un t¨¦rmino que Bill Clinton us¨® para describir el papel de EE?UU en el mundo en unos a?os, la segunda mitad de los a?os noventa del pasado siglo, de intervenciones a¨¦reas, sin despliegue de tropas, similares a las que Obama prev¨¦ para combatir al Estado Isl¨¢mico en Siria e Irak.
La estrategia de Obama tambi¨¦n se inspira en otros presidentes. En Bush padre, por la voluntad de construir una coalici¨®n formada por pa¨ªses europeos y ¨¢rabes, sin distinguir entre democracias y reg¨ªmenes autoritarios. Y hay ecos de Ronald Reagan y sus guerras por delegaci¨®n en Centroam¨¦rica: si entonces Washington armaba y entrenaba guerrillas anticomunistas, ahora quiere armar y entrenar a guerrillas que luchen en Siria contra los yihadistas.
¡°Ninguna naci¨®n puede preservar su libertad en medio de una guerra continua¡±. Obama cit¨® en 2010 esta frase de James Madison, el cuarto presidente de EE?UU, en un discurso en el que expuso c¨®mo quer¨ªa terminar la guerra de Bush hijo contra el terrorismo. Pero ni la llamada guerra contra el terrorismo ni la guerra de Irak de 2003 terminaron: la Casa Blanca considera que la base legal para bombardear al Estado Isl¨¢mico en Irak y Siria son las autorizaciones del Congreso para actuar contra los responsables del 11-S y para invadir Irak, adoptadas en 2001 y 2002.
La presidencia del giro hacia Asia puede acabar siendo la de Irak. Como las de George W. Bush, Bill Clinton y George H.W. Bush. Como las del sucesor o sucesora de Obama a partir del 2017.
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