El inquietante ¡°fen¨®meno Bolsonaro¡±
Jair Bolsonaro, el diputado m¨¢s votado en el Estado de R¨ªo, se ha consagrado como el palad¨ªn del conservadurismo m¨¢s recalcitrante
Es la caricatura del pol¨ªtico de extrema derecha, el non plus ultra de lo reaccionario, el fustigador p¨²blico de las libertades civiles, pero tambi¨¦n la voz de cientos de miles de votantes que lo han elegido masivamente como diputado federal para defender los intereses de R¨ªo de Janeiro en el Congreso de Brasilia. Jair Bolsonaro (Campinas, 1955) ha cosechado m¨¢s de 460.000 votos coron¨¢ndose como el diputado m¨¢s votado en el Estado de R¨ªo. Aunque ir¨®nicamente defiende las siglas del Partido Progresista (PP) (nada m¨¢s lejos de la realidad), sus permanentes embestidas a todo aquello que suene a modernidad lo consagran como el palad¨ªn del conservadurismo m¨¢s recalcitrante. Bolsonaro obtuvo en las elecciones de 2010 casi 120.000 votos, de forma que su electorado se ha multiplicado por cuatro en los ¨²ltimos cuatro a?os.
La pregunta inevitable es ?qu¨¦ ha podido arrastrar a casi medio mill¨®n de personas a elegirlo como su representante en la c¨¢mara legislativa? "La elecci¨®n de Bolsonaro muestra claramente que en Brasil existe una parcela creciente de la poblaci¨®n, principalmente en las clases medias y altas, que tienen una visi¨®n muy conservadora del mundo. Son los mismos que atacan al Partido de los Trabajadores porque consideran que s¨®lo gobiernan para los pobres", opina el analista pol¨ªtico Felipe Borba.
Arremete por igual contra los homosexuales o contra los drogodependientes, sobre los que afirma que podr¨ªa meter en cintura a estacazos
Militar retirado y cat¨®lico ferviente, Bolsonaro no es un pol¨ªtico conservador al uso con un caballo de batalla claramente definido, sino el conservador elevado a su m¨¢xima potencia. En sus frecuentes manifestaciones p¨²blicas arremete con el mismo ¨ªmpetu contra los homosexuales, a los que insulta y ridiculiza sistem¨¢ticamente, o contra los consumidores de cannabis y drogodependientes, sobre los que dice que podr¨ªa meter en cintura a estacazos. Si se trata de opinar sobre la necesidad de endurecer las penas para delitos graves, el diputado muta entonces en el palad¨ªn de la pena de muerte. Cuando el tema de debate es la tortura, denunciada por diversas organizaciones como un problema que subyace en las comisar¨ªas y c¨¢rceles brasile?as, Bolsonaro opina que "si el objetivo es que el tipo abra la boca, entonces hay que reventarlo". Pero nada de lo anterior puede competir con sus delirantes comentarios sobre la dictadura brasile?a (1964-1985), considerada por el diputado un periodo de "20 a?os de orden y progreso".
"El algo lamentable que alguien que enarbola la bandera la violaci¨®n a los derechos humanos tenga este respaldo popular. Si Brasil quiere ser un pa¨ªs avanzado, no basta con reducir la pobreza y desigualdad. Este tipo de discursos no tienen lugar en un Estado democr¨¢tico de derecho", comenta por su parte el soci¨®logo Ignacio Cano. "Bolsonaro cuenta con el voto corporativo de militares y polic¨ªas, y tambi¨¦n con un voto ideol¨®gico de la extrema derecha, que tiene que ver con la dictadura. R¨ªo tambi¨¦n es un lugar especial, donde la violencia y la inseguridad hacen que mucha gente apoye estas soluciones ilegales y el recurso a la truculencia", concluye.
Bolsonaro no deja t¨ªtere con cabeza. Ni siquiera deja vivir en paz a los millones de indios ("son pestilentes y maleducados" sic) y negros que pueblan Brasil. Mucho menos a las mujeres, contra las que en repetidas ocasiones se ha referido con condescendencia.?
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