El sue?o de la Gran Albania alza el vuelo e irrumpe en el campo de f¨²tbol
La incursi¨®n de un dron con una bandera nacionalista en el partido Serbia-Albania provoca una crisis diplom¨¢tica
Quien crea sofocados los demonios de la etnia en los Balcanes, se equivoca. La irrupci¨®n de un dron con una bandera de la Gran Albania en el terreno de juego del Partizan de Belgrado, donde el martes se disputaba el partido Serbia-Albania, ha puesto de relieve el equilibrio inestable de la regi¨®n y, sobre todo, la inveterada enemistad que se profesan muchos de los pa¨ªses de la zona. El incidente, que provoc¨® la suspensi¨®n del encuentro -clasificatorio para la Eurocopa 2016- tras una mel¨¦ entre jugadores de ambas selecciones, se produce una semana antes de la visita a la capital serbia del primer ministro Edi Rama, la primera de un mandatario alban¨¦s a Belgrado en casi 70 a?os.
El incidente no habr¨ªa pasado de gamberrada si no se acusara del sobrevuelo del dron al mism¨ªsimo hermano de Rama, quien supuestamente teledirigi¨® el aparato desde la tribuna del estadio. Olsi Rama desminti¨® haber sido detenido por la polic¨ªa serbia, pero fue conducido de inmediato al aeropuerto y regres¨® a Tirana como un h¨¦roe, aclamado por miles de hinchas con la cara pintada de rojo y negro, los colores de la bandera nacional. El encuentro hab¨ªa sido declarado de alto riesgo por la UEFA, pero nadie imaginaba que la cancha pudiese derivar en cuadril¨¢tero.
Albania vive un momento dulce desde que en junio Bruselas confirmara su candidatura a ingresar en la Uni¨®n Europea, nunca antes de 2020. Un horizonte que Serbia no puede divisar a corto plazo, pese al impulso dado por la UE para desactivar ¨C te¨®ricamente al menos- la tensi¨®n con Pristina, capital del Kosovo independiente desde 2008. El ministro de Asuntos Exteriores serbio, Ivica Dacic, calific¨® este mi¨¦rcoles el vuelo del dron de ¡°provocaci¨®n pol¨ªtica¡± y exigi¨® una respuesta contundente a la UEFA y, sobre todo, a la UE, a la que veladamente acus¨® de doble rasero en la regi¨®n. El resquemor nacional que la candidatura oficial de Albania ha causado en Serbia queda de relieve.
¡®Hooliganismo¡¯ y nacionalismo son realidades concurrentes en los Balcanes, como demuestran las inflamadas hinchadas de muchos equipos deportivos de la regi¨®n. Ambos elementos se entreveran tambi¨¦n en la escena pol¨ªtica, sobre todo tras la aparici¨®n de la Alianza Rojinegra (ARN), un partido populista de signo identitario ¡ªreivindica zonas de Grecia, Macedonia, Montenegro y Serbia con poblaci¨®n albanesa¡ª que, pese a su pobre desempe?o en las elecciones de 2013, no solo empa?a la demostraci¨®n de voluntad europe¨ªsta del pa¨ªs, miembro de la OTAN, sino que tambi¨¦n ha detonado una nueva carga nacionalista en una regi¨®n, Churchill dixit, que produce m¨¢s historia de la que puede digerir. Tanta historia significa, esencialmente, demasiadas etnias ¡ªy religiones¡ª para tan exigua geograf¨ªa.
La amenaza nacionalista de la Gran Albania movi¨® en febrero de 2013 al Departamento de Estado norteamericano a pedir a los principales l¨ªderes albaneses que no atizaran los discursos ¡°inflamatorios¡± en la campa?a de las elecciones de junio, que devolvieron el poder a los socialistas de Rama. Todo el arco pol¨ªtico recurri¨® al mensaje nacionalista, pero una fuerza sobresali¨® entre todas, la ARN, entonces con poco m¨¢s de un a?o de vida, 200.000 afiliados y una ocasional puesta en escena impactante: marchas a caballo, con sus huestes vestidas de negro y flameando la bandera del ¨¢guila bic¨¦fala (de Bizancio). Aunque en los comicios logr¨® un resultado residual, en torno al 0,6% de los votos, su sola existencia ha galvanizado un sentimiento que viene de lejos.
Liderada por el jurista Kreshnik Spahiu, la ARN ha logrado vehicular un nacionalismo rampante, espoleado, mucho antes del triunfo de la candidatura de la UE, por dos hechos: en 2008, la autodeclarada independencia de la exprovincia serbia de Kosovo ¡ªde mayor¨ªa albanesa¡ª y, en 2013, la conmemoraci¨®n del centenario de la independencia del pa¨ªs tras las guerras balc¨¢nicas. Como sostiene la antrop¨®loga Armanda Kodra, especialista en relaciones inter¨¦tnicas en los Balcanes, ¡°por primera vez en la historia reciente de Albania el nacionalismo extremo cuenta con representaci¨®n pol¨ªtica; en estos ¨²ltimos meses el discurso pol¨ªtico ha empezado a hablar tambi¨¦n un lenguaje nacionalista muy marcado, con fuertes elementos chovinistas¡±.
La idea de la Gran Albania siempre ha estado ah¨ª, como la de la Gran Serbia, pero el horror de la guerra de la ex Yugoslavia, y la zanahoria de la UE, parec¨ªan haber vacunado a la regi¨®n contra nuevas tentaciones irredentistas. Nada m¨¢s lejos de la realidad, recuerda la antrop¨®loga: "El Partido Socialista [entonces en la oposici¨®n] fue el que impuls¨® la creaci¨®n de ARN en 2011, el a?o del censo. El grupo Top Media, af¨ªn a ese partido, sigui¨® una agenda casi fascista, promoviendo la Gran Albania, la fundaci¨®n de ARN y tambi¨¦n el Movimiento de Autodeterminaci¨®n de Kosovo (VV). Tras esos movimientos, Sali Berisha [primer ministro hasta junio de 2013] adopt¨® tambi¨¦n la ret¨®rica nacionalista para no dejar escapar ni un solo voto".
Luego conservadores y socialistas dejaron solos a Spahiu y su Alianza para que hicieran el trabajo duro: en enero, el partido pidi¨® a la Comisi¨®n Electoral permiso para celebrar un refer¨¦ndum de unificaci¨®n de Albania y Kosovo; ese mismo mes, denunci¨® ante la justicia a un diputado de la minor¨ªa griega ¡ªque cuenta con varios representantes en el Parlamento¡ª por v¨ªnculos con el partido neonazi griego Aurora Dorada y por contratar como consejero a un miembro de la minor¨ªa griega de Albania (alrededor del 3% de los 3,2 millones de habitantes del pa¨ªs, unas 58.000 personas, seg¨²n el ¨²ltimo censo). El consejero en cuesti¨®n no es otro que el l¨ªder del Movimiento por la Independencia del Epiro del Norte, zona fronteriza entre los dos pa¨ªses, de mayor¨ªa griega y donde menudean escaramuzas armadas de presunto tinte nacionalista (am¨¦n de todo tipo de tr¨¢ficos). Atenas cifra en 200.000 el n¨²mero de griegos ¨¦tnicos en Albania, una denominaci¨®n oficial habitual pero que en los Balcanes carga el diablo.
Al tradicional contencioso bilateral ¡ªque empeorar¨¢ si Atenas, como han apuntado algunas fuentes europeas, reconoce a Kosovo¡ª se suma el regreso de Grecia de 180.000 albaneses ¡ªel 20% de los que viv¨ªan all¨ª¡ª, emigrados por razones econ¨®micas en los noventa y hoy de vuelta por culpa de la crisis. Las remesas de los albaneses emigrados, en su mayor¨ªa a Grecia e Italia, supon¨ªan entre el 12% y el 15% del PIB antes de la crisis financiera de 2008; en 2010, hab¨ªan bajado al 8%, en un pa¨ªs con una magra renta per c¨¢pita (8.200 d¨®lares) y un paro oficial del 13% (el real ronda el 30%).
Grecia, pues, y Serbia, por la marginaci¨®n y la persecuci¨®n del r¨¦gimen de Slobodan Milosevic a los kosovares, son los dos blancos favoritos de la ARN, sin olvidar a la guerrilla albanesa en Macedonia. El mapa heredado del Imperio Otomano ¡ªla Sublime Puerta agrup¨® en millets, o naciones, a las poblaciones balc¨¢nicas seg¨²n su religi¨®n, pero esa demarcaci¨®n no se corresponde exactamente con las fronteras de los nuevos Estados¡ª se agita hoy, como en los noventa, con clamores de conflicto. El pen¨²ltimo, hace unos meses, estuvo a punto de incendiar el sur de Serbia, donde viven, seg¨²n el discutido censo de 2011, unos 60.000 albaneses. La demolici¨®n de un monumento en Presevo en memoria de 27 combatientes albaneses muertos en el denominado ¡°conflicto del valle de Presevo¡± ¡ªuna secuela fugaz, en 2000, de la guerra de Kosovo¡ª desat¨® la ira de los albanokosovares, y dej¨® una estela de decenas de tumbas de serbios profanadas en Kosovo. Incluso la ONU pidi¨® moderaci¨®n a las partes, para evitar una escalada b¨¦lica.
Ning¨²n observador cree posible una modificaci¨®n del statu quo balc¨¢nico, y menos a¨²n el redise?o de alguna de sus fronteras, pese a los llamamientos a la unificaci¨®n de Albania y Kosovo por parte de la ARN; o al empe?o de los albaneses de Presevo en integrarse en Kosovo. Pero los latidos del pulso identitario, esa pulsi¨®n incontrolable y a veces letal, s¨ª resuenan, a veces con estruendo, convirtiendo, por ejemplo, un simple encuentro deportivo en un aquelarre nacionalista.
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