Hungr¨ªa, huida de una casa con ventanas
El pa¨ªs en que el comunismo ensay¨® ser liberal, hall¨® en 1989 la oportunidad m¨¢s esperada
Hungr¨ªa arrastr¨® durante toda su etapa comunista un cierto s¨ªndrome de extra?amiento. Hasta la Primera Guerra Mundial hab¨ªan sido parte del refinado Imperio Austroh¨²ngaro y, durante la Segunda, al almirante Mikl¨®s Horthy se le ocurri¨® que la mejor forma de recuperar el viejo esplendor ser¨ªa aliarse con Adolf Hitler. Es cierto que durante cinco meses de 1919 en Budapest se declar¨® la segunda Rep¨²blica Socialista que existi¨® nunca en el mundo, pero la experiencia sirvi¨® m¨¢s de vacuna que de acicate; eso sin hablar de la compleja relaci¨®n del pa¨ªs con sus vecinos del mundo estavo. Con esta combinaci¨®n de antecedentes, lo ¨²ltimo que pod¨ªan imaginar los h¨²ngaros es que iban a acabar dentro del Pacto de Varsovia. A pesar de purgas y barbaridades varias, la sensaci¨®n de irrealidad fue tan sostenida que en 1956 el primer ministro comunista Imre Nagy permiti¨® a la ciudadan¨ªa levantada en armas caer en el error de que consegur¨ªan retirarse voluntariamente del club de amigos de Mosc¨² para cambiarlo por un Occidente que les promet¨ªa libertad y prosperidad. Ante la ocurrencia, el Ej¨¦rcito Rojo intervino de inmediato y ahog¨® el plan en la sangre del propio Nagy y 3.000 compatriotas m¨¢s. Hered¨® el poder J¨¢nos K¨¢d¨¢r, dirigente que se hab¨ªa alineado del lado de la URSS frente a la intentona aperturista, pero ni aun as¨ª los h¨²ngaros terminaron de asumir que eran parte de un comunismo que hac¨ªa tan poco ve¨ªan como ajeno a su ADN hist¨®rico.
Para evitar nuevos sarampiones, K¨¢d¨¢r estableci¨® una agenda relativamente reformista mediante la cual fue orientando el pa¨ªs hacia una econom¨ªa de mercado. Cre¨® un peculiar sistema en el que conviv¨ªan el marxismo-leninismo y concesiones econ¨®micas que permit¨ªan que el nivel de vida de la poblaci¨®n estuviese por encima del de sus aliados del Este. Mientras que con la mano derecha favorec¨ªa el establecimiento de peque?as empresas y ciertos contactos con Occidente, con la izquierda se garantizaba el f¨¦rreo control pol¨ªtico del pa¨ªs. Algunos llamaron al invento kadarismo, otros prefirieron el t¨¦rmino de ¡°comunismo gulash¡± en referencia al potaje h¨²ngaro en el que cabe cualquier ingrediente. En cualquier caso, K¨¢d¨¢r pareci¨® ser el primero en creerse ese chiste de la ¨¦poca que dec¨ªa que Hungr¨ªa era el barrac¨®n m¨¢s c¨®modo del campo comunista. Gracias a este relativo confort y a la sombra del garrote sovi¨¦tico, los h¨²ngaros se mantuvieron en calma durante veinte a?os m¨¢s, pero la situaci¨®n econ¨®mica comenz¨® a deteriorarse a mediados de los ochenta a la misma velocidad que se desvanec¨ªan las fuerzas de K¨¢d¨¢r. Vivir en una casa con ventanas permiti¨® a los locales comprobar que su pa¨ªs estaba qued¨¢ndose rezagado respecto a los vecinos capitalistas.
En 1988 K¨¢d¨¢r cedi¨® el poder a K¨¢roly Gr¨®sz, esperando que una nueva direcci¨®n del Partido Socialista Obrero H¨²ngaro (PSOH) enfrentara mejor la crisis. Gr¨®sz intent¨® contentar a todos y no consigui¨® hacerlo con nadie. Acept¨® impulsar reformas capitalistas pero sin pasar por el multipartidismo y la p¨¦rdida del poder hegem¨®nico. Mientras unos en el PSOH le dec¨ªan que estaba yendo demasiado lejos, otros como su primer ministro, Mikl¨®s N¨¦meth, viv¨ªan convencidos de que se estaban quedando kil¨®metros por detr¨¢s de lo que era necesario para evitar una explosi¨®n de descontento. A partir de entonces el proceso de apertura se convirti¨® en un extra?o baile de sal¨®n cuyos pasos cambiaban sin avisar a nadie.
El picnic que el 19 de agosto de 1989 permiti¨® que a trav¨¦s de Hungr¨ªa huyeran 600 alemanes del Este fue quiz¨¢ el mejor ejemplo de la t¨¦cnica de la confusi¨®n fomentada por la c¨²pula comunista. Todo un aperitivo de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, el picnic se organiz¨® gracias a una concesi¨®n a Nemeth del presidente de la URSS, Mija¨ªl Gorbachov. Gorbachov autoriz¨® a Budapest para que desmontase la vigilancia electr¨®nica a lo largo de la frontera con Austria, y la oposici¨®n organiz¨® una merendola para celebrar el rencuentro con el pueblo austriaco, antiguo compa?ero de Imperio. Ciudadanos de la RDA que hab¨ªan llegado a Hungr¨ªa supuestamente de vacaciones se escaparon con sus cestas y sus mantitas de cuadros por el hueco en la alambrada.
Ante el silencio de Mosc¨², el 10 de septiembre Budapest anunci¨® la apertura de sus fronteras con Occidente. N¨¦meth acept¨® que ciudadanos de Alemania Oriental usaran Hungr¨ªa como escala en su huida del comunismo. Muchos a?os despu¨¦s Helmut Kohl, primer ministro por entonces de la RFA, desvel¨® que el truco de magia le cost¨® a Alemania un cr¨¦dito de 500 millones de euros acordado con Nemeth en una reuni¨®n secreta en el castillo de Gymnich. La inversi¨®n rindi¨® de inmediato y en dos meses m¨¢s de 60.000 alemanes orientales llegaron a la tierra prometida v¨ªa Hungr¨ªa.
Los reformistas del PSOH continuaron lanz¨¢ndole retos al ala conservadora de Grosz. El desaf¨ªo de mayor repercusi¨®n fue la rehabilitaci¨®n p¨²blica de Imre Nagy y su fallida sublevaci¨®n de 1956. En un funeral de Estado impensable unos meses antes, 100.000 personas rindieron sus respetos a las v¨ªctimas de la represi¨®n sovi¨¦tica.
Los reformistas se impusieron en el Congreso del PSOH de octubre de 1989. Modificaron la Constituci¨®n para adaptarla al multipatidismo y reformar el Estado. Finalmente convocaron elecciones libres en mayo de 1990. Nemeth perdi¨® contra el l¨ªder del grupo de oposici¨®n nacionalista y democristiana Foro Democr¨¢tico H¨²ngaro, J¨®zsef Antall, elegido primer gobernante no comunista de Hungr¨ªa desde 1948.
Hungr¨ªa no tard¨® en estrechar lazos con Europa occidental, se uni¨® a la OTAN en 1999 y a la Uni¨®n Europea el 1 de mayo de 2004. Visto que ya hab¨ªa recorrido parte del camino hacia el capitalismo liberal, las perspectivas de Budapest parec¨ªan de las mejores entre las de los pa¨ªses del bloque comunista. Sin embargo los primeros pasos econ¨®micos del Gobierno de Antall fueron titubeantes. Las cuentas se desplomaron con tasas de decrecimiento del 18%, la deuda se dispar¨®, las exportaciones no arrancaban, y las subvenciones sociales se redujeron a m¨ªnimos. A pesar de que en los primeros a?os del siglo XXI el pa¨ªs pareci¨® levantar cabeza y sumarse a la ola general de crecimiento, qued¨® rezagado. La ¨²ltima crisis econ¨®mica se ceb¨® con el pa¨ªs, y Hungr¨ªa fue el primer socio de la UE que necesit¨® un rescate del FMI. El problema de la deuda dom¨¦stica arruin¨® a muchas familias que contaban con pr¨¦stamos bancarios asociados a monedas extranjeras (euro, yen, franco suizo...) y que con la devaluaci¨®n del forinto vieron hasta duplicada la cantidad que adeudaban. Hoy, a pesar de que ha retomado una buena marcha, la econom¨ªa h¨²ngara tiene un peso similar a la rumana, tomando Bucarest como ejemplo de Estado excomunista con condiciones de partida m¨¢s complicadas.
Hungr¨ªa no se plantea adoptar el euro como moneda hasta 2020, seg¨²n declaraciones de V¨ªktor Orb¨¢n, su primer ministro y una de las figuras m¨¢s controvertidas de Europa. Este mismo a?o, el liberal que fue uno de los oradores en el funeral de Imre Nagy en 1989 anunci¨® que el nuevo proyecto de su pa¨ªs es convertirse en una ¡°democracia iliberal¡±. Entre ejemplos exitosos de este modelo cit¨® a Singapur, China, India, Rusia y Turqu¨ªa. A ojos de Orban, el m¨¦rito de estas radica en que no imitan el liberalismo occidental pero gozan de ¨¦xito econ¨®mico, lo que parece ser el objetivo de una Hungr¨ªa que, de nuevo con la mirada puesta en su vieja historia imperial y defensora expl¨ªcita de los valores cristianos, parece que hay d¨ªas que se siente s¨®lo medio c¨®moda en el proyecto de la Uni¨®n Europea.
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