¡°La crisis sigue ah¨ª: cuidado con las r¨¦plicas¡±
Barroso cierra filas, defiende su legado y evita la menor autocr¨ªtica
Hay dos versiones acerca de la ¨²ltima d¨¦cada europea, la que ha comandado Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso en la Comisi¨®n Europea. Est¨¢n quienes creen que la UE intenta unirse m¨¢s, sin ¨¦xito, para gestionar, sin ¨¦xito, sus relaciones con un mundo cada vez menos europeo. La Uni¨®n, seg¨²n ese relato, se enfrenta a un largo estancamiento a causa de su mala gesti¨®n, en medio de una policrisis financiera y econ¨®mica que amenaza con convertirse en social y pol¨ªtica por la incapacidad de alinear intereses nacionales cada vez m¨¢s divergentes. Y est¨¢n quienes detestan ese pesimismo del eurodesencanto: Barroso aborrece ¡°esa querencia europea por el masoquismo¡±. El presidente recibe a EL PA?S en un despacho casi desnudo, del que han desaparecido los cuadros de Noronha da Costa, la mayor parte del mobiliario e incluso los papeles, pero no el entusiasmo europe¨ªsta de un dirigente que ha logrado mantener unido el club en medio de la tormenta, pero que ha podido perder a los europeos por el camino.
Caravana de diferentes personalidades en una sola ¡ªfue mao¨ªsta antes de alistarse en el centro derecha y, en su d¨ªa, anfitri¨®n de Bush, Blair y Aznar en esa foto de las Azores que dio paso a la guerra de Irak¡ª, Barroso cierra filas, defiende su legado y evita la menor autocr¨ªtica. Admite cierta impotencia democr¨¢tica en la gesti¨®n de la crisis, aunque apunta que se acabaron tomando decisiones muy dif¨ªciles y se ha reforzado un edificio institucional que no estaba listo para el hurac¨¢n. Advierte que la abrumadora presencia de Alemania cambia la configuraci¨®n pol¨ªtica de Europa. Y no abjura ¡ªpara nada¡ª de sus recetas de pol¨ªtica econ¨®mica.
Hemos perdido un poco a la gente en la Uni¨®n Europea
Pregunta. Delors duplic¨® los fondos estructurales. Santer puso en marcha el euro. Romano Prodi dise?¨® la ampliaci¨®n al Este. ?C¨®mo pasar¨¢ usted a la historia?
Respuesta. Quiz¨¢ lo m¨¢s importante fue superar el examen m¨¢s exigente desde que existe la Uni¨®n, la peor crisis de su historia. Europa ha demostrado tener gran solidez. En alg¨²n momento la ruptura del euro fue el escenario central en muchos an¨¢lisis. Se equivocaron quienes minusvaloraron la fuerza del euro, que tiene fundamentos econ¨®micos pero sobre todo pol¨ªticos. La eurozona ha pasado de 12 a 19 miembros; la UE, de 15 a 28. La resistencia del proyecto es extraordinaria.
P. El club sigue unido, pero ?pierde a la gente por el camino?
R. S¨ª, hemos perdido un poco a la gente. Pero la crisis no fue provocada por Europa, sino por la irresponsabilidad del sistema financiero: la UE no tuvo ninguna responsabilidad ni en la tormenta financiera (los supervisores eran nacionales) ni en la imprudencia temeraria de algunos Gobiernos, que permitieron embalsar deudas insostenibles. Europa no caus¨® la crisis y es parte de la soluci¨®n: ha activado la uni¨®n bancaria y ha aprobado 40 piezas legislativas para regular la banca. Y fue capaz de ayudar a los socios en dificultades. Comprendo la frustraci¨®n ligada a los niveles de paro, pero les pido a los europeos que entiendan que los problemas no fueron creados por la UE.
Europa no caus¨® la crisis y es parte de la soluci¨®n: ha activado la uni¨®n bancaria
P. El paro duplica el de EE UU. ?La gesti¨®n del euro fue la mejor?
R. En los momentos m¨¢s dram¨¢ticos fue necesaria la consolidaci¨®n fiscal; despu¨¦s, el ritmo del ajuste se moder¨® y se puso el acento en las reformas. Cualquier alternativa hubiera sido peor. Es cierto que Europa respondi¨® con lentitud: no somos un pa¨ªs sino 28, hay resistencias y distintas visiones, dif¨ªciles de conjugar. EE UU tiene una econom¨ªa m¨¢s flexible; pero la UE tiene un Estado del bienestar y hay que defenderlo: los europeos no quieren el modelo americano o el chino. Hay que hacer reformas para defender nuestro modelo. De forma gradual: no soy partidario de revoluciones ni contrarrevoluciones. Varios pa¨ªses han hecho duros sacrificios. Y los resultados empiezan a llegar: el crecimiento espectacular de Irlanda, la vuelta de la confianza a Espa?a lo confirman.
P. ?No hace falta un impulso keynesiano para evitar Le Pens?
R. Ya hicimos un impulso keynesiano en 2008, pero no fue bien ejecutado. Es una caricatura falsa e injusta decir que la Comisi¨®n est¨¢ obsesionada con la austeridad: yo defend¨ª y defiendo un mix de pol¨ªticas, con reformas, consolidaci¨®n donde haga falta y un impulso a la demanda agregada.
P. Francia e Italia no hacen las reformas; Alemania no invierte.
R. Alemania debe hacer m¨¢s, el problema es que no se f¨ªa. Pero lo har¨¢, Berl¨ªn ha entendido que debe contribuir a elevar la demanda agregada de la eurozona. Junto a las reformas y la consolidaci¨®n, es imprescindible ese est¨ªmulo porque la recuperaci¨®n es fr¨¢gil. No solo por culpa de Europa: la desaceleraci¨®n en China y los conflictos geopol¨ªticos, incluso el ¨¦bola, juegan un papel, aunque algunos europe¨ªstas insistan en flagelarse con el argumento de que Europa es el problema.
P. El glamour intelectual del pesimismo, lo llama usted. ?No es asimismo criticable ese optimismo profesional de las ¨¦lites europeas con 25 millones de parados?
R. La Comisi¨®n propuso en su d¨ªa un presupuesto expansivo. Project bonds como inversi¨®n. La garant¨ªa juvenil. Un buen pu?ado de proyectos siempre han topado con grandes resistencias nacionales. Se nos caricaturiza por nuestra obsesi¨®n por el 3% del d¨¦ficit, pero hicimos propuestas ambiciosas que los socios rechazaron. ?La responsabilidad es de la Comisi¨®n, o de esos Gobiernos?
P. ?Ha faltado, seg¨²n dicen sus cr¨ªticos, una Comisi¨®n m¨¢s pol¨ªtica, menos complaciente, capaz de convencer a las capitales?
R. Esa cr¨ªtica es completamente absurda y deshonesta o las dos cosas al mismo tiempo. La dimensi¨®n excepcional de la crisis hizo que los Gobiernos tuvieran m¨¢s visibilidad: la Comisi¨®n no puede movilizar miles de millones de euros. Es cierto que Alemania asumi¨® el liderazgo: una de las consecuencias m¨¢s importantes de la crisis es la alteraci¨®n de la correlaci¨®n de fuerzas en Europa. Pero la Comisi¨®n tiene hoy m¨¢s poderes que nunca. El liderazgo de Berl¨ªn no es a costa de la Comisi¨®n, sino de la menor presencia de otros pa¨ªses.
Alemania debe hacer m¨¢s, el problema es que no se f¨ªa. Pero lo har¨¢
P. ?Impone Berl¨ªn una lectura demasiado moral de la crisis?
R. Entre los dirigentes que he conocido estos a?os, Angela Merkel fue quien m¨¢s invirti¨® en Europa desde el punto de vista intelectual, pol¨ªtico y personal. Alemania, nos puede gustar o no, tiene un plan: el problema de la UE es que otros no lo tienen. Ese es el drama: de alguna manera seguimos siendo 28 espacios p¨²blicos.
P. ?Se arrepiente de no haber alzado la voz en alg¨²n momento?
R. Opt¨¦ por huir del exhibicionismo; por no contribuir a la cacofon¨ªa en los momentos m¨¢s dram¨¢ticos. Pero no dej¨¦ de trabajar, toda mi Comisi¨®n hizo un trabajo sensacional para evitar un accidente serio. Insist¨ª una y otra vez, cuando fue necesario, y mantuve posiciones claras y firmes contra alguna propuesta de Merkozy, por ejemplo. No hubiera tenido m¨¢s ¨¦xito con un meg¨¢fono.
P. Deja Bruselas con tres grandes riesgos, adem¨¢s de la crisis: la salida de Reino Unido, los extremismos y los separatismos. ?Qu¨¦ le preocupa m¨¢s?
Cuando fue necesario, mantuve posiciones firmes contra alguna propuesta de Merkozy
R. Debemos evitar los tres riesgos. La salida de Reino Unido har¨ªa m¨¢s d¨¦bil a Europa y al propio pa¨ªs. En cuanto a los separatismos, repito que todo lo que sea dividir no es bueno para Europa. Respeto las aspiraciones de todos los pueblos, pero juntos somos m¨¢s fuertes. La amenaza del populismo es letal: Europa sabe bien qu¨¦ sucede cuando esos demonios salen del armario. Pero los extremismos no son exclusivos de la UE. Los hay en Suiza y en Noruega y en EE UU; en todas partes.
P. ?Aguanta Europa una tercera recesi¨®n, o eso liberar¨ªa los diablos que cita?
R. La crisis existencial del euro se ha acabado, pero hay que tener cuidado con las r¨¦plicas. No puedo decir, nadie puede decir cu¨¢ndo va a acabar la crisis. Pero no podemos abandonar ahora el camino de las reformas: un giro radical ser¨ªa negativo para la credibilidad. Europa necesita reglas aplicadas de forma inteligente. Necesita reformas permanentemente, y consolidaci¨®n en algunas ¨¢reas, y est¨ªmulos en otras: el programa de Juncker, de 300.000 millones, es muy necesario. Pero cuidado: necesitamos crecimiento sostenible, no artificialmente provocado con deuda. Ya vimos esa pel¨ªcula. Las burbujas son interesantes por un tiempo, pero al final explotan, y entonces los m¨¢s vulnerables son quienes peor lo pasan. No repitamos ese error.
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